En tiempos de pandemia, incertidumbre y pesimismo, llega a los Teatros Luchana "Una gaviota con pinta de llamarse Margaret", una comedia que no sólo nos hará reír, sino que nos dejará un poso sobre el que poder meditar durante el camino de vuelta a casa. Con menciones recurrentes a la situación actual que nos ha tocado vivir, con alusiones a Miguel Bosé, a las mascarillas o al hidrogel. Una historia que se encuadra en la actualidad más aterradora, para que no la veamos como algo ajeno, para que nos toque de cerca y veamos casi como algo propio, lo que les ocurre a los protagonistas.
La historia nos muestra a dos amigos con unas vidas aparentemente normales, que continúan con una tradición para alejarse del mundanal ruido. Cada cierto tiempo hacen una pausa en sus acomodadas vidas para desconectar de la realidad, y se van juntos durante unos días en un velero. Una costumbre a la permanecen fieles, que les ha unido durante muchos años, pero que en esta ocasión será muy distinta y les hará dar un cambio bastante importante a su percepción de las cosas.
La idea de la obra nos sitúa de entrada en el típico fin de semana en que dos amigos quedan de "desparrame", en el que vale todo y no les falta de nada, coca de la buena, caviar, cohíbas, Whisky... unos días a todo trapo huyendo de su monótona rutina. En definitiva, lo único que buscan es desconectar de su día a día habitual y de las tensiones de la vida social, refugiándose en ese velero que se pierde en la inmensidad del agua, en el que pueden ser ellos mismos sin miedo a que nadie les juzgue, sin temor a malos entendidos y dobles intenciones, sólo en el relax de su pequeño oasis son capaces de ser ellos mismos y desinhibirse del mundo que les rodea.
Pero en esta ocasión no están solos, durante su "inolvidable" escapada estarán acompañados en todo momento por un invitado de los más inoportuno y molesto, una gaviota. Lo que ambos veían como unas prometedoras y relajantes mini-vacaciones, de lo esperado poco a poco se va convirtiendo en una serie de infortunios y malas decisiones que tiene su punto álgido en una enorme tormenta que los deja a la deriva. A través de los diálogos que mantienen se desvela la relación que mantienen a lo largo de los años, su profesión, su ideología...
La situación cambia, como si de un golpe de timón se tratase, cuando se encuentran con una gaviota insoportable, a la deriva, perdidos y sin nada para comer o beber... y con una refugiada a bordo. Lo que parecía que iba a ser una tranquila jornada de confesiones y complicidades, se convierte en una extraña aventura, casi una odisea, en la que todo parece ir de mal en peor, en una debacle que les lleva poco a poco a la deriva sin que ellos sean realmente conscientes de hacia donde se dirigen. Una interesante metáfora de la vida, que se tuerce en un determinado momento para desembocar en un caos del que muchas veces no sabemos como salir o directamente no está en nuestras manos el controlar el barco.
Cuando se encuentran el la mayor de las desesperaciones, arriba a su velero una refugiada embarazada, que huye de un país que ya no existe y que les impregna de ternura y de generosidad. El momento cumbre de la obra, en el que todo cambia, como supongo que nos pasaría a cualquier ante una situación similar. Los dos amigos verán como en un instante se derrumba ante sus ojos todo en lo que creen, todo lo que hasta hace nada tenían meridianamente claro. Ellos pasarán de tenerlo todo a no tener lo más necesario y sencillo para la vida. Ella les enseña los mundos tan distintos de los que vienen y como quien menos tiene es más generoso. Dos mundos antagónicos que se encuentran para mostrarnos las desigualdades tan alarmantes que se viven en nuestros días.
Sobre el escenario aparecen la empatía, la solidaridad, el egoísmo. En definitiva se deja claro como en determinadas situaciones todos somos iguales, todos estamos igual de solos, igual de desprotegidos. Ella lo ha perdido todo, no tiene ni hogar ni país al que volver, pero tiene muy arraigados sus sentimientos y convicciones. En el lado opuesto, los amigos han vivido en una burbuja (esa en la que nos encontramos la mayoría de nuestra sociedad "adoctrinada") se encuentran de frente con una realidad que nunca habían llegado ni a plantearse, y sus endebles y fantasiosas vidas se desmoronan ante una apabullante realidad que les golpea sin darles tiempo a reaccionar.
