Mihura, el último comediógrafo. Nave 10 Matadero

 

El metateatro es uno de los recursos más utilizados por la dramaturgia actual, y no siempre funciona. Pero en este montaje de Beatriz Jaén se convierte en el eje conceptual de la obra y consigue engancharnos desde el principio. "Mihura, el último comediógrafo" se construye como una representación dentro de otra, donde Mihura no solo revive su historia, sino que la interpreta, la comenta y la resignifica. Este recurso permite un juego constante entre la ficción y la realidad, haciendo partícipe al espectador del proceso creativo y del conflicto interior del autor.


Nave 10 Matadero apuesta por el talento joven de menores de cuarenta años con la elección de Beatriz Jaén como directora. Actriz, dramaturga y ayudante de dirección, Jaén se ha consolidado como una de las voces emergentes más prometedoras del teatro madrileño. Este proyecto marca el inicio del acompañamiento artístico, una iniciativa en la que Marta Pazos, directora de escena de "Juana de Arco" (obra que inauguró la temporada de este nuevo espacio teatral), guía a Jaén a través de sesiones de trabajo, enriqueciendo su proceso creativo. Con esta propuesta, Nave 10 Matadero fomenta el aprendizaje y el intercambio artístico entre nuevas generaciones y referentes teatrales consolidados. Una sinergia que promete innovación y diálogo entre talentos y esta obra es claro ejemplo de ello.

Esta producción conjunta de Nave 10 Matadero y Entrecajas Producciones Teatrales ahonda en la vida de Miguel Mihura y que pasó con su primera obra teatral “Tres sombreros de copa”. Obra que tardó cerca de veinte años en estrenarse.

Escrita por Adrián Perea se presenta como un ambicioso homenaje escénico a Miguel Mihura, figura esencial del teatro español del siglo XX. Lejos de ofrecer una biografía tradicional, la puesta en escena propone una reflexión profunda sobre el proceso creativo y la incomodidad del genio frente a su tiempo.

El texto de Adrián Perea escapa del convencionalismo biográfico para construir un juego de espejos donde el autor de "Tres sombreros de copa" se convierte en personaje, narrador y testigo de su propia historia. La estructura metateatral permite articular escenas del pasado, ensayos teatrales y monólogos introspectivos, entretejiendo la dimensión personal con la artística y personal. Una obra llena de cambios. Ágil y divertida con diálogos chispeantes. Donde se pone nombre y apellidos , quizá inventado, a la bailarina de la compañía de Buby Barton frente a la novia de La Toja.

Uno de los aciertos del texto es el diálogo constante entre el Mihura joven y el adulto. Esta dualidad no solo ilustra la evolución psicológica del personaje, sino que expone las tensiones que marcaron su trayectoria: la lucha entre la innovación y el miedo a la incomprensión, entre la vanguardia estética y la autocensura dictada por el contexto

La gran herramienta de Mihura, el último comediógrafo es asumir el metateatro no como un recurso de estilo, sino como el núcleo de la propuesta. Toda la obra es un espejo que se dobla sobre sí mismo: Mihura se observa a través de su arte, revive sus recuerdos como escenas, se interpreta desde la distancia crítica de quien ya no es el mismo.

Este juego de capas permite hablar del teatro como herramienta de construcción identitaria. Para Mihura, representar es recordar; ensayar es reinterpretar el pasado con una nueva luz. Y para el espectador, asistir a esta representación es sumergirse en una experiencia que cuestiona las fronteras entre lo real y lo ficticio, todo ello con ironía y ese humor tan de La Codorniz.

El trabajo actoral sostiene gran parte de la eficacia emocional y conceptual de la obra. David Castillo y Rulo Pardo encarnan, respectivamente, al Mihura joven y al maduro, estableciendo una complicidad escénica que enriquece la progresión narrativa. Castillo aporta vitalidad, irreverencia y una inocencia entrañable, mientras que Pardo ofrece una interpretación más contenida, melancólica, cargada de silencios elocuentes y miradas que dicen más que los diálogos. La juventud con todas las ilusiones y un Mihura cargado de desengaños, fracasos y esperas.

En lugar de subrayar el contraste entre las dos etapas, la dirección apuesta por los matices: el humor de Castillo no se reduce a la comedia física, ni la gravedad de Pardo a la resignación. Esta sutileza contribuye a que el público perciba a Mihura no como un icono, sino como un ser humano en permanente negociación consigo mismo.

El elenco coral, compuesto por Paloma Córdoba, Esperanza Elipe, Esther Isla, Kevin de la Rosa y Álvaro Siankope, desempeña un papel fundamental en la construcción del universo emocional de Mihura. Cada actor transita entre la profundidad de su personaje y se convierte en un elemento clave dentro de la puesta en escena.

