Teatro: Sucia. Teatro Abadía.

Pocas obras me han impactado tanto, me han removido de tal manera, me han dado vueltas en la cabeza durante tanto tiempo. Estamos ante un montaje valiente, arriesgado, necesario, comprometido, audaz, abrumador. Pero en esencia estamos ante el fiel reflejo de una sociedad a la que le queda mucho por avanzar, en el que montajes como este aún son muy necesarios por todo lo que nos rodea. La entereza con la que Bárbara Mestanza (no me cansaré de decir lo mucho que admiro lo que está haciendo) se enfrenta a este proyecto es digno de elogio, de alabanza, de ovación. Pero como no quiero destripar nada, les invito a que me acompañen en este pequeño análisis de la obra...



La realidad puede ser en muchos casos, mucho más cruda e impactante que la ficción. Si además ese suceso es contado desde el análisis, desde la templanza y el sosiego, desde la naturalidad de quien lo ha vivido, puede convertirse en una gran lección de vida y abrir un debate en cada uno de nosotros sobre lo que somos y hacia donde nos dirigimos. Porque esta obra nos habla de una sociedad podrida, infectada por el virus del machismo, que coloca al hombre en un nivel de supuesta superioridad que le legitima (a quien se crea esa basura) a actuar como le venga en gana sin atenerse a las consecuencias ni pensar en las necesidades o sentimientos de la persona a la que está utilizando.



Esta coproducción de Bella Batalla ("Quijotes y Sanchos", "El amante", "Sea Wall", "El roble") y el Teatro Abadía es un grito de socorro, un demoledor alegato sobre las vejaciones a las que son sometidas las mujeres, un relato real contado sin florituras, de forma directa e impactante, sin pelos en la lengua, de forma descarnada pero con todo el ingenio y la frescura, para que nos llegue muy dentro, para que nos golpee como si de un combate de boxeo se tratase. Y durante toda la obra sobrevuela esa maldita pregunta, ese mantra que golpea a todas las mujeres que han sufrido algún tipo de maltrato: "¿Por qué no hiciste nada?". Gran parte de la obra transita ese periodo posterior al hecho en si, cuando la culpa no deja de perseguirte, cuando las miradas y comentarios no hacen más que ahondar en la herida.


El texto que ha creado Bárbara Mestanza (con la asesoría dramatúrgica de Laia Alberch) a raíz de un hecho que le ocurrió hace cinco años en un local de la calle Toledo de Madrid es desgarrador, pero muy "instructivo" al ser contado desde la cercanía de quien lo vivió en primera persona. El relato es contundente, ingenioso, inteligente. La autora navega con una asombrosa soltura por sus miedos y sus traumas, para analizar con el público como ha sido el proceso vivido durante estos largos años. Como ya ocurrió con su anterior obra, "La mujer más fea del mundo" (que pudimos disfrutar hace unos días en las Naves del Español), Mestanza aborda el texto desde la firmeza y de forma muy directa, sin paños calientes. Esta joven autora va camino de convertirse en todo un referente por su sinceridad y su compromiso, haciendo de cada texto un doloroso (y a la vez imponente) y contundente alegato sobre la vida y la sociedad en la vivimos.


Mestanza asume también la dirección de este montaje (con Jaume Viñas como ayudante de dirección), como no podía ser de otra manera al tratarse de un proyecto tan personal. Una dirección centrada en la verdad, en la sinceridad, en la exposición. Porque la obra nos expone el tortuoso camino recorrido por la autora en este tiempo, pero también nos aporta puntos de vista, reflexiones, testimonios, conversaciones, que nos hace tener una visión más global de la dimensión real del problema. Y lo hace con generosidad, sin dejarse nada en el tintero, pero también con la frescura que debe tener un montaje de este tipo, en el que hay cabida para escenas cómicas, momentos visualmente muy impactantes, y sobre todo mucho espacio para la reflexión. Lo más interesante en este aspecto es el modo en el que el montaje hace partícipe a los espectadores de lo que ocurre, desde la encuesta inicial hasta los momentos en que se rompe la cuarta pared para interaccionar con el público (nunca me alegré tanto de no llevar tatuajes).


Usando como punto de partida y eje de la obra esa horrible experiencia vivida por la actriz, saca a relucir infinidad de temas y preguntas que van quedando en el aire, y que nos acompañarán al salir del teatro. Ella se paralizó, y necesita buscar respuestas. ¿Qué harías tu ante una situación similar? Una respuesta que le ha rondado la cabeza estos años y sobre la que se desarrolla parte del argumentario de la obra. Mestanza ha sido valiente y ha decidido exponerse, contar su caso y sus reflexiones posteriores, para poder abrir un debate necesario, para servir de ejemplo a tantas mujeres que han sufrido situaciones similares, o para que los hombres empecemos a recapacitar sobre lo que somos y el respeto que debemos tener a nuestros semejantes. Una función para ayudar y ayudarse, para dar voz mediante su historia a un problema demasiado arraigado en nuestra sociedad.



En la sinopsis de la obra podemos leer lo siguiente: "En España se registran 32 denuncias al día por agresión y abuso sexual. Durante el primer trimestre de