Hay personajes a lo largo de nuestra historia reciente que dan vergüenza ajena. Parecen salidos de una película de Tarantino o de Elia Kazan, pero desgraciadamente fueron reales, y lo que es más lamentable es que capearon a sus anchas por nuestro país, sin pagar nunca por las atrocidades cometidas durante la dictadura y la transición. EL más representativo fue el policía apodado Billy El Niño, que hizo de los interrogatorios en la Dirección General de Seguridad un lugar infernal que ha dejado marcada a muchas personas. Es bueno y necesario conocer estas historias, por mucho que nos avergüencen, y reflexionar sobre el hecho de que nunca fuese juzgado, que incluso fuese defendido por personajes tan dispares como Aznar o Zapatero.
Este odioso personaje, conocido por un apodo que da una idea de como era, es retratado en esta pieza de manera magistral. Desde la perspectiva que da el tiempo y la vergüenza de que no haya sido juzgado por sus actos. Pero también se quedan interrogantes abiertos (al menos en mi caso) al salir del teatro, que nos dan una idea de la corrupción sistémica que sufre este país. Me refiero al blindaje que le hicieron desde todas las instituciones en el momento en que lo reclamó la justicia argentina. ¿Tanto tenemos que ocultar? ¿Todos los que le defendieron públicamente conocían sus fechorías y no hicieron nada? ¿Era realmente tan poderoso como él mismo se sentía? Interrogantes que hablan bien a las claras de lo podrido que está nuestro país.
Llevábamos tiempo esperando esta nueva producción del Teatro del Barrio, que por diferentes motivos ha tenido que ir posponiendo su estreno. Desde el compromiso social que caracteriza a este atalaya de la cultura y la reivindicación, nos llega este nuevo montaje en el que podemos conocer episodios lamentables que han sido parte de nuestra historia reciente y de los que toda persona con dos dedos de frente debería avergonzarse. Esta vez la obra nos lleva a conocer la violencia con la que la policía maltrató a la ciudadanía en los postreros años de la Dictadura y en la oscuridad de una Transición que se nos vendió como ejemplar pero que tuvo muchos episodios bochornosos. Esta barra libre de la que gozaba Antonio González Pacheco, jefe de policía en aquellos años, es el claro ejemplo de que los fascistas no murieron con el dictador. Lejos de apartar estas prácticas por el bien de una sociedad que quiere vivir en libertad, este personaje siguió dando palizas durante los años setenta y hasta fue condecorado por gobiernos democráticos. Esto último le aportó una suculenta pensión, que le hizo vivir como un rey hasta el día de su muerte.
Este potente y necesario texto ha sido escrito por Ruth Sánchez y Jessica Belda (una de las protagonistas de la obra). La autora reconoce que "el título lleva la palabra homenaje porque Billy El Niño, como a otras tantas personas vinculadas a la represión de la Dictadura, se las homenajeó ininterrumpidamente durante la Transición y muchos años después. Hace referencia no solo a sus medallas sino también al silencio cómplice de los que nunca protestaron por ellas". El tándem que forman Sánchez y Belda ya nos sorprendieron con la prodigiosa "La Sección. Mujeres en el Fascismo español" y con la sobrecogedora "Españolas, Franco ha muerto" (que esperemos que en algún momento regresen al Teatro del Barrio), mostrándonos el lado más tenebroso de nuestra historia más reciente.
Belda explica que "el texto es teatro documento, y para construirlo nos hemos basado en testimonios reales y en la querella que se ha presentado contra las torturas de la Dictadura en Argentina". La autora habla de la importancia de los testimonios recogidos, y hace especial hincapié en "dar las gracias a todos los que pusieron su cuerpo para conseguir más derechos en esto que llamamos, de forma autocomplaciente, democracia. En especial, a Chato Galante, con cuya elaboración se inició este libro". El libro se puede adquirir en el Teatro del Barrio, y tengo que reconocer que no podréis dejarlo pasar una vez vista la obra.
El montaje, dirigido por Eva Redondo ("La vaca", "Le es fácil volar", "Cuidado con el perro"), resulta dinámico, locuaz, corrosivo, demoledor. Nadie se imagina, tras el inicio festivo, lo que vamos a ver. La obra entrelaza momentos dramáticos, en los que se cuentan las "hazañas" del personaje, con otros mucho más lúdicos, en los que el sarcasmo y la crítica ácida dominan la escena. Redondo se basa en unos pocos elementos muy característicos de las torturas de la época, para crear los distintos lugares que transitan los actores. Unas guías telefónicas (objeto que se utilizaba para golpear a los detenidos) y unas butacas, sirven para crear los lúgubres lugares en los que Billy el niño maltrataba a personas inocentes. La obra resulta dinámica, con una ingeniosa mezcla de escenas de muy diversa estructura tanto formal como conceptual.
