Teatro: Pulmones. Teatro Valle-Inclán

Cada pareja es un pequeño mundo, con sus propios conflictos, sus miedos y sus alegrías, sus verdades como puños y sus mentiras piadosas. Un ecosistema que sobrevive dentro del caos del mundo con sus propias pulsaciones, sus propios ritmos, que se protege del exterior mientras defiende su propia unidad. Una lucha continua por llegar a acuerdos, por dar pasos adelante de forma consensuada, por ir superando etapas sin mirar atrás, con el miedo de la incertidumbre por lo nuevo que se avecina.


Una relación sentimental si cimienta en el amor, la confianza, la complicidad, pero hay otros motivos que la moldean. Las ideas que cada una de las dos personas tengan sobre el mundo, la política, la religión, el ecologismo, pueden influir al tomar decisiones importantes, como puede ser la compra de una casa, una cuenta común en el banco, donde y como hacer la compra, o el tener un hijo. Una realidad en la que se verán reflejados la mayoría de los jóvenes que vean esta historia, marcada por la precariedad, un mundo que se desmorona, un planeta en estado de emergencia, una realidad social que los empuja al abismo, pero en la que también disfrutarán de una historia de amor llena de emociones, de sentimientos a flor de piel, de miedos, pero también de mucha complicidad y confianza.


Esta producción del Centro Dramático Nacional viene precedido de un gran éxito de montajes sobre el mismo texto en países tan diferentes como Reino Unido, Chile, Estados Unidos, México o Canadá entre otros, llegando a representarse en tres continentes. El texto, directo y de rabiosa actualidad, fue escrito por el autor británico Duncan MacMillan, y ahora ha sido traducido al español por María Caudevilla. El texto está impregnado "la conciencia ecológica como revulsivo contra el apocalipsis", una gran crítica de nuestra sociedad desde dos personajes profundamente ecologistas, lo que es "un epítome de este tiempo, donde la coherencia es imposible por el miedo que provoca el conocimiento, aprendemos del error y el amor es un bálsamo".



La dirección de esta bella y comprometida propuesta corre a cargo de José María Esbec, con María Caudevilla como ayudante de dirección, que realiza una inteligente y sencilla propuesta, en la que se pone en foco en el texto, en la palabra, en lo que los actores quieren transmitir. La puesta en escena ha sido de los elementos más complejos de afrontar para el director, ya que "el autor propone desnudar del todo el escenario y rompe con todas las convenciones temporales en los diálogos, haciendo que, en ocasiones, entre réplica y réplica pasen meses, e incluso años, con el único objetivo de dar paso a una conversación honesta y centrando la atención en lo que se dicen los actores, para que el público se haga un montón de preguntas".


La obra se mueve sobrevolando drama de una juventud que quiere avanzar pero todo parece estar en su contra, incluso el planeta les manda señales que les asustan a la hora de tomar decisiones. Pero lejos de ser una obra pesimista, la comedia lo inunda todo. Los conflictos (tanto internos como de la pareja) se tratan de una manera real pero desde una perspectiva que nos divierte, todo se dice de forma contundente, incluso despiadada, pero se sabe deslizar una pátina de comedia que da mucha más credibilidad al montaje, ya que nosotros mismos intentamos no hacer demasiado drama de las cosas que nos rodean e intentamos tomárnoslo con filosofía.

La obra comienza con una de las situaciones más trascendentales en la vida de una pareja: La posibilidad de tener un hijo. Todo lo que parece ser una relación consolidada comienza a tambalearse, a resquebrajarse en sus mismos cimientos. Su vida entera parece no tener sentido, las posturas de cada uno de ellos están a años luz. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo puede haber cambiado todo tanto de repente? ¿Son nuestros miedos reales o sólo una excusa para no afrontar nuevas responsabilidades? En esta conversación aparecen todos los temas que rondan por la cabeza de cualquier joven de la actualidad: El cambio climático, la precariedad laboral, los salarios, el precio de la vivienda....



"Diez mil toneladas de CO2. El peso de la Torre Eiffel. Ésa sería la atroz huella de carbono en la atmósfera que dejaría una nueva criatura en un mundo superpoblado como el nuestro". Así de contundente comienza la respuesta de la chica, una abrumadora declaración de intenciones de lo que es el personaje, una mujer en la treintena muy meticulosa y racional, concienciada casi de manera enfermiza con el medio ambiente (o quizás es que todos deberíamos ser así) y con muchas dudas sobre su vida, su futuro, sus sueños y sus inquietudes. Así comienza una conversación que les irá acercando y alejando, que les permitirá exponer sus puntos de vista sobre la vida, y que nos hará ver la cantidad de dificultades que conlleva el ser padre en la actualidad, cuando todo parece que se está yendo por el retrete.



Esta dubitativa y entrañable pareja es la formada por Zaida Alonso y Alberto Amarilla, que nos hacen reír, llorar y sobre todo sentir como si lo que nos cuentan nos estuviese pasando a nosotros. Los dos actores nos presentan unos personajes a los cuales nos creemos desde el primer minuto, son auténticos, reales, cercanos, nos vemos reflejados en su manera de pensar, en sus miedos y en sus sueños, en sus dudas sobre cada decisión que deben tomar. Para que esta cercanía traspase la cuarta pared y nos llegue del todo, los dos actores utilizan sus mismos nombres a la hora de dar vida a estos dos treintañeros que sufren por el planeta y por sus propias vidas a partes iguales. Desde el primer momento se desnudan ante nosotros, dejando que nos agobien sus dudas, que sintamos sus miedos, que veamos su angustia ante la incertidumbre.



Alberto es un chico alegre, optimista, que se lanza, sin pensar en exceso, en busca de sus sueños. Su situación laboral es bastante precaria (lleva años tocando en un grupo, pero la música no acaba de darle un sueldo suficiente para encontrar una estabilidad) pero eso no le importa, el quiere dar un paso más en su relación con Zaida y no ve ningún impedimento. Por su parte Zaida es todo lo contrario. Ella está a punto de terminar un doctorado y vive por y para ello, no necesita que nada (ni nadie) le aleje de su objetivo. Ella es muy insegura, no deja de ver el lado negativo de las cosas y es algo extremista a la hora de plantear sus ideas. Esta inseguridad hace que poco a poco el optimismo de Alberto se desvanezca y se vaya alejando de ella.

Una relación con conflictos, como cualquiera, y con grandes momentos de sinceridad y amor. Una montaña rusa que les lleva a odiarse y a desearse en instantes, en una conversación (que realmente es la relación en si misma) que los lleva por las distintas etapas de sus vidas, superando en cada momento los problemas a su manera, a veces juntos y otras por separado. Con la paternidad como "excusa" y el ecologismo como telón de fondo, la obra se convierte en una interesante radiografía de las relaciones sentimentales de la gente de hoy en día, en las que hay que valorarlo todo antes de dar cualquier paso, por muy frío y calculado que parezca el análisis de las cosas.



Uno de los elementos más singulares de esta obra es, sin ninguna duda, la escenografía diseñada por José María Esbec y Petros Lappas (que también son los encargados del vestuario). Sencilla e impactante, de una belleza poética que hace del menos es más su seña de identidad, para crear todo el espacio escénico con unas placas de cristal y un par de cintas de correr. Esos paneles sobre los que los actores escriben, pintan, se analizan, se dibujan, se convierte en un personaje más de la obra, de gran impacto visual y elemento clave para dejar constancia de ciertos conceptos que se quieren señalar. El otro elemento escénico que marca la obra es la intimista iluminación de Tomás Ezquerra, que hace un interesante juego de luces y sombras, con tonos azulados que bailan entre la realidad y la ensoñación. Por último hay que destacar el cuidado espacio sonoro creado por Mar Caudevilla, que nos sitúa en un lugar próximo, familiar, en el que nos sentimos protegidos, arropados.


Estamos ante una obra singular, por su compromiso con un tema de máxima actualidad y no lo trata con paños calientes, sino que habla del problema climático que sufrimos de forma directa, hablando con la franqueza de quien conoce el tema y exponiendo los miedos que nos asolan a la inmensa mayoría. Una inteligente propuesta que nos habla del ahora, de la gente que vive en el alambre por el miedo al futuro, tanto el individual como el colectivo. Una obra que nos hace pensar y reflexionar sobre como vivimos y lo que debemos hacer para ser un poco más responsables con nuestros hechos.
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Pulmones
Teatro: Teatro Valle-Inclán
Dirección: Calle Valencia 1, plaza de Lavapies.
Fechas: De Martes a Domingo a las 18:00.
Entradas: Desde 6€ en entradasinaem. Del 19 de Noviembre al 8 de Diciembre.

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