Teatro: Tierra. Teatro María Guerrero.

Llega al Centro Dramático Nacional la última obra escrita y dirigida por el autor franco-uruguayo Sergio Blanco. Se trata de Tierra una obra que gira en relación con la figura de su madre quien fallecía en brazos de su hijo en junio de 2022 en Montevideo en la Unidad de Cuidados Intensivos.



 

Sergio Blanco es autor y director de esta obra, la primera escrita en Montevideo. La obra consta de prólogo, tres actos y epílogo. En el epílogo, sus intérpretes nos explican cómo llegaron a la obra, a quiénes interpretan, qué vínculo tienen con la tierra.


Sebastián Serantes interpreta a Sergio Blanco, transmite una serenidad que a mí me recuerda a la de un profesor. Una actitud que tiene todo el sentido del mundo ya que él, en la ficción, es hijo de Liliana, quien fue profesora de Literatura.


Soledad Frugone es Clara, la hija que busca a su padre desaparecido durante la dictadura militar cuando ella tenía apenas seis años.


Tomás Piñeiro es Lucas, el adolescente que mató a su hermano.



Andrea Davidovics es Celia, la limpiadora de liceo que perdió a su hijo en un accidente de moto.


Los tres fueron alumnos de Liliana, los tres ayudan a Sergio a darle a Liliana, su madre, un espacio en la tierra. En sus entrevistas en el gimnasio del liceo, van llenando los huecos de lo que supuso Liliana en sus vidas.


Ella decía que “enseñamos con lo que somos, no con lo que sabemos”.


De a poco vamos comprendiendo que enseñaba con lo que era, como cuando compartía los poemas sobre la muerte de Emily Dickinson, en la época “en la que tuvo un cáncer que amenazó con matarla”.


Clara tenía 17 años cuando fue su alumna, estudiaron la Tragedia Los Persas, de Esquilo, y nos cuenta de Liliana que “tenía una mirada que parecía que estaba protegiendo”.



Decía que leer es otra forma de escribir, que escribieran sobre sus libros y usaba una tiza verde. De color verde subrayaba Clara el expediente de su padre, en aquellos puntos que tenían que ver con su identidad. En los removimientos de tierra a los que asistía, sentía que estaba dialogando con su padre, incluso tenía miedo de que ese diálogo en algún momento terminara.


Celia nos cuenta, mientras ofrece unas galletitas de avena y miel que preparó ella misma, que Liliana le enseñó a leer y escribir, que la llevó al Teatro y había mucha música. También nos habla del Nico, su hijo, que murió con 20 años en la ruta, cómo tenía la cara llena de tierra y no la dejaron acercarse.


Celia es tan entrañable, habla con tanto amor de su hijo, de su cinturón rojo de karate y entendemos perfectamente cuando comparte la lista de cosas que odia:



“las motos, el frío, las tumbas sin flores, que le peguen a los caballos, que mi hijo se haya muerto (…), no me gusta que Liliana se haya muerto, aunque seguro está en el cielo con el Nico”.


Lucas tenía 17 años, estaba en quinto biológico y quería ser agrónomo. Liliana le explicó que escribir a mano es una forma de fijar el conocimiento y el significado de la caligrafía. Siempre les ponía Los nocturnos de Chopin.


Cuando fue a verlo al Hospital, después de lo ocurrido, le dijo que estaba arrepentido y que no quería seguir viviendo.



También nos habla Sergio de sus miedos, de la Doctora Cohen, que no por casualidad comparte apellido con el músico, de las preguntas que le asaltan: ¿qué pasa cuando uno no puede hacer lo único que sabe hacer?, ¿qué somos sin aquello que nos hace nosotros?, ¿realmente nos desdibuja?


No solo me gusta la firmeza de Soledad Frugone cuando interpreta a la oftalmóloga o cuando despieza las obras de Sergio Blanco, cuando cuestiona su apego por la autoficción, también me gusta el primerísimo plano a la cara de Tomás Piñeiro, ese silencio intenso y sólido, la candidez de Andrea a pesar del dolor, la actitud de director de orquesta de Sebastián.


Pero por encima de todo esto, lo que me gusta, es la coherencia de Liliana, cómo todos esos retazos que su propio hijo desconoce, no hacen más que cimentar su imagen, ampliar lo que ya sabe.


También me pregunto, ¿Qué dirán de nosotros cuando no estemos? Cuando establezcan un diálogo los que nos han conocido, cuando hablen de la huella que dejamos en la tierra.


Teatro: Teatro María Guerrero.
Dirección: Calle de Tamayo y Baus, 4, 28004 Madrid.
Fechas: Del 10 al 13 de octubre.
              De jueves a sábado a las 20:00;  Domingo a las 12:00.


Ficha artística

Texto y dirección: Sergio Blanco.

Reparto: Andrea Davidovics, Soledad Frugone, Tomás Piñeiro y Sebastián Serantes.

Escenografía e iluminación: Laura Leifert y Sebastián Marrero.

Vestuario: Laura Leifert.

Diseño de sonido: Fernando Castro.

Diseño de vídeo: Miguel Grompone.

Operación de sonido en vivo: Francesca Crossa.

Operación de vídeo en vivo: Renata Sienra.

Coordinación técnica: Paula Martell.

Diseño de cartel: Emilio Lorente.

Fotografía: Nairí Aharonián.

Ayudante de dirección: Carolina Simoni.

Asistencia de producción y tour manager: Danila Mazzarelli.

Producción general: Matilde López Espasandín.

Producción: Centro Dramático Nacional, Marea, Dirección Nacional de Cultura de Uruguay, Complejo Teatral de Buenos Aires y Centro Gabriela Mistral de Chile.



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