Dos obras de Tennessee Williams y un entremés: La marquesa de Larkspur Lotion y Háblame como la lluvia. La máquina teatral a veces hace que se llegue a ella con hambre y otras, que se salga con hambre de cultura o el entremés que me enamoró de Tennessee Williams y de Cristina Medina.
Decía Cristina Medina en el entremés que su misión es que nos enamoremos de Tennessee Williams y de sus personajes, aunque esto último es incluso más sencillo, ¿y por qué empiezo por el entremés? Porque no en vano un buen amigo me llamaba descontextualizada, me gustan los vericuetos, los atajos, los desvíos, en definitiva, la sorpresa.
Una de las mayores sorpresas, al menos para mí, vino de la mano de la voz de Cristina, cantando Nature Boy:
"(...) and then one day
A magic day he passed my way
And while we spoke of many things
Fools and kings
This he said to me:
"The greatest thing you'll ever learn
is just to love and be loved in return"
Qué belleza, la escucho mientras escribo y solo puedo pensar eso, qué belleza. Ya nos dicen en la obra que la bondad está ligada a la belleza, pero no cualquier belleza, aquella que se arma en medio de la vulnerabilidad, en medio de un mundo que agrede y escupe, que recurre incluso al delirio, a la ensoñación, que tiene todavía esa capacidad de evadirse, que tiene un pulso fuerte y valiente, porque podríamos decir que la derrota solo existe cuando se carece de sueños y no hay miseria más que en la renuncia.
La obra da lugar incluso al juego, ¿es la canción del principio Hello Dolly? Ese optimismo que contrasta con la marquesa que se despierta borracha, tambaléandose, en busca de algo de alcohol que llevarse a la boca. El cuadro torcido, un pretendido escudo de armas que luego nos dicen que compró en un mercadillo, la silla tirada, el insecticida que argumenta que usa para quitarse el esmalte de uñas y la famosa plantación de caucho del Brasil. ¡Ay, la plantación de caucho del Brasil! El asidero a la esperanza.
Chejov, el escritor que comparte alojamiento con la marquesa, no en vano tiene el mismo nombre que el autor ruso. Él también tiene su propia plantación del caucho del Brasil, una obra maestra de 780 páginas que está a punto de publicarse, que solo requiere de una firma, para estar en todas las librerías y suponer un antes y un después en la historia de la literatura.
Cuántos hemos sido o somos como el escritor o la marquesa, buscando asideros para la esperanza, para el proyecto que nos conduzca a donde realmente queremos estar.
Volviendo al juego, ¿es Lazy Afternoon la canción que suena mientras Cristina atraviesa la ventana? Yo diría que sí.
Pero en esta obra es un trío interpretativo el que sale a escena y todavía me falta citar a dos de ellos, son César Camino y Maripaz Sayago. ¿Qué puedo decir de ellos? Primero, confesarme, perdóneme padre porque he pecado, no soy actriz y lo que voy a decir probablemente es una impertinencia propia del que analiza pero no hace: no hay mayor pecado de un actor que pensar "no te creo", sin embargo a ellos sí les creo. Creo a Maripaz Sayago cuando interpreta a la patrona que lo único que sabe es que ese día no va a cobrar y creo cuando nos dice que quiere irse de ahí, a vivir otra vida, que va a adoptar el nombre de Ana John, que su vida será agradable como la habitación, que siempre llevará ropa limpia y la ansiedad desaparecerá.
También creo a César Camino cuando intercede por la marquesa, cuando pone en palabras toda la frustración y el miedo, cuando dice "Suponga que quise ser un gran artista pero me faltó valor" o cuando pronuncia "No hay más mentiras que las que mete en la boca el puño de la necesidad".
También le creo cuando se despierta, casi desmayado en la cama, deseando no haber cobrado el cheque del paro, cuando suplica no haberlo cobrado, como si él fuera otro sobre el que no tiene control, me creo su desesperación. También me creo cuando le dice a ella, señalando su frente, "dime algo de lo que pasa aquí", cuando la insta a hablar. Me lo creo cuando ella se va a vivir otra vida, relatándosela a él, y le pide que vuelva a la cama. Me creo la ternura del cuerpo que uno ama, otra esperanza a la que asirse.
Espero que, con todo lo dicho, hayan llegado a amar, al menos un poquito, al autor de estas obras y a este elenco maravilloso que lo interpreta.
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FICHA ARTÍSTICA
Dos obras cortas de Tennessee Williams.
Entremés de María Ruiz y Cristina Medina.
Versión y dirección María Ruiz.
Con César Camino, Cristina Medina y Maripaz Sayago.
Diseño de espacio escénico Juan Carlos Savater.
Diseño de iluminación Felipe Ramos.
Diseño de vestuario Chary Caballero.
Diseño de sonido Benigno Moreno.
Ayudante de dirección Juanfran García.
Residente ayudantía de dirección Teatro Español Cristina Simón.
Una coproducción de Teatro Español y Producciones Come y calla.
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