Teatro: Fariña. Naves del Español

Estamos ante uno de los estrenos de la temporada. Todo lo que rodea al "fenómeno Fariña" tiene una incidencia especial. Lleva menos de una semana en cartel y no deja de colgar el cartel de todo vendido. La oscura historia del narcotráfico atrae, por su punto mafioso y sus pocos escrúpulos, que hace muchas veces parecer personajes de ficción a sus protagonistas (los grandes narcos gallegos, por ejemplo, siempre decían que ellos sólo eran transportistas, que no obligaban a nadie a consumirla). La desfachatez de los narcos indigna, pero también intriga, como también siempre nos atraen más lo malos en las películas. Pero esta es una historia real, que lejos de tener buenos y malos sólo tiene perdedores, unos porque acabaron en la cárcel, los otros porque acabaron enganchados o muertos.



Tras la polémica que persiguió la censura y posterior retirada del libro, el éxito del libro de Nacho Carretero no ha hecho otra cosa que crecer. Si el político que le denunció pensaba callarle, consiguió todo lo contrario. Tras el bombazo del libro llegó la maravillosa serie de televisión, que cosechó unas audiencias increíbles. Ahora llega a Madrid la versión teatral, estrenada el pasado año en Galicia, para hacer las delicias de todos los seguidores de "Fariña". Una versión más objetiva, menos personalizada que la serie (más próxima al libro), que nos acerca a una de las redes de narcotráfico más importantes del planeta. Como se dice en el comienzo de la obra, los kilómetros de la costa gallega ha facilitado que por ella desembarque de todo. Empezaron por el tabaco, pero pronto vieron que se podía ganar mucho más dinero con la droga... el resto ya es parte de la historia negra de Galicia.



El propio Nacho Carretero, junto a José L. Prieto, ha sido el encargado de adaptar el libro para esta versión teatral, que dista mucho de su versión televisiva. Lejos de que este distanciamiento afecte al resultado, lo enriquece. Mientras la versión televisiva se centraba en la vida de los narcos, en esta adaptación están presentes pero de una manera más abstracta (sólo se nombra a uno de los narcos más emblemáticos de forma casi anecdótica), casi testimonial. Esta nueva perspectiva del conflicto lo hace más universal. Al cambiar el punto de vista, el objetivo se centra más en el problema del narcotráfico y de la gente que lo sufre, dejando a los "ejecutores" del hecho en su segundo plano. Una obra que se centra en el hecho en si, en las circunstancias que lo rodearon, pero sobre todo en las trágicas consecuencias que segó de raíz la vida de tantos jóvenes. La obra es tan directa que todo se ve lógico, porque las situaciones se provocaron desde la más absoluta naturalidad, lo que hace de esta versión una perfecta transcripción de las páginas del libro, pero sobre todo mantiene el espíritu de lo que Carretero quería transmitir. La impunidad, la percepción de los narcos como ídolos en sus pueblos, la repercusión que alcanzaron... y la impasividad de las autoridades ante lo que estaba pasando.


Esta producción de Ainé Producións, Undodez y Oqueteño Media lo tiene para conquistar a los que conocemos el libro (o la serie), pero también a los que se acercan a ello por primera vez. Un montaje vibrante, con número musicales, momentos dramáticos, y mucha de la retranca que tanto caracteriza a los gallegos. La obra engancha de principio a fin, por su frescura y su tono distendido mezclado con momentos de gran verdad, incluso con escenas de lo más surrealistas que no dejan indiferente a nadie. Tito Asorey hace un trabajo de dirección excelso, entremezclando la realidad y la ficción, centrándose más en la gente que en los mitos, pero sobre todo manteniendo al espectador en una expectación continua, con escenas de lo más variado, cada una llena de intención. La obra está plagada de humor, para mostrarnos una realidad de lo más dolorosa, pero sin ridiculizar a ninguno de los personajes. Un montaje complejo pero que funciona a la perfección en todo momento.




El "realismo mágico" con el que se cuenta la historia es conmovedor, las escenas costumbristas de las tradiciones gallegas se solapan con los episodios más lúgubres de la corrupción, para mostrarnos un collage que se acerca muy fielmente a lo que fueron aquellos años en los pueblos costeros de "a costa da morte" donde la vida transcurría con la calma habitual mientras crecía rápidamente el negocio, primero del tabaco y posteriormente del narcotráfico. Es muy interesante como el director ha sido capaz de reunir dos universos sin que nada suene a artificio. Con la misma naturalidad que vemos las típicas muñeiras de las fiestas, nos encontramos con los sobornos a políticos y policías, mientras que la población agradecía tener Winston de batea (denominado así por el lugar donde lo alojaban antes de desembarcarlo), mucho más barato que el nacional. La mezcla fue explosiva, y así lo transmite la obra. Una zona pobre que malvivía de la pesca y de la noche a la mañana recibe grandes inyecciones de dinero. Los jóvenes acudían veloces a desembarcar los fardos, por los que ganaban una gran suma de dinero en unas pocas horas. Fue el caldo de cultivo perfecto para que todo encajase y el negocio se expandiese como la espuma.



El montaje no da tregua en ningún momento, y el espectador lo agradece. Desde la "descarga" inicial, la acción se desarrolla trepidante, con continuos cambios de escena, con los actores cambiando velozmente de personaje, para en pocos minutos hacernos partícipes de lo que estamos viendo. La primera parte, en la que vemos cual fue la rampa de salida de este negocio, transcurre con personajes de lo más variopinto, salpicados con los datos históricos que nos explican como era la situación en aquella época. La capacidad del elenco para cambiar de personaje es impresionante, pasando de narcos a políticos, de policías a vecinos, en el que los trapicheos y los negocios turbios sobrevuelan la escena en todo momento. Con escenas cargadas de ternura, comedia y mucha picardía, nos vamos adentrando en los prolegómenos de lo que fue el gran salto, el paso del contrabando de tabaco a la droga.