El texto, que transita muchos temas de la más rabiosa actualidad, es obra de Carlos Sánchez Lequerica, en el que es su tercer trabajo tras "Fobias" y "Mongolove". El autor plantea a través de algo tan cotidiano como unas vacaciones, conflictos personales y políticos que nos afectan en mayor o menor medida a todos. Quizás echemos de menos un poco más de contundencia en las reflexiones que se plantean respecto a la tolerancia, la inmigración o los refugiados. Se ha primado más la apuesta por las situaciones cómicas y absurdas (que funcionan a la perfección), por hacer una caricatura de los dos amigos, que por una auténtica crítica social de la intolerancia, el racismo y la xenofobia que acompaña al fascismo. Todo ello sobrevuela el texto, pero se transita de forma políticamente correcta, transitando más la comedia que la denuncia.
La dirección corre a cargo de Jaime Pastor y del propio Carlos Sánchez Lequerica (ambos guionistas habituales del programa televisivo "El hormiguero"). Una dirección construida fundamentalmente a través de los diálogos y los silencios de los personajes, haciendo especial hincapié en los conflictos que ambos ocasionan a los protagonistas. Una sucesión de situaciones, algunas de lo más surrealista, salpicadas con otras de gran comedia, que van poco a poco desnudando a los dos amigos y mostrándolos tal y como son, una vez que se despojan de sus corazas y llegan a ser ellos mismos. La historia transita la figura de los protagonistas, en una deconstrucción de sus personalidades, desde la más "aparente" a la más real.
Esta peculiar historia se asienta en las interpretaciones de Rafael Rojo, Rafa Martyn (en los papeles de los dos amigos) e Irene Guindal (dando vida a la refugiada embarazada). Rafa Martyn es el amigo que parece llevar la voz cantante en el inicio de la travesía, se ha encargado de todo, lo ha organizado todo, está muy nervioso y acelerado desde que suben al velero. Una gaviota que parece perseguirles y tenerla tomada con él, acaba por desquiciarle. Rafa Rojo es el otro amigo, muy callado y reservado al inicio, que poco a poco va enseñando todo lo que lleva dentro. Muy buenos los silencios y la mímica al inicio de la obra. Por último, Irene Guindal es la refugiada que se encuentra con el velero después de la tormenta. Su aparición llena de ternura enriquece y completa la trama, aportando unos matices diferentes y complementarios a sus compañeros de escenario. Muy creíble su papel de refugiada con un acento perfecto y mucha gracia en las expresiones castizas que de vez en cuando saca para asombro de sus compañeros. No podemos dejar de comentar la colaboración especial del televisivo Marron, como Margaret "la gaviota".
El montaje se asienta en una sencilla escenografía (un mástil y una vela, papel burbuja y una maceta con la bandera de España) pero más que suficiente para una obra en la que priman los diálogos. Primando el tono muy directo de los diálogos, la obra busca la risa y el entretenimiento sin dejar de lado cierto toque de conciencia social. Desde el absurdo y la exageración, los tres protagonistas hablan, discuten, escuchan, se confiesan, en definitiva aprenden. La luz y el sonido han sido creadas por Joaquín Hermo, un trabajo muy bien traído a la hora de mostrar determinadas escenas como fotos fijas o a cámara lenta, para intentar explicar los momentos más dramáticos. Por último queremos destacar el vestuario, muy definido para cada uno de los personajes, diseñado por Belén Calvo. Un trabajo técnico discreto que encaja a la perfección con el tono del montaje, en el que el peso absoluto del texto recae en los personajes.
En definitiva, estamos ante una obra tierna y muy divertida, que nos hará pasar un buen rato y plantearnos la suerte que tenemos de estar en el llamado "primer mundo". Una comedia ligera que nos deja poso, muchos temas importantes que se plantean y nos harán recapacitar sobre nuestras vidas y el mundo en el que vivimos. Un montaje sencillo que esconde grandes polémicas, temas que nos atañen aunque queramos verlos como algo lejano. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatros Luchana
Dirección: Calle Luchana 38.
Fechas: Desde el 18 de Septiembre. Viernes a las 21:00.
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