El Buscón en Corral de Cervantes

"Si estás esperando que este show dé comienzo / no desesperes / has llegado a tiempo, / este es el lugar, este es el momento.” (José Luis Esteban, Big Bang, 2019)

Hablar de Teatro del Temple es algo así como hablar de un metacuadro, nos sorprenden en cada una de sus creaciones pero lo que siempre sabemos es que formaremos parte de la función. Lo supimos siendo silencio en el espectáculo de José Luis Esteban y Naiel Ibarrola “Abre la puerta”, no seremos títeres, ni convidados de piedra, pero más aún no lo serán los personajes a los que interpretan dotándoles de un carácter y una personalidad propia e insustituible que ya es seña de identidad de la compañía.
Sentados en nuestra butaca en una calurosa tarde, aparecía Don Pablos como si hubiese subido como nosotros la Cuesta de Moyano perdido en sus pensamientos, dimes y diretes de una calle engalanada para la ocasión. Y entraba Don Pablos a este Corral de Cervantes a departir con el público, un poco sobre Francisco de Quevedo un tanto sobre El Buscón. Y no es que Don Pablos anduviera enojado con su padre putativo, mas bien nos desvelará con anhelo que le hubiese gustado que no todo hubieran sido miserias. Ya no sabíamos donde se escondía el actor y allí junto a nosotros el antagonista dentro del protagonista charlando amigablemente. No habían pasado ni unos minutos y José Luis Esteban como es habitual ya se había fusionado con el personaje de tal modo que no sabíamos si Don Pablos había viajado a esta tarde del Madrid estival o nos estaba llevando de su mano a una dudosa fecha entre 1604 y 1640. 
Una vez que Esteban subió a proscenio, lo tuvimos claro. Íbamos a viajar con él a una vida de miserias, picarescas, personajes de todo pelaje y anécdotas de un buscavidas. Entre este divertimento y tantas risas, transmitía el comportamiento social, las clases sociales, la economía, las ambiciones de los españoles en aquel siglo XVII, convirtiéndose Esteban en un cuasi personaje colectivo, siendo altavoz de una época, además de interpretar a varios personajes en escena.
Un trabajo actoral, que va mucho mas allá de conocer el oficio, tener tablas o experiencia técnica, se trata más bien de conocer al personaje, la filosofía de lo que el autor quería contar  y entender por tanto el texto y contexto de una época hacerlo suyo, generar verdad en escena y nosotros allí pícaros ya, cómplices de un tiempo de ambiciones para algunos, hambre para tantos. 
Ramón Barea en la dirección con la ayudantía de Irene Bau, nos muestra la parte mas esencial del personaje despojando la puesta en escena de todo elemento residual, eliminando el ruido y permitiendo que nos adentremos en una historia, la de la propia vida, sin ambages, dando importancia a la palabra que meritoriamente resuelve José Luis Esteban como hilo de transmisión entre el texto y el público, una novela picaresca convertida hábilmente en monólogo, donde conoceremos a varios de los personajes que se va encontrando Don Pablos, la utilización del cuerpo, gesto, voz y ante todo alma harán que José Luis Esteban no interprete a varios personajes, más bien se convierta en ellos y nos olvidemos del anterior cuando nos presenta al siguiente.

Se lo contamos:
Don Pablos, el Buscón, un ser marginal, que intenta rebelarse contra su destino de desheredado de la fortuna. Hijo de padres de conducta discutible y final indiscutible por deshonroso, su viaje en busca de la honorabilidad y la honra, sus intentos inútiles por ascender en la escala social de la época, lo ponen en contacto con todos los estamentos: el clero, la milicia, el mundo del dinero, el de las comedias, los chulos, las meretrices, los alguacilillos. Cuanto más virtuoso intenta ser, más tortuosos son los senderos que tiene que recorrer.
Mientras tanto risas desde la inteligencia y tratar al espectador como adulto, que no es cosa fácil en estos tiempos. Porque como ellos mismos nos adelantaban en el programa de mano “No es que pensemos que lo clásicos son divertidos. Es que, en muchas ocasiones, si no son divertidos, es que no son clásicos” y sin duda así fue.

Una escenografía espuria y exigua, entiéndannos, nada es lo que parece, unas maletas y un armario multivalente les llevaran a múltiples lugares y  situaciones, teatro de objetos, integrando los elementos en la puesta en escena de un modo sobresaliente.  
Bucho Cariñena en un magnífico trabajo de iluminación junto a Tomás Ruata en escenografía sabiendo transmitir ese contexto de pícaros y el anhelo de una Corte a la que nunca se llegará. Vestuario de la mano de Beatriz Fernández Barahona que nos hará entender que nos meceremos entre este Corral de Cervantes del siglo XXI y aquel siglo XVII de Quevedo. 

No nos imaginamos el trabajo que conlleva convertir tan harta dificultad en algo tan sencillo. Picarescamente recomendable. 

             

El Buscon. 
Dirección: Calle Claudio Moyano
Fechas:  31 de julio a 09 de agosto
Entradas:  Desde 6€ en Fiesta Corral de Cervantes

PROGRAMACIÓN FIESTA CORRAL DE CERVANTES 24 de julio al 22  de septiembre.

          

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