Centrándonos en lo que nos cuenta la obra, es "un trabajo que exhibe las huellas de nuestro pasado". Tomando como punto de partida la medalla de plata al mérito policial concedida por iniciativa del ministro Rodolfo Martín Villa al policía Antonio González Pacheco, iremos conociendo a este "particular" policía, así como los más que dudosos méritos por los que recibió dicha condecoración. En el acto se reconocieron "los servicios prestados por el agente a la patria franquista y a la Transición" quedando a los ojos de la opinión pública como un policía ejemplar, nada más alejado de la realidad. Durante la función conoceremos la personalidad de este egocéntrico y prepotente individuo, que cree que las palizas y diversas aberraciones que protagonizó eran dignas de elogio, incluso se habló de que fueron fundamentales para la llegada de la democracia. Obviamente, nada de esto tiene ningún sentido. Lo único real es que muchas personas inocentes sufrieron todo tipo de vejaciones por parte de este monstruo, al que solo le importaba su verdad.
En este nuevo homenaje a Billy el Niño estarán presentes todos aquellos que no fueron a la condecoración. Todos los hombres y mujeres a los que este psicópata torturó, a todos los que dejó secuelas físicas y psicológicas que arrastraron el resto de sus vidas, aquellos que nunca consiguieron salir de la Dirección General de Seguridad tras las brutales palizas que les dieron. Esta obra quiere ser un recuerdo a todos ellos, pero también un grito de protesta a todas esas personalidades que evitaron que Antonio González Pacheco fuese juzgado en Argentina. Una pieza realizada con el afán de "que recuerden su historia y ayuden a visibilizar toda la violencia con la que también se construyó la Transición".
Y todo esto nos lo muestran tres fabulosos actores que saben darle la intensidad justa a cada escena, capaces de bailar y sufrir, de hacer comedia y drama, de transmitir a la perfección todo lo que quiere contarnos la obra. Antonio Gómez ("Hombres desesperados", "La vida imposible de Oliverio Funes", "Mueblofilia") es el encargado de dar vida a Billy el Niño, con una interpretación cargada de intención, en la que esa media sonrisa chulesca nos saca de quicio. Gómez crea un personaje frío, mal encarado, engreído, soberbio, y consigue desde la caricatura mostrarnos una impecable radiografía de lo que fue el sanguinario policía.
Le acompañan en escena Jesús Barranco ("Quitamiedos", "El mercader de Venecia", "El Rey Lear") y Jessica Belda ("La sección", "Españolas, Franco ha muerto", "Construyendo a Verónica"), dando vida al resto de personajes que aparecen en la historia. Barranco interpreta, entre otros papeles, al ministro Rodolfo Martín Villa, responsable de la condecoración, pero también a torturados, todo con gran maestría. Belda nos regala una impecable coreografía de la que no desvelaremos más en estas líneas pero que se convierte en uno de los momentos más surrealistas y brillantes de la obra. La actriz, impecable siempre, consigue transitar con maestría cada uno de los personajes a los que da vida.
Toda la historia se desarrolla en un espacio delimitado por tres pantallas, dos de gran tamaño y una menor que hace las veces de pizarra y sirve para proyectar los audiovisuales creados por Mi Moto Alpina. La escenografía creada por Almudena Bautista es sencilla pero efectiva, como dijimos anteriormente. Unas sillas, una mesa que sirve de mueble bar, y puntuales elementos de atrezzo, son suficientes para desarrollar toda la pieza, creando momentos realmente impactantes desde esa minimalista escenografía. Todo ello apoyado con una cuidada iluminación, creada por César Linares, que nos traslada del homenaje a los sótanos de la Dirección General de Seguridad con maestría. Por último tenemos el espacio sonoro diseñado por Ojo Último, que nos hace vibrar por su contundencia.
En definitiva, estamos ante una obra reivindicativa, corrosiva, directa, que nos habla sin tapujos de un personaje abominable, al que un país democrático debería condenar pero que en España ha sido protegido por todos los políticos. Una historia que tiene que ser contada, por respeto a las víctimas y por dignidad hacia una sociedad que no se merece tener a matones como este para "mantener el orden". Es innegable la labor que el Teatro del Barrio hace con este tipo de producciones, y desde aquí queremos aplaudir su valentía para dar voz y visibilidad a todo este tipo de historias que recorren nuestro pasado más reciente. Porque es muy necesario conocer lo que pasó para darnos cuenta del peligro al que estamos expuestos. No dejen de ir a verla, les removerá, les indignará, les perturbará, les emocionará, y saldrán del teatro adorando la obra y agradeciendo la enseñanza. EL TEATRO ES CULTURA Y DEBE FORMAR PARTE DE NUESTRA EDUCACIÓN COMO SOCIEDAD.
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Teatro: Teatro del Barrio
Dirección: Calle Zurita 20.
Fechas: Del 23 de Marzo al 4 de Abril. 23, 24, 26, 30 y 31 de Marzo a las 19:30. 27 de Marzo a las 20:30. 2 y 4 de Abril de las 19:30. Domingo 3 de Abril a las 18:00
Entradas: Desde 14€ en TeatroDelBarrio.
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