La infancia puede ser la época más entrañable de la vida, pero también puede ser un infierno del que sea difícil escapar. Cuando no encuentras tu lugar, los ataques se suceden por tu imagen, tu apariencia, tu forma de ser, las risas y las mofas se agolpan en tu cabeza (física y mentalmente) y te van minando poco a poco, arrastrándote a un callejón sin salida, empujándote hacia un abismo por el que es difícil no saltar. Esa desgarradora y conmovedora propuesta nos habla de todo esto desde una profunda reflexión que nos convierte en culpables por no haber levantado la voz, por haber reído las gracias del matón del colegio, mientras el compañero de enfrente se iba desintegrando ante nosotros.
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