Numerosas imágenes, canciones, conversaciones, miradas,
reproches, enfados, muecas, sonidos… me vienen a la memoria después de ver la
obra en el Galileo. Por fin un espacio
donde dan cabida a las opiniones adolescentes, un espacio para hablar de sexo,
sexualidad, sexología, sin tapujos, sin incomodidades, sin miedos…
Por fin un espacio de reflexión que pueda abordar lo que está pasando
fuera y dentro de las aulas, en las precoces relaciones de la añorada y temida
adolescencia. Con la implacable mirada de Baby Joda. Pero vayamos por partes.
Golfa. Una pintada en un instituto con
esta palabra tan curiosa etimológicamente nos sitúa en una sesión virtual de
sexología que nos desvelará el porqué, el quién, el cómo y el para qué de la
misma. Si bien, en el fondo, es un pretexto como otro cualquiera para
abordar esta situación social tan compleja, tan virtual, tan de redes, pero
también tan de siempre. Golfa. José
Padilla nos enfrenta y presenta unos personajes definidos, con un pasado y un
presente incierto, con unas posturas claras, posicionadas, joviales y viejas,
caducas y modernas. Mezcolanza.
Un texto potente, lleno de fuerza, pero también de matices, que toca
muchos palos sociales. Muchas realidades sobre una misma realidad. Distintos
puntos de vista, a veces antagonistas, (eres una golfa), a veces encontrados,
buscando un lugar, una posición en el mundo. Un lugar. Todo ello con un ritmo
trepidante, con ausencia y presencia de redes sociales, con un diálogo fluido,
teatral . Réplicas en el conflicto. Realidad. Verdad en los personajes, en sus
palabras, en sus gestos, en lo que dicen y en lo que no. En lo que la cámara
nos muestra en un improvisado ring con pros y contras, sin vencedores y
vencidos. “Los jóvenes damos igual. Si total, tenemos la culpa”.
Culpabilidad, honestidad, intensidad, miedo, tabús… palabras que me vienen a la mente con Golfa. Amor romántico, modelos de masculinidad, machismo ( todos lo somos ¿no?, ¿no lo somos? ) Piensen en ello. Obligaciones sociales, sexuales, trampas, familias monoparentales, cerebro, corazón, cuidados, sexo, angustias, pasiones, estereotipos, micrófonos redondos que nos seducen .
Golpes, subidas, bajadas, RITMO. El escenario, con una gigantesca X
luminosa nos presenta a los personajes, Jordán , Vicky, Francisco, Amanda,
F&A, A. Fran Cantos, Montse Díez, María Rivera y Ninton Sánchez nos invitan
a reflexionar, a pensar. A actuar, desde nuestro papel de espectador y de
ciudadano tecnológico, jugando entre el lenguaje teatral y el virtual. Interpretaciones
certeras, muy trabajadas, con una complicidad en escena y un acertado
desarrollo de la evolución de los personajes. Cuatro miradas, muchas palabras,
muchos silencios también. La importancia del silencio.
José Padilla nos deja ver esas miradas de adolescentes
que buscan su lugar, de madres que quieren lo mejor para sus hijos y de
profesionales que quieren ejercer su labor en libertad. Nos deja ver teatro.
Reseñar también la labor de la iluminación, sonido y escenografía de la obra,
que ayuda a meternos en la sesión como uno más, desde dentro y desde fuera.
Como espectador y como participante en una sesión virtual, tan en boga en estos
tiempos de pantallas y restricciones. Sexo, sexualidad, la necesidad de educar
en ello, de educar de verdad. Reivindicación social. El teatro como
transformador social. Como reclamo, como señuelo, como motor. Emocionante. Eso
es Golfa.
Vengan y opinen. Vengan al Galileo. Vengan al teatro.
Vengan a la cultura. Seguro y segura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.