¿Han jugado con sus amigos, amigas, primos, primas, hermanos, abuelas y demás personajes de la vida a eso de tirar un palito al agua encima del puente para que se lo lleve la corriente río abajo? ¿Recuerdan esa sensación, esa tensión para que tu palito flote y se deslice más rápido del resto de palitos? ¿Ganarán esa importante carrera? ¿La tienen presente, la sensación?.
Pues esa, precisamente esa, es la vivida viendo el montaje corchiliano abadilesco que les presentamos, como siempre a golpe de campana y del tic tac del tiempo, ese que nunca se detiene. “Como muchos de ustedes saben, estos últimos meses…”, así comienza este viejo y cansado profesor de ética y filosofía política jubilado, perdón que es con mayúscula todo este título, su propia reflexión, su disculpa, su argumentación, su moral, su DILEMA. Este señor de izquierdas, resistente, impoluto y revoleras tiene un cáncer terminal, pero aparece un tratamiento nuevo para curarse que el multimillonario de turno, dona o sufraga para limpiar la imagen que el dinero marca.
La imagen y su conciencia. El profesor siempre ha criticado abiertamente todo este sinsentido, pero hete aquí que puede ser su flotador, su salvación… Y viene la decisión, el consabido dilema. Principios o vida. Muerte o ideales. Ying o yang. Al preparar su decisión, que hará pública, aparece como caído del cielo, un ángel pelirrojo, un antiguo alumno suyo, Cosme Miranda, peculiar, también mayor, con muchos datos sin confirmar, con el que tendrá que ajustar el pasado, cuentas varias y varias cuentas. Y ya no paramos. Y ya se monta el duelo, de espejos, de grabadoras, de escenarios diametralmente opuestos e idénticos que buscan esa suave confrontación, que irá acelerándose, deteniéndose, subiendo, bajando… Un ring imaginario facultativo donde se nos plantean cuestiones morales que nos afectan y nos revientan por igual, porque quien más quien menos las tiene, porque “¿Cómo se recupera uno después de ver a su mujer ahorcada en el cerezo del jardín?”
Y esta moralina, moral o ética tan visible, tan latente, tan estudiada, nos acompaña a lo largo de la obra, donde a un dilema le sucederá otro dilema, se superpondrá , caminará a su lado, se dejará de lado, siempre con un aumento de tensión, con agobios, con una atmósfera que se irá enrareciendo, tiñendo de un humo sutil que nos envolverá, que no nos dejará pestañear, que nos seducirá lentamente para jugar , para pensar, para observar, para justificar si cabe acciones de uno y otro lado. Ramón Barea, el profesor, y Patxo Telleria, el alumno, nos acompañan en esta búsqueda del bien y del mal con vencedores y vencidos, con miradas al pasado, con retos del presente e incertidumbres cercanas en el tiempo. Un ajedrez sin casillas, un parchís descolorido donde jugamos, donde sonreímos con un humor inteligente, de ese que ya no se estila, de ese que necesita de un pensamiento previo, de ese que se saborea al rato, como el buen vino.
Con esos personajes vivos, con presencia, con arco, con evolución, con sonoridad en sus acciones, palabras y silencios, dando forma al extraordinario texto de Patxo Telleria, Ramón y Patxo, Patxo y Ramón, profe y alumno, compañeros todos, nos adentran en los laberintos de la mente para llegar a conclusiones que cada espectador decide, que cada espectador elabora, que cada espectador juega. Ellos tiran los dados. Y que bien dirigido todo, como ha conseguido Mireia Gabilondo exprimir la profesionalidad de estos dos grandes actores, que nos llevan de aquí para allá con sus dilemas, con sus cavilaciones, son sus corchos que flotan y se hunden, aunque luego siempre salen a flote, como el viejo profesor, con sus registros, con sus cambios, con sus posturas y poses , con sus incertidumbres e incoherencias, como cualquiera de nosotros, como cualquiera de ustedes, en una tarde prematuramente oscura que presagia un prematuro invierno.
Vengan al Abadía con su dilema, vengan a filosofar, a decidir, a disfrutar de la propia elección, la suya y la ajena. Vengan y deliberen. Los disyuntores varios y las varias disyuntivas servidas están. Si después lo comentan con otro corcho, el de un vino , ustedes eligen y deciden. Pero sobre todo, no olviden que “si ustedes me han entendido, es porque yo me he explicado mal” .
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FICHA
Texto : Patxo Telleria
Dirección: Mireia Gabilondo
Reparto: Ramón Barea, Patxo Telleria
Producción: Tartean Teatroa
Duración: 90 minutos
Lugar: Sala José Luis Alonso
Fechas: Del 24 de Octubre a 10 de Noviembre
Horario: De martes a sábado: 20:00 h Domingos: 19:30 h
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