Amores que no se olvidan. Relaciones de juventud que nos acompañan toda la vida. Decisiones erróneas que acaban convirtiéndose en un duro lastre que nos marca para siempre. Ingeniosa propuesta entorno a una relación inacabada, a un amor universitario que por el miedo al compromiso marca para siempre a sus protagonistas. Dos personas, un reencuentro, demasiados recuerdos y heridas sin cerrar.
Un encuentro inesperado hace remover los cimientos más profundos de dos personas. Los recuerdos se les agolpan de repente en la mente. Los sentimientos vuelven a aflorar. Fantasmas del pasado que vuelven con la misma fuerza que tenían cuando consiguieron escapar de ellos. Un cambio de rutina, unos recados ineludibles, un centro comercial abarrotado. El destino es caprichoso. Cuatro décadas sin coincidir pero el día menos pensado ocurre. Y todo cambia para siempre.
Esta producción de Pentación Espectáculos es un preciso y precioso juego de realidad y ficción, de anhelos y realidades, de sueños y recuerdos. Una propuesta que nos descoloca a la vez que nos enternece, que nos muestra la fuerza de un amor escondido en el fondo del corazón durante demasiado tiempo, pero que pese a todo sigue calentando. Un amor alocado, el miedo al compromiso, la presión de una vida complicada, todos estos ingredientes echaron por tierra algo que debería haberse convertido en una gran historia de amor. Porque la obra nos va desgranando los pormenores de lo que fue la relación entre estas dos personas que nunca debieron abandonarse. Anhelos y reproches en un tono de una gran ternura, con dos personajes marcados por la vida y los recuerdos.
Magüi Mira ("Consentimiento", "Festen", "Madame Bovary") ha sido la encargada de versionar el texto original de Christina Herrströn, autora sueca, luchadora por la vida por la vida y por la igualdad y que, en palabras de Mira, "crea en "El abrazo" un texto teatral insólito". Un interesante relato que se desliza entre la realidad y lo onírico con gran destreza. La historia de dos personas que se separaron demasiado pronto, que dejaron muchas cosas pendientes, sobre todo un gran amor al que no supieron, o no quisieron, dar continuidad. Para Magüi Mira, que se encarga también de la dirección de la obra, estamos ante "una comedia dramática, lejana heredera de Strindberg, en la que se mezclan realismmo y fantasía, arrastrados por una imparable corriente de humor".
La historia nos presenta a una mujer y un hombre, ya mayores, que se reencuentran después de más de cuatro décadas sin verse. Ellos son Rosa y Juan, antiguos amantes que intentaron rehacer sus vidas con el recuerdo del otro siempre presente. En este inesperado reencuentro se abrazan, se miran, se tantean, después de toda una vida separados, pero sin haberse olvidado nunca de aquella etapa. Él ha tenido hijos, ella no. Él es abuelo y está felizmente casado, ella nunca se casó y no tiene familia cercana más allá del hijo de su hermana. La conversación entre ambos saca a relucir viejos fantasmas, el deseo del hijo que nunca tuvieron y que sigue rondándoles la mente.
Todo cambia radicalmente, tanto en el tono de la obra como en el carácter (casi surrealista) de lo que ocurre, esa misma tarde. Un hombre misterioso y extremadamente feliz aparece en la puerta de la casa de Rosa. Dice que es el hijo que nunca tuvieron, que por fin, tras su reencuentro, ha podido encontrarles. La realidad se mezcla con la ficción y nos surgen, tanto al espectador como a los personajes, una serie de preguntas que sobrevuelan el resto del montaje. ¿Es real o un sueño imposible? ¿Es un regalo o la creación de un problema que sus vidas son incapaces de asumir? Son los sueños, finalmente, la única realidad posible? Preguntas, que nos descolocan, nos inquietan y que nos dejan muchas preguntas sobre las que conversar a la salida del teatro.
La maravillosa María Galiana ("El mago", "Conversaciones con mama", "La asamblea de mujeres") da vida a Rosa, una mujer hecha a si misma. Ella ha sabido llevar la pesada carga de ese amor no resuelto, con la sensación de que todo debió ser de otra manera. Una mujer hecha a si misma, empoderada y luchadora, que ha conseguido vivir su vida como ha querido, aunque siempre con el recuerdo de lo que pudo haber sido. Galiana vuelve a demostrar su versatilidad con este papel cargado de matices, que poco a poco se va mostrando ante el público. Un personaje aparentemente fuerte que con el paso de la obra va mostrando sus debilidades y sus miedos. Impecable como siempre, Galiana sabe dar el tono justo de ternura y comicidad a cada escena, consiguiendo marcar el ritmo de la obra en todo momento.
Junto a ella, tenemos a Juan Meseguer ("Las manos blancas no ofenden", "Amar después de la muerte", "El invitado") dando vida a Juan, un hombre familiar que nunca supo pasar página de lo ocurrido, y por lo que se lleva engañando desde entonces. Aparentemente es un feliz hombre de familia, pero en el fondo sólo piensa en lo cobarde que fue al elegir el camino fácil. Meseguer está impecable dando vida a este hombre inseguro y sensible, que añora todo aquello que no ha sido su vida.
El tercer personaje está interpretado por Jean Cruz ("Gazoline", "#Razas", "Primer acto"). Cruz interpreta a un hombre exultante, feliz ante lo que es el comienzo de una gran etapa para él. Cargado de vitalidad, el actor sabe jugar con la ambigüedad que marca el hijo, siempre cariñoso y conocedor de lo que han sido Rosa y Juan durante toda su vida. Juan Cruz es un torbellino de fuerza y energía que consigue acelerar el tono inicial de la obra, llevándolo a un terreno en el que nadie sabe muy bien lo que ocurre.
Todo ello transcurre en un espacio escénico ambiguo, aséptico, en el que no tenemos muchas referencias de donde se encuentran los personajes. Brillante juego de transparencias con esa pared flexible que da mucho juego en ese mundo irreal en el que transcurre parte de la historia. Con un elegante diseño de iluminación a cargo de José Manuel Guerra, consigue transitar esos lugares que lindan la realidad y los sueños. Todo queda envuelto en ese halo de misterio que es el espacio sonoro creado por Jorge Muñoz. Por último debemos hablar del acertado diseño de vestuario de Helena Sanchís, que consigue dar la personalidad adecuada a cada personaje.
La autora pone a prueba, en palabras de la directora, "con humor y buenas dosis de acidez, nuestra capacidad de amar". Una comedia de gran ternura, con el amor flotando en todo momento en el ambiente, pero más como una condena que como una bendición. Historia de amor no consumado, de miedos que superan los instintos, de cabezas que mandan más que el corazón. Bella y singular. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro Bellas Artes
Dirección: Calle Cea Bermúdez 1.
Fechas: Desde el 26 de Marzo. De Miércoles a Viernes a las 20:00, Sábados a las 18:00 y 20:30, Domingo a las 19:00.
Entradas: Desde 13,25€ en TeatroBellasArtes.
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