Por un lado, funcionan como estímulos creativos e interlocutores emocionales, aportando profundidad y matices a la narrativa. Por otro, actúan como referentes morales y como contrapunto de comicidad física y dinamismo, evocando el espíritu circense que tantas veces inspiró al propio Mihura.

Esta atmósfera nos remite de inmediato a la película El viaje a ninguna parte, de aquellos cómicos itinerantes.

 


Beatriz Jaén demuestra una sensibilidad especial para orquestar una obra de múltiples niveles sin caer en la dispersión. Su mirada como directora logra equilibrar el tono lúdico con el trasfondo existencial que late bajo cada escena. El ritmo es ágil, pero no vertiginoso, lo que permite al espectador conectar emocionalmente con los momentos clave del personaje.

Uno de los mayores logros de Jaén es su uso expresivo de la cuarta pared. Lejos de ser un mero recurso estilístico, la ruptura constante entre escena y platea funciona como una estrategia de reflexión. Mihura no solo representa, sino que comenta lo representado, se cuestiona, se ríe de sí mismo y nos invita a participar de su mirada crítica sobre el teatro, la sociedad y su lugar en ambos.



Jaén concibe el montaje como un ensayo permanente, una búsqueda que nunca se detiene. Esto se traduce en una dirección actoral precisa, que apuesta por lo orgánico y por la escucha entre los intérpretes.  Hay una escena con la sobrina de Mihura que es maravilla. Y que no pueden perderse.

La escenografía diseñada por Pablo Menor Palomo propone un espacio que mezcla sin unirse el camerino, el ensayo y el escenario. Elementos como bastidores móviles, espejos, bombillas teatrales y percheros no solo evocan la atmósfera de un teatro antiguo, sino que funcionan como dispositivos simbólicos que activan recuerdos, conflictos o sueños del protagonista.

La versatilidad del espacio permite una escenografía mutante, donde cada cambio de iluminación –obra de Pedro Yagüe– transforma la percepción del lugar y del tiempo. Tonos cálidos y fríos para la madurez, juegos de sombras y claroscuros, todo confluye para subrayar el viaje emocional del personaje. Esta plasticidad visual refuerza la idea de que el teatro es, ante todo, una fábrica de memoria y de imaginación.

El vestuario de Vanessa Actif acompaña con una paleta que transita de los colores vivos y despreocupados. Pelucas, vestidos. Todo ello para evocar las distintas escenas.


Mihura, el último comediógrafo no pretende idealizar al autor, sino presentarlo en toda su complejidad. Es una obra sobre la incomodidad de ser pionero, sobre el vértigo de no ser comprendido a tiempo, sobre la necesidad de esperar veinte años para que una obra pueda existir en el mundo. Celebra el legado de Mihura. Pero también es una obra sobre el poder redentor del humor, sobre el teatro como refugio y trinchera, como espejo y trampa. El teatro como un juego y la comedia como herramienta para incomodar y una forma de resistencia.

RESEÑA ESCRITA POR GEMA COLADO

-------------------------------------------------------------------------------------

Teatro: Nave 10 Matadero
Dirección: Paseo de la Chopera 14.
Fechas: Del 22 de Mayo al 15 de Junio. De Martes a Domingo a las 19:30.
Duración: Por determinar
Función accesible: Viernes 13 de Junio.
Entradas: Desde 15,75€ en Nave 10.


Ficha artística

AUTOR: Adrián Perea

DIRECCIÓN: Beatriz Jaén

REPARTO: David Castillo, Paloma Córdoba, Esperanza Elipe, Esther Isla, Rulo Pardo, Kevin de la Rosa y Álvaro Siankope

DISEÑO DE ESPACIO ESCÉNICO: Pablo Menor Palomo

DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Pedro Yagüe

DISEÑO DE SONIDO Y COMPOSICIÓN MÚSICA ORIGINAL: Luis Miguel Cobo

EQUIPO DE PRODUCCIÓN (ENTRECAJAS PRODUCCIONES): Chusa Martín, Susana Rubio y Valle del Saz

DISEÑO DE VESTUARIO: Vanessa Actif

ACOMPAÑAMIENTO ARTÍSTICO: Marta Pazos

DISEÑO DE VIDEOESCENA: Elvira Ruiz Zurita

Una producción de Nave 10 Matadero y Entrecajas Producciones Teatrales

Critica, Blog de critica teatral, Critica teatral. Teatro. Reseñas. Cartelera. Programación, Crítica teatral, critica teatral Madrid, crítica teatro, crítica teatro Madrid, crítica, críticas, Madrid

Traductor