A lo largo de este mes de Febrero, y del pasado mes de Enero, se está llevando a cabo el ciclo Teatro y Derechos Humanos en el Teatro Fernán Gómez, esta semana le toca el turno a "Puños de harina" a la espera de que en Abril (del 14 al 18) llegue "Cadena de montaje", aplazada en su momento y reubicada de fecha. Se trata de un monólogo con “dos caras” escrito, dirigido e interpretado por Jesús Torres. La obra se estructura como un combate de boxeo de diez asaltos con dos partes diferentes.
En la primera nos cuenta la historia real de Johann Trollmann al que todos llaman “Rukeli” (que en lenguaje romaní significa árbol joven); un joven alemán de origen gitano que buscando el agua caliente de las duchas acabó aprendiendo a boxear. La vida de Rukeli transcurre en la Alemania de finales de los años 20 y principios del 30, una sociedad donde empezaba a germinar el nazismo.
El boxeador lucha por superar todas las dificultades, su origen humilde, la situación económica y conseguir así el reconocimiento y la dignidad de su raza. No acaba de entender porque siendo alemán su color “manchado” le origine tantos problemas.
En la segunda el protagonismo recae en Saúl, un chico gitano que trabaja con su familia en ferias ambulantes en la España de finales del siglo pasado. El joven se cría muy condicionado por que su padre, su abuelo….fueron boxeadores y era un mundo por el que no se sentía atraído.
Saúl es una persona que odia toda la violencia que los “hombres” de su familia le inculcan. No es ni nunca será como su padre pretende por que no quiere ser así. Las consecuencias de no ser “un hombre como es debido” enseguida llegan en forma de palizas por parte de su padre.
Pero esto, lejos de hundirle o amedrentarle le hace buscar con más ahínco su destino, su identidad y su espacio en el mundo. Todo ello marcado por su homosexualidad, algo no entendido en la sociedad de su tiempo y aún menos en su raza. Como señala en un momento de la obra “me llamaron maricón antes incluso de saber lo que significad esa palabra y me lo siguieron llamando muchas veces”. Pero Saúl a pesar de no gustarle el boxeo es un luchador y pelea por ser la persona que es.
Como indicábamos al inicio, la dramaturgia es obra de Jesús Torres que ha creado dos historias en una, un relato muy intenso y duro (porque no decirlo) pero a la vez lleno de ternura, de sensibilidad e incluso de humor. La vida de dos personas tan distintas a las que une su raza y el hecho de haber sido perseguidos, amenazados, acosados y golpeados por su color de piel o por su orientación sexual.
Consigue una obra muy redonda en su conjunto que nos mantiene en vilo durante toda la representación.
En cuanto a la escenografía es muy sencilla ya que las buenas obras no necesitan de artificios, no obstante contribuye a delimitar a la perfección los dos espacios en que las vidas de los protagonistas se van entrelazando. Dicha puesta en escena nos presenta centrado en la parte trasera del escenario - con una atmósfera de nebulosa – un ring donde se desarrolla casi toda la historia de Rukeli como intentando poner distancia. En la parte más cercana al público nos va contando su vida Saúl, algo que nos hace sentirnos más cercanos a éste.
Ambos personajes son interpretados de una manera sobresaliente por Jesús Gómez que pasa de España a Alemania, de Rukeli a Saúl con una sencillez extraordinaria. Con un trabajo interpretativo enorme a la hora de distinguir a uno de otro. Parece que con sólo ponerse la cazadora vaquera es más que suficiente para convertirse en Saúl.
Imprescindible destacar el derroche físico de Jesús durante toda la obra, especialmente cuando se mete en la piel de Rukeli. Una forma física increíble que le permite estar más de la mitad de la obra entrenando, boxeando, saltando la comba y a la vez hablar sin que transmita el menor signo de cansancio ni que se le entrecorte el habla por la respiración.
No quiero dejar de destacar el papel de Saúl, un hombre sensible que nos transmite con una enorme dulzura la difícil vida que le ha tocado vivir y aún así sorprendentemente es feliz y lo que es más importante nos lo transmite con una ternura y unos toques de humor impagables. En una de sus apariciones indica “ser maricón es una putada pero un maricón gitano es un suicidio”. Esa felicidad que nos llega a sorprender es fruto de su ilusión, de sus esperanzas por intentar conseguir la vida que desea.
Pero la obra no es solo la historia de Rukeli y Saúl, lo es de todos los gitanos, los negros, los homosexuales, los judíos que lucharon y resistieron, que luchan y resisten aún hoy. Algunos sobrevivieron, otros desgraciadamente corrieron pero suerte.
Puños de harina fue presentado en el John Lyon´s Theater de Londres, siendo Jesús Torres, uno de los pocos autores españoles en estrenar en el West-End.
Además ha obtenido los premios Autor Exprés de la Fundación SGAE 2019 y Premio Nazario 2020 a Mejor Espectáculo del Festival Cultura con Orgullo de Sevilla "por su impresionante capacidad para hacernos vivir, a través de un ingente trabajo gestual e interpretativo, dos historias paralelas que denuncian el racismo y la homofobia en la Alemania nazi y en la España actual".
Esta producción de El Aedo Teatro (con el apoyo de Europa 2020, AECID Programa Ventana, INAEM, Junta de Andalucía y Comunidad de Madrid), compañía dedicada a la creación artística, con un enfoque que prima el fomento y la especialización del público joven y adolescente. La compañía centra su actividad en producir espectáculos teatrales, en la formación cultural de jóvenes y profesionales a través de dichos espectáculos, y en talleres de formación para jóvenes y profesionales de las artes escénicas y la educación.
La compañía ha desarrollado el seriousgame "Puños de harina, el videojuego", una herramienta de gamificación en la que el jugador-espectador puede relacionarse con la trama y los personajes antes y después del espectáculo. El videojuego se presentó el pasado 12 de Febrero en el Teatro Fernán-Gómez y estará disponible en la web www.puñosdeharinavideojuego.com.
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