Teatro: Lo que mamá nos ha dejado. Teatro Lara


La pérdida de un ser querido siempre nos marca, desestabiliza el entorno en el que vivimos, y consigue cambiar nuestra vida para siempre. La ausencia de una madre, un padre bohemio, tres hijas muy diferentes y con mucho carácter, una situación muy complicada de la que es complicado que salga todo bien. Las familias son cada una un mundo, con sus peculiaridades, sus manías y sus rarezas, pero es siempre el refugio al que volver cuando la vida nos golpea. Un oasis al que regresar cuando vienen mal dadas, porque aunque las relaciones familiares sean muchas veces difíciles, como en casa no está en ninguna parte.



Tras el éxito de la temporada pasada, regresa al Lara esta divertida comeda sobre una familia muy peculiar (como todas de una u otra manera), que debe lidiar con sus penurias y sus miedos para hacer frente a la adversidad. Una desgracia puede acabar uniendo más de lo que nos podemos imaginar, y personas aparentemente en las antípodas unas de otras pueden hacer piña ante el dolor de uno de los miembros de la familia para arrimar el hombro y tirar para adelante todos juntos y con mucha más fuerza. La unión hace la fuerza, y en este caso el apoyo de los seres queridos ayuda a pasar el bache y a cerrar muchas heridas del pasado.


La compañía PasoAzorín Teatro pasa por uno de sus momentos más dulces desde su creación. Afincados en el Teatro Lara desde primavera, han ido mostrando algunos de sus mayores éxitos, en una cuidada selección que nos ha dejado ver la polivalencia de este grupo. Desde la impactante y transgresora "La ramera de Babilonia" al estreno del clásico de Oscar Wilde "La importancia de llamarse Ernesto", han ido mostrando obras de todo tipo de temática y condición. Montajes más oscuros como "Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales", decadentes como "BesARTE, mirARTE, follARTE", hasta llegar a esta comedia familiar, Ramón Paso consigue siempre crear un universo tan particular que con cada nueva historia nos transmite algo muy distinto, con unas señas de identidad claras, en las que prima siempre la comedia inteligente, cargada de mensaje.

En este montaje nos presentan una comedia alejada de sus trabajos anteriores, más convencional, en el que conoceremos a una familia de lo más peculiar (como no podía ser de otra manera en un montaje de Paso), que por diversas circunstancias van a parar a una cabaña de la sierra de Madrid. En un minúsculo espacio, al que una de las hijas (la dueña de la casa) va a desconectar del mundo, se convertirá en un polvorín en el que se removerán los fantasmas de pasado, sacando a relucir todos los miedos que habían distanciado a la familia. En este particular via crucis iremos conociendo la esencia de cada uno de ellos, en un viaje sin retorno a los lugares más oscuros de su pasado. Infidelidades, rencores, celos, ausencias, todo tiene cabida en este proceso de reinvención colectica.


Ramón Paso huye de su zona de confort para ampliar el espectro dentro de un género que domina tan bien como es el de la comedia. Con alguno de los rasgos que caracterizan sus montajes, en esta ocasión se mueve en el terreno de la familia, al que ya se acercó con su texto "El reencuentro", pero en este caso lo moldea a su gusto, con personajes que viven en el alambre, castigados por la vida, que se deben agarrar a sus orígenes para poder salir adelante. Una historia menos sorprendente que las que nos acostumbra (aunque con giros de lo más inesperados), pero con el mismo minucioso y cuidado tratamiento de cada uno de los personajes, que de tan extremos se nos hacen familiares. Esta comedia, más comedida y mundana, nos coloca frente a los problemas de una familia, pero en realidad nos habla de relaciones personales, abordadas en este caso con menos poesía y más crudeza que en los otros montajes que hemos mencionado. La familia vista desde el prisma de Ramón Paso nunca es algo normal, ya que su visión ácida y revolucionaria de las cosas, nos hace verlo todo de manera distinta.


Este verano hemos podido degustar el buen hacer de esta compañía, con comedias del más diverso pelaje, alejadas siempre de los tópicos y con unos argumentos de lo más interesantes, tratando siempre temas de gran calado pero enfocados desde un punto de vista muy particular, con una deliciosa pátina de humor con el que endulzan los temas más trascendentales. La diversidad en las temáticas, siempre tamizadas por la pluma de Ramón Paso, convierten cada nuevo montaje en toda una experiencia, donde se habla de temas comunes (o no tanto) desde otra perspectiva, lo que hace que nos riamos de las cosas más serias y dolorosas. Provocadores, sarcásticos, elocuentes, astutos, transgresores, los montajes de PasoAzorín son un soplo de aire fresco en la comedia, una nueva manera de ver la vida, de reirnos de nosotros mismos al tiempo que nos hacen reflexionar sobre temas tan importantes como el feminismo, la familia, las relaciones sentimentales, la amistad o el amor. Una manera de ver la vida muy alejada de los estereotipos, pero mantienen siempre un espíritu crítico ante el mundo que nos rodea.


En este montaje se acercan más a lo convencional, siempre manteniendo su esencia, con personajes perfectamente confeccionados, con miles de matices y registros muy variados. Manteniendo el poso de comedia inteligente, esa que nos hace reir al vernos reflejados en cada escena, en cada historia, pero intentando aportar su visión de la vida, llevando cada situación a lugares que no imaginamos. Nada está contado por el simple hecho de conseguir la risa fácil, sino que cada uno de los personajes lleva una mochila cargada de pesados recuerdos que han ido marcando sus vidas, las cuales se han desarrollado de manera absolutamente divergente. Una manera diferente de abordar la comedia, dejando un poso de realidad tamizado de loca comedia.

La relación que se ha creado en esta compañía es lo más parecido que puede haber a lo que se entiende como una familia, todo encaja a la perfección y se destila en todo lo que hacen un halo de creación colectiva, de compañerismo, de buen rollo. Nadie mejor que ellos para hablarnos de la familia como concepto de grupo unido, de compañeros que se apoyan y se ayudan en los malos momentos. Cada una de las actrices saca lo mejor de si en cada escena, saben por hacia donde ir en cada momento para conseguir el máximo de la compañera, una conexión que traspasa las tablas, pero que ayuda a que una vez en escena todo fluya y sea real. Las tres actrices de la compañía son los pilares fundamentales sobre los que asientan todos los montajes de PasoAzorin. Ana Azorín, Inés Kerzan y Ángela Peirat convierten cada nueva obra en un torbellino de energía y fuerza, de diversión y locura, arrasando con todo lo que les pongan delante. La fuerza y la energía que transmiten les lleva a crear situaciones alocadas, de un ritmo vertiginoso, que sólo ellas (con la sabia dirección de Paso) consiguen llevar a buen puerto sin que resulte excesivo.



Ana Azorín lleva la batuta de la historia, es el personaje sobre el que gira la obra, el punto de inicio de todo y el canal por el que va discurriendo todo el montaje. Sobre ella se va canalizando la historia, mientras que el resto de personajes van amoldándose a las neuras y la mala leche de esta mujer que acaba de descubrir que su marido le engaña. Con la presencia que tiene, la actriz se mueve con soltura en un personaje como este, que arrasa con cada frase lapidaria que suelta, mientras con cada gesto deja helado a cualquiera. Inés Kerzan da vida a una hippye trasnochada, en el que es su papel más divertido hasta la fecha. Con una dulzura desmesurada, que empalaga y desguicia a sus hermanas, la actriz consigue crear un personaje redondo, lleno de tics cómicos de lo más variado, desde lo físico a lo gestual. Sin duda es un papel hecho a su medida, a mitad de camino entre la Phoebe más absurda y una Pipi calzaslargas de lo más protectora. La tercera de las hermanas es la siempre contundente Ángela Peirat, que en este caso vuelve a regalarnos una interpretación descomunal, llena de fuerza y alegría. Su sola presencia en escena es sinónimo de risa, es una bomba que con cada movimiento consigue que todo se tambalee. En esta obra tiene un papel que va cambiando a lo largo de la historia, pasando de una alocada macarra a una concienzuda mujer responsable, sorprendiendo a propios y extraños.

Completando el reparto tenemos a Eloy Arenas (que sustituye en esta temporada a Carlos Cerqui) en el papel del bohemio padre que no ha sabido como educar a sus hijas, y Ainhoa Quintana (que sustituye a Lorena Cervantes) en el papel de la joven amante del padre, lo que le lleva a ser el enemigo público de las tres hijas (los momentos de pelea con Ángela Peirat son memorables). Arenas tiene que lidiar con estos tres terremotos que tiene por hijas, mientras intenta que la relación con su joven amante no haga saltar todo por los aires. Por su parte, Quintana nos regala un personaje muy divertido, una chica inocente que se ha enamorado de su profesor, y que solo pretende caer bien a sus hijas, con resultados desastrosos.





Con una escenografía muy sencilla (como es habitual en los montajes de la compañía) la historia transcurre en el salón de la pequeña cabaña, en torno al sofá del salón, una estantería y una chimenea. El espacio escénico, muy centralizado, se va acoplando en cada escena con la iluminación de Pilar Velasco, que consigue crear momentos más o menos íntimos según las necesidades de cada escena. Un lugar que pasa desapercibido ante lo que pasa en él, ya que el verbo y la acción se imponen al contenedor en el que sucede la historia.

El conjunto funciona a la perfección, con unos ritmos mucho más marcados que en otros montajes, pero que resultan igual de efectistas. Con una velocidad endiablada por momentos, los momentos de pausa con los que se ralentiza la obra se agradecen, ya que podemos coger fuerzas para el siguiente terremoto que se nos viene encima. Los cambios de escena son interesantes momentos en los que el padre se va situando en escena y el público aprovecha para poner en orden todo lo sucedido hasta ese momento.


 
Tras este verano, podemos decir sin ánimo a equivocarnos, que PasoAzorín es una de las compañías más en forma de nuestro país. Capaces de estrenar montajes del más diverso pelaje, todos tienen la misma carga de gran comedia, sin que la calidad de los proyectos se devalue por la cantidad. La sencillez con la que tratan los temas más profundos, o la trascendencia que le dan a temas de lo más cotidiano, hace que el repertorio de la compañía no tenga fin. Tanto versionan un clásico como hacen un alegato feminista, nos hablan de una pérdida en el entorno familiar o de los problemas en las relaciones de pareja. De padres promiscuos a infidelidades, de una madre ausente a las relaciones tóxicas, todo cabe en el universo Paso, y todo encaja a la perfección.
 
 
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Lo que mamá nos ha dejado
Teatro: Teatro Lara
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15
Fechas: Jueves 22:15.
Entradas: Desde 12€ en teatrolara, atrapalo, ticketea. Del 18 de Julio al 31 de Octubre.

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