Déjense llevar y entren en este singular balneario, en el que un crisol de inclasificables personajes le harán vivir una experiencia inolvidable. Una historia con tintes de thriller, con retazos de humor negro, de esperpento, y mucha mala leche, la que sobrevuela durante toda la historia, con la que sus fantásticos personajes nos tienen atrapados desde el comienzo de la obra. Atrévanse a jugar con este montaje que lo mezcla todo con ingenio, en el que la realidad y la ficción se difuminan, en el que se baila entre la prosa y el verso, en el que descubriremos poliédricos personajes que nos harán plantearnos muchas e interesantes cuestiones de regreso a casa.
Esta pieza se ha convertido en uno de los referentes de la temporada, tras los premios a Mejor autoría revelación y Mejor espectáculo revelación en la pasada edición de los Premios MAX. También fueron finalistas en la categoría de Mejor diseño de espacio escénico. Por si esto no fuese poco, acaba de agotar entradas en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, dentro del Ciclo Plataforma. Ahora llega al Teatro Quique San Francisco dentro de la iniciativa de Teatro Urgente "Sala Joven", con la que se quiere dar cabida al teatro producido por creadores y creadoras entre los 20 y los 40 años. Con esta interesante iniciativa, que este año celebra su tercera edición, se pretende "presentarte al público de hoy a los protagonistas del teatro del futuro". Y si algo ha quedado claro con esta pequeña introducción, es que estas chicas hay que seguirlas muy de cerca, porque prometen ser referentes de lo que se hará en los próximos años.
Ellas son Mujer en obras, un proyecto de creación colectiva que elige al personaje femenino como origen y desencadenante de la ficción. El proyecto nace en 2017 con su anterior proyecto "LA (mujer en obras)" que pudimos ver en Nave 73, por la necesidad de Javier Ballesteros (director de la compañía) de crear una pieza teatral con un elenco numeroso compuesto únicamente por mujeres. La razón principal de esta necesidad primera es un empeño por descubrir un nuevo espectro de personajes femeninos. Discutir los arquetipos que colonizan nuestras ficciones, subir a muchas otras mujeres a las tablas. Con la certeza de que en la peculiaridad de cada una de ellas están los temas artísticos que nos convocan. Esa búsqueda de los distintos perfiles femeninos se acentúa en esta pieza, en la que son fascinantes cada uno de los personajes de las protagonistas.
Mujer en obras crea piezas escénicas con la duda de la figura femenina como punto de partida. De ahí naca esta nueva creación colectiva que ha sido escrita por Javier Ballesteros (que asume también la dirección). En este propuesta, como ya ocurría en su pieza de debut, el lenguaje escénico celebra siempre la duda. Mujeres que se cuestionan por el mero placer de hacerlo. No interesan las respuestas. Lo que ocupa, mueve y conmueve la creación es la pregunta como tal. Y la búsqueda subterránea que esta propone. En este texto Ballesteros nos muestra un interesante abanico de personajes del más diverso pelaje, de las que lo interesante es lo que son, no tanto lo que persiguen. Ellas dominan la historia, pero sobre todo nos inquieta saber más de ellas, conocerlas, desenmarañar el porque de sus decisiones, las razones que les han llevado a estar ahí. El conjunto de personajes femeninos de esta obra es un delicioso crisol de personalidades de lo más diverso, en el que cada una merecería tener un spin off para conocer su historia previa.
El montaje se desliza por diferentes géneros con la mayor de las solturas. Del thriller a la comedia, del surrealismo al costumbrismo, de lo onírico a lo realista, del misterio y al absurdo. Todo tiene cabida en esta divertida e ingeniosa propuesta sobre las decisiones vitales de un grupo de mujeres que acuden a este balneario que nos recuerda a los inhóspitos escenarios de memorables películas de terror. Con humor, desparpajo y mucha mala leche, el texto se nos presenta a modo de tragedia griega, con una mezcla muy divertida de prosa y verso, y un coro que hará las delicias del público por su vehemencia, su arrojo y su concepción formal (la figura del coro con las pelucas tapando las caras es impactante y muy potente como imagen). Un texto impecable y una ejecución formidable que hacen de este montaje una de las más gratas sorpresas de la temporada (premios aparte), con mucho ingenio a la hora de la composición formal, con elegancia en las transiciones y con unos personajes deliciosos y complejos que nos dejan atónitos desde la primera escena.
Centrándonos en lo que nos cuenta la obra (aunque por momentos sea del todo secundario), viajaremos a un balneario perdido en medio de la nada, a donde acuden mujeres que no pueden tener hijos, para bañarse en sus aguas termales y con unos "experimentales tratamientos", intentar quedarse embarazadas. Nuestra historia comienza con la llegada de una extraña mujer que parece estar fuera de lugar en ese ambiente en el que todos saben por lo que están allí, o al menos eso parece. En este lugar en el que conviven las enfermeras con los pacientes, las mujeres viven en un limbo, en una sala de espera eterna, en la que se sienten protegidas y viven felices, como en una especie de comuna. Pero la llegada de la misteriosa mujer, lo pondrá todo patas arriba.
La pieza toca muy diferentes temas, desde el deseo de las mujeres de ser madre (que se puede llegar a convertir en algo obsesivo en ciertos momentos) a la continuidad de la especie o la extinción del ser humano como máxima conclusión del ecologismo en la Tierra. Esto es lo que podemos leer en la sinopsis de la obra, pero una vez que entramos en este balneario, serán muchas más cuestiones las que nos golpeen con fuerza. La enfermedad, el miedo al futuro, la obsesión por la descendencia, pero también otras temáticas más genéricas como el poder, el populismo o las fake news, sobrevuelan un texto cargado de segundas lecturas y varias intenciones ocultas en cada línea argumental que plantea. El montaje está repleto de personajes y escenas de brillante factura que, con el juego de mezclar prosa y verso, nos atrapa desde la escena inicial.
Otro de los puntos fuertes de este montaje es su fantástico elenco, formado por Laura Barceló, Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno, María Jáimez, June Velayos y Pablo Chaves/Javier Ballesteros (que se intercalan el papel del doctor dependiendo de la función), que realizan un trabajo impecable, tanto a título individual como colectivo. Como ya hemos comentado antes, el trabajo de coro es impresionante, la precisión del trabajo grupal y la presencia escénica del grupo es muy potente, y el juego con las pelucas ingenioso y efectivo. María Jaímez está brillante en su papel de la misteriosa mujer que llega nueva al balneario. Por momentos fría y desagradable, en otros frágil y vulnerable. Nos muestra un personaje cargado de matices y aristas.
El resto de las actrices, que la mayoría duplican papel (de enfermera y paciente), están divertidas, corrosivas, empoderadas, vulnerables, descontroladas, precisas, seductoras, misteriosas, fabulosas. Cada una de ellas tiene un perfil muy definido en su papel de enfermera o paciente. Desde la divertidísima paciente sobre la que acaba girando la historia al grupo de enfermeras (a mitad de camino entre las supertacañonas o las hurracas parlanchinas y las colaboradoras ejemplares de un profeta) que organizan todo a su antojo, cada personaje aporta su granito de arena a esta alocada institución que se acerca más a un psiquiátrico que a un balneario. Pablo Chaves/Javier Ballesteros en el papel del médico, mantiene el nivel del grupo, con escenas delirantes con las enfermeras y su "amiga".
Todo esto está enmarcado en la interesante escenografía diseñada por Pablo Chaves (responsable también del vestuario),por la que ha sido nominado al Max, en el que nos lleva a un espacio poético y onírico, presidido por un gran elemento escalonado en el que encontramos la piscina del balneario. Un espacio que se moldea (pese a su rigidez formal) para convertirse en todos los lugares por los que transita la historia, espacios en los que se albergan los deseos y los miedos más ocultos de los personajes. Un lugar de encuentro y de confesión, de terapia y de diálogo, pero también de confabulación y debates existenciales. Todo ello delimitado por unas telas verticales que terminan de componer el espacio y sirven de entradas y salidas para las actrices. Y el toque definitivo para crear ese universo tan particular lo pone la delicada iluminación de Juan Seade, que consigue introducirnos en ese misterioso balneario en el que se entrelazan la realidad y la ficción, lo físico con lo mental, los deseos con los miedos, los sueños con las pesadillas. Por último, no podemos dejar de nombrar la embriagadora música de Isabel Arranz, que nos atrapa desde el comienzo de la función.
Tenemos que reconocer que todos los premios recibidos por esta obra son más que merecidos. Y no es poco decir. La compañía Mujer en obras ha conseguido una obra fabulosa, hipnótica, emotiva, con dosis de humor negro, con una sencilla trama que pasa a un segundo plano por la complejidad de cada uno de los personajes que habitan este particular balneario. Se han convertido, con apenas un par de montajes, en una de las compañías más interesantes del panorama teatral, y habrá que seguirlas muy de cerca para ver por donde nos sorprenden con su siguiente montaje. El listón ha quedado muy alto. Vayan y disfruten de estos baños, en los que descubrirán un universo muy particular, en el que todo puede pasar. Vayan, relájense y disfruten de la experiencia...
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