Uno de los estrenos más esperados de la temporada teatral se presenta en los Teatros Canal, bajo la dirección de Mario Gas. La obra, escrita por el aclamado autor libanés Wajdi Mouawad, se adentra en la complejidad de las emociones humanas, explorando la herencia cultural, el amor paternofilial, el odio que surge de un entorno hostil y la búsqueda de la aceptación de la propia identidad.
La obra es un viaje de autodescubrimiento,
la exploración de la identidad y los orígenes, el radicalismo y la tensión
entre la ciencia y el espíritu, todo se entrelazado en una historia personal
que, al reflejar puntos de vista individuales, amplifica los conflictos
sociales y políticos que dividen a dos pueblos tan próximos, golpeándonos con
la vasta e implacable intensidad de sus sufrimientos. Como ya vimos en Incendios, pero esta vez desde el lado
israelí.
Aunque centrada en varios lugares
como Nueva York, Alemania, Líbano, un personaje de la trama es el propio
Israel, una tierra de desgarro y en un contexto singular: una ola de suicidios
de jóvenes varones y mujeres enamorados afecta a todo el país. Estas parejas
israelo-palestinas están abocadas a que su amor sea imposible y por ello
deciden matarse en señal de protesta.
Mario Gas se encarga de la dirección de
esta obra. Conocido por su capacidad para manejar temas complejos y emocionales
ya nos deleitó con su dirección de "Incendios" hace unos años. Su enfoque
profundo añade una capa de intensidad y autenticidad a la obra. Se le puede
acusar de usar más el aspecto discursivo en muchos pasajes que al teatral pero
quizás es una manera de interpelarnos a lo absurdo de toda la situación. La traducción a cargo de Coto Adánez asegura
que la esencia original del texto se mantenga.
El enfoque que se pretende es contar historias a
través de un lenguaje poderoso y directo, con toques de metáfora, que envuelven
a los personajes y las situaciones en una atmósfera poética. Al mismo tiempo,
Mouawad aborda de manera visceral y sin concesiones los conflictos que él mismo
ha vivido como niño libanés en tiempos de guerra. Su visión del mundo refleja
una metáfora desgarradora del profundo desconcierto y la incomprensión entre
los seres humanos.
Y somos testigos de su manera de
contar cuando podemos oír la fábula del pez anfibio. En ella, un pájaro que
vuela sobre el mar, al ver los peces en el agua, siente la curiosidad de entrar
en su mundo tan diferente al suyo. Pero recibe la advertencia de que jamás debe
acercarse a esas criaturas, ya que, si lo hace, morirá, tal como lo harían los
peces si decidieran cruzar al mundo del pájaro. El mensaje es claro: dos mundos
radicalmente distintos no están destinados a encontrarse. A pesar de la
advertencia, el pájaro decide intentarlo años más tarde y, al sumergirse,
experimenta una transformación: le crecen branquias que le permiten respirar
bajo el agua. Vive la libertad y la belleza del otro y se siente uno más de
ellos. Mouawad reflexiona sobre esta historia de mutación y la interpreta como
una metáfora de nuestra época, de la relación con el otro, con el enemigo, y
con todo aquello que nos parece ajeno.
Como subraya Mario Gas, la obra
se adentra en los errores y contradicciones que genera la identidad; así Leah
nos dice “¿Quién es Eitan? Un desconocido”
La paradoja de lo que nos separa,
y el azar que define las relaciones humanas se muestran en forma de pájaros. La verdadera esencia
humana es, al final, la aceptación de que, a pesar de nuestras diferencias,
todos somos más iguales de lo que creemos. El otro, el extranjero, el extraño,
son, en última instancia, parte de nosotros.
En el reparto, Manuel de Blas,
que vuelve a las tablas después de llevar ocho años retirado, Pere Ponce,
Candela Serrat, Aleix Peña, Pietro Olivera, Lucía Barrado, Nuria García, Juan
Calot, Anabel Moreno y Vicky Peña, que sustituye a Núria Espert después de que
abandonara el proyecto por problemas de salud.
Todos en un trabajo de tres horas
impresionante, pero si hay que destacar alguno, me decanto por el de Vicky Peña
que esta espectacular, por una Candela Serrat llena de matices y con un
sobresaliente Pere Ponce que es un Edipo moderno y que sufrirá la cerrazón de
su mente. Pero todos están sublimes en escena.
La escenografía diseñada por Sebastià Brosa es minimalista. Con atrezzo que se va cambiando según la escena y la ayuda de elementos visuales y sonoros transporta al público a diferentes tiempos y lugares. No esperen grandes pretensiones, hacen su función y sirven para darnos un respiro. La iluminación, a cargo de Juan Gómez Cornejo, juega un papel crucial en la creación de atmósferas, destacando momentos de tensión y emocionalidad.
El vestuario diseñado por Antonio
Belart refleja la diversidad cultural de los personajes y su entorno. Los
trajes son una mezcla de estilos tradicionales
en las escenas donde se dan los ritos y contemporáneos, subrayando el
conflicto entre la herencia cultural y la modernidad. Los detalles en el
vestuario ayudan a definir los personajes y sus contextos, proporcionando una
capa adicional de profundidad a la obra.
No se pierdan esta obra conmovedora que nos reconcilia, en parte, con lo que es capaz de hacer el ser humano. De lo mejor y de lo peor.
Texto: Wajdi Mouawad
Traducción: Coto Adánez
Dirección: Mario Gas
Reparto
Eitan – Aleix Peña Miralles
Wahida – Candela Serrat
Leah – Vicky Peña
Etgar – Manuel de Blas
David – Pere Ponce
Norah – Anabel Moreno
Eden – Lucía Barrado
Wazzan/Rabino – Juan Calot
Enfermera – Núria García
Médico/Camarero – Pietro Olivera
Escenografía: Sebastià Brosa
Ayudante de escenografía: Igone Teso
Vestuario: Antonio Belart
Ayudante de vestuario: Eva Mendoza
Iluminación: Carla Belvis
Música original y audioescena: Orestes Gas
Videoescena: Álvaro Luna
Colaboradora videoescena: Elvira Ruiz
Ayudante de dirección: Montse Tixé
Producción ejecutiva: Pilar de Yzaguirre – Ysarca
Subdirectora de Ysarca: Pilar García de Yzaguirre
Dirección de producción: Elisa Ibarrola
Producción delegada: Elena Martínez, Álvaro de Blas
Asistencia producción: José Andrés López
Diseño de cartel: Corazón Brabo
Coordinación técnica: Unocontres Producciones, S.L.
Fotografía: Sergio Parra
Maquillaje: Chema Noci
Vídeo y gráfica: La Dalia Negra
Agradecimientos:
Pablo Derqui
Alberto Iglesias
Iñigo Benítez
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