El 20 de febrero de 2003 , El Estado actuó contra el periódico vasco Euskaldunon-Egunkaria, pese a que nunca existieron pruebas para su cierre. La “lucha antiterrorista” fue el pretexto. Un par de años antes los Servicios de Información de la Guardia Civil realizaron un informe sobre entidades del mundo cultural vasco titulado: “Sobre la presunta vinculación de un entramado empresarial con financiación de la banda terrorista ETA”.
La persecución a Egunkaria se centró en unos documentos de 1990-1993 supuestamente intervenidos a miembros de ETA en los que citaban al periódico. El juez ordenó entonces su cierre provisional para encontrar pruebas de la conexión económica entre ambos. Detuvieron también a diez personas, entre ellas, los tres directores que tuvo desde su nacimiento el 6 de diciembre de 1990. En octubre de 2013, un tribunal de la Audiencia Nacional dictaminó que su director, Martxelo Otamendi y otros cuatro responsables el diario en euskera Egunkaria nunca formaron parte de ETA. Cuatro meses de pruebas e indagaciones para resolver que ni cooperaron ni financiaron a la banda. «Las acusaciones no han probado que los procesados tengan la más mínima relación con ETA», concluía la sentencia.
Aunque cruda y rotunda, la gran paradoja de este fallo, al menos la que añade un trasfondo dramático al cierre de un periódico en la democracia española –el otro fue Egin–, es que reconoce que las decisiones adoptadas durante los siete años que duró la instrucción, y que terminaron por hundir al diario, ni siquiera estaban justificadas. «El cierre fue una injerencia en la libertad de prensa», dice el veredicto final. Caso cerrado.
Con esta referencia histórica y tan actual de lo que sucedió en aquellos años en España, en Euskadi , donde ETA mataba y donde la libertad y la libertad de expresión era tan relativa, se nos presenta en el Teatro María Guerrero “Los papeles de Sísifo” donde se narran esos acontecimientos previos, durante y posteriores al cierre de “Egunkaria” desde dentro, desde la redacción del periódico.
Contado por sus protagonistas.
Nos recibe el elenco en un escenario diáfano, vacío. Nos transportan a ese 2003, a esa redacción a ritmo de rock, donde los héroes también lloran…Y las heroínas. Mónica, Karmelo, Torre, Txano, Joseba, Portu , Maialen… periodistas que nos muestran su trabajo, su lucha, sus preocupaciones, su día a día, pero también su angustia. Sus reflexiones. Su vida. Una redacción dinámica, viva, unida. Una redacción compañera, con problemas de cobro, con vocación. Una guerra y paz en pequeñito, como dice uno de los periodistas, que lleva la agenda. Y de repente, el cierre. El hermetismo. La incomprensión. El miedo.
Este montaje de Fernando Bermúes, director de la obra y fundador de Tanttaka Teatroa ("Un viaje a América", "Soka", "Deje su mensaje después de la señal") y Tentazioa Produkzioak ("De Guernika a Nueva York pasando por Berlín", "Metxa", "La familia del chivo Froilán"), con montajes tan importantes como "El florido pensil", "Como un viento helado", "Novecento, el pianista del océano" o "Paradero desconocido", nos atrapa desde el primer momento, con un ritmo vertiginoso, dinámico, actual. Trepidante. Una producción coral donde estos periodistas se reinventan continuamente “Sino somos lo que éramos, seamos algo nuevo”. Un lema: La verdad con matices, cuantos matices tiene la verdad ¿No creen? ¿Dónde acaba la libertad de expresión? ¿Dónde empieza? ¿Cuál es el verdadero trabajo de un periodista? ¿Cuántas verdades existen?
Paralelo al cierre, se suceden los interrogatorios, las torturas veladas, las declaraciones firmadas bajo amenaza, bajo coacción. Los resultados, los métodos, la justicia, las filtraciones, las personas. Las emociones. Y también la vida cotidiana, las familias, los cumpleaños, libros por escribir, presentaciones, karaokes informales. La lluvia, siempre presente. Toda esta amalgama de acontecimientos nos ofrece este montaje, secundado por un elenco actoral muy de verdad, muy humano, muy compañero también.
Anjel Alkain (en el papel de Torregarai), Mireia Gabilondo (dando vida a la jueza Natalia Ruiz Arcas), Olaia Gil (como Mónica), Asier Hernández (interpretando a Portu), Asier Hormaza (como Langueiro), Mikel Losada (en el papel de Joseba), Markos Marín (dando vida a Karmelo Beramendi), Iñaki Rikarte (interpretando a Torque), Xabi "Jabato" López (como Txano), Alexandru Stanciu (en el papel de Rubén) y Dorleta Urretabizkaia (como Maialen) nos transportan entre noticias, interrogatorios, sentencias , miradas y silencios a esa realidad angustiosa que se vivió en aquellos años de miedo y sinsentido. Nos hacen dudar de principios tan universales como la verdad, la justicia, la razón, la libertad, la expresión, “el uso de las comillas”.
Nos hacen pensar, maravilloso en cualquier situación, nos hacen abordar cuestiones más profundas, más allá de acciones bárbaras e injustas. Nos hace plantearnos el quien, como y el porqué de las cosas, de la información, y de cómo gira el mundo alrededor de unos cuantos. Con una presencia espectacular en escena, este grupo de actrices y actores nos hacen cuestionarnos métodos, medios y fines. El poder de la palabra. El poder de la imagen, de lo que se crea y lo que se cree. Una gran actuación que no baja la guardia en ningún momento, siempre al filo de la noticia.
Con una escenografía de Ikerne Giménez (que también es la creadora de la música que se toca directo durante la obra) que nos transmite ese ambiente turbio, cargado, tensionado, que refleja a la perfección lo que debieron ser aquellos años en la convulsa Euskadi. Una escenografía diseccionado en dos planos bien diferenciados, uno angosto, caótico, bullicioso, que representa la redacción del periódico y otro más aséptico en el que transcurren todas las escenas que ocurren fuera del Egunkaria. La Iluminación y la parte audiovisual creadas por el propio David Bernués es otro de los pilares en los que se sustenta este montaje, a la hora de crear ese ambiente sórdido, casi de película de cine negro, en el que las penumbras juegan un papel fundamental. Por último debemos destacar el vestuario creado por Ana Turrillas, que nos transmite a la perfección la personalidad de cada personaje.
Este magnífico texto de Harkaitz Cano nos conmueve, nos irrita y nos seduce a partes iguales. Nos llega. ¿Hay algo más maravilloso? Sísifo es conocido por su castigo: empujar cuesta arriba por una montaña una piedra que, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante y absurdo proceso. Busquemos entre sus papeles, sumerjámonos en la redacción de este pequeño periódico, dejémonos atrapar por la lluvia. Vengan al María Guerrero. Un café y un periódico. Un plan vespertino ideal. Vivan el teatro. Vivan la cultura. Seguro y segura.
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Teatro: Teatro María Guerrero
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 9 de Abril al 2 de Mayo. De Martes a Domingo a las 19:00.
Entradas: Desde 5.50€ en entradasinaem. Programa de mano.
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