Hay espectáculos que te atrapan desde el primer momento y éste es uno de ellos. Ayuda el entorno, el Umbral de primavera es una de las salas con más magia y encanto a la que podemos acudir, si a ello se añade la noche árabe el embrujo es irremediable. Cuando entramos en la sala mientras nos acomodan, encontramos a los intérpretes realizando una serie de movimientos repetitivos y mecánicos que nos muestran su día a día.
El relato empieza un día cualquiera de un verano cualquiera eso sí muy caluroso en un edificio de viviendas. Como no podía ser de otra manera justo el día más caluroso del verano en dichas casas hay un problema con el agua que nos acompaña durante toda la representación.
La noche árabe es la historia entrelazada en la vida de cinco personas. En el apartamento 7.32 vive Francisca una joven que sufre amnesia y que pasa la mayor parte del día durmiendo, o más bien reviviendo su pasado en el que fue secuestrada en un mercado de Estambúl siendo una niña, por todo ello afronta cada día como si fuera el primero.
Francisca vive con Fátima que aprovechando las largas jornadas en las que aquella está durmiendo aprovecha para que la visite su novio, quien en una de esas visitas queda atrapado con el ascensor.
Otro de los protagonistas es Kalil el novio de Fátima, un joven árabe que cada día al atardecer va a verla a su casa mientras Francisca duerme.
Junto a ellos, la vecina del edificio de enfrente que observa a Francisca desde su ventana. Enamorada hasta la obsesión de ésta un día decide finalmente ir a su encuentro para dar rienda suelta a sus sentimientos.
El elenco lo cierra el encargado del edificio, López un personaje cuanto menos peculiar que pasa su vida pendiente de sus vecinos y de las averías del edificio mientras le atormentan continuos pensamientos de los reproches de su mujer, los comentarios de los vecinos y el constante sonido del agua.
Resulta curioso que pese a que los actores hablan en todo momento los diálogos entre ellos son escasos (de ahí que decía lo de los monólogos), aunque la historia de todos ellos está en todo momento interrelacionada de más la sensación que cada uno está contando su propia historia.
El mayor logro de la obra es conseguir dar apariencia de sencillez a un texto y unas actuaciones complejas y sumamente difíciles de llevarse a cabo. En definitiva contarnos una historia corriente con tanta delicadeza e intensidad es precisamente lo que te engancha desde el primer momento.
El texto original es obra del dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig, que trabajó durante algún tiempo como periodista en Estambúl antes de dedicarse a la dirección teatral.
La dirección y adaptación del texto corresponde a Rocío Lasierra , impresionante el trabajo llevado a cabo tanto en adaptar el texto como en la difícil labor de cohesionar tantas historias complejas en una sola.
La escenografía de una gran sencillez -apenas un sofá- es más que suficiente para que nos hagamos una idea de como es el edificio, las viviendas, las escaleras, el ascensor…lo que da una idea del gran trabajo tanto de la dirección como del reparto elegido.
Respecto a la elección del elenco no podría haber sido más acertada. El hecho de que el papel de ninguno de ellos sería entendido sin el de sus compañeros y que se me haga imposible destacar a uno por encima de otro da muestra de una interpretación muy intensa de todos que se ve todavía más valorada con el tremendo desgaste físico que les acompaña a lo largo de toda la representación.
En resumen una obra que se disfruta desde el primer minuto y que si tuviera que poner alguna objeción sería que se me hizo corta y que no esté más tiempo en cartel, volvería a verla sin dudarlo. No se la pierdan. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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