Y sin darnos cuenta, llega la época dura del narcotráfico. Otro de los puntos fuertes de este descomunal montaje es el planteamiento más "prosaico" de esta etapa. Con la impecable naturalidad con la que se trata toda la historia, vemos como el problema comienza a azotar a la población. Comenzando con la estridente escena en la que la colombiana cocaína y el marroquí hachís intentan seducir a los jóvenes, nos metemos de lleno en el sufrimiento de las familias por los hijos enganchados. Pasamos de la desenfrenada fiesta de la droga a la dolorosa y traumática, casi tenebrosa, cena de una familia desesperada por su hija enganchada. Pero como todo en esta obra, tanto una cosa como la otra se cuentan con suma naturalidad. Las drogas han desembarcado en Galicia, pero es la gente, que antes veneraba a los narcos, la que sufre las consecuencias. Nos adentramos en el terreno más doloroso de la historia, ese en el que vemos a madres sufrir, a jóvenes destrozados, mientras los narcos campaban a sus anchas y se pavoneaban de sus mansiones.


Una historia como esta, tan general, tan abstracta en lo que a personajes se refiere, requiere que el elenco sea capaz de mutar en cuestión de segundos, para dar vida a tantos personajes como aparecen a lo largo del relato. No es fácil destacar a alguno de los intérpretes, ya que todos están soberbios en cada uno de los roles que deben interpretar. Dos de ellos repiten de la serie, aunque con papeles muy diferentes (Xosé A. Touriñán tenía un papel protagonista, mientras María Vázquez aparecía como secundaria), con lo que habrán visto más de cerca el cambio de perspectiva entre las dos obras. El despliegue que hace todo el elenco es brutal, interpretando papeles antagónicos, bailando, tocando y cantando. Cris Iglesias, Marcos Pereiro, María Vázquez, Sergio Zearreta y Xosé A. Touriñán (al que a partir del 27 sustituye Víctor Duplá) nos llevan de la mano por esta espinosa historia, sorprendiéndonos por lo que pasa en escena y por su capacidad para pasar del drama más absoluto a la comedia más desenfrenada.


Todos ellos tienen momentos brillantes, con la suficiencia de quien sabe que está haciendo las cosas bien. Escenas como la de María Vázquez interpretando a la madre luchadora, nos hielan la sangre. Otras como la del político y el narco en la fiesta, por contra, nos hacen reír a carcajadas. Todas y cada una de las pequeñas historias que se cuentan nos llegan, cada una por lugares de lo más diverso. Vivimos en nuestras carnes las fiestas populares y las revueltas contra los narcos, para acabar con la gran redada de la operación Nécora, con su divertida canción sobre el juez Garzón. La realidad más cruda tamizada de tal manera que nos duele, pero lo aceptamos como parte del viaje, que nos divierte con la precaución de ver que pasará después, pero disfrutando de cada momento, de cada golpe de la historia, de cada canción y cada baile, de los momentos más crudos y de los más divertidos. Porque como todo relato basado en la realidad, de todo hay...


No podemos terminar esta crónica sin hablarles del despliegue técnico con el que se cimienta toda la obra. El espacio escénico diseñado por José Faro, Coti, es uno de los mayores aciertos de la obra. Aparentemente sencillo, es una continua caja de sorpresas. Puertas que se abren, escaleras, pasarelas por las que se habla de todo tipo de negocios, la sencillez llevada a la máxima expresión, sacando el mayor partido a cada recoveco de la escena. Todo ello se complementa con un cuidado audiovisual, que proyecta, como apoyo al relato, escenas reales de la historia. Para terminar de encajar esta perfecta máquina de precisión hay que hablar del diseño de sonido de Santi Jul, que transmite en todo momento la atmósfera necesaria, y el diseño de iluminación de Laura Iturralde, capaz de dar una tonalidad diferente a cada escena, creando texturas que envuelven la escena. Por último, tenemos el diseño de vestuario, cuidado y meticuloso, de Ruth Pereira, pasando del realismo al esperpento con creaciones precisas.



Por si no se ha notado a lo largo de este artículo, tengo que reconocer que la obra me ha impresionado. Con toda la información que tenía encima estaba condicionado, pero lejos de decepcionarme esta versión me ha parecido memorable. La desmitificación de la historia, el realismo con el que se cuenta todo, hace que nos metamos mucho más en el relato, que nos duela todo y nos golpee con más fuerza. Todo contado con el toque justo de humor y la dosis exacta de drama. Un recorrido por unos oscuros años, contados con la mayor objetividad posible, desde un realismo que nos atrapa y nos hace ver lo crudo que fue todo este episodio de la Historia de Galicia. 

Un montaje que tiene todas los mimbres para triunfar, para deslumbrar a propios y extraños. No perdáis el tiempo y corred a verla, que en los tiempos que vivimos hay que disfrutar las cosas que nos hagan separarnos un poco de la realidad y disfrutar de un montaje que lo tiene todo. Volvamos a los teatros. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Naves del Español
Dirección: Paseo de la Chopera 14.
Fechas: Del 17 de Septiembre al 11 de Octubre. De Martes a Sábado 20:00. Domingos 19:00.
Entradas: Desde 15€ en Navesmatadero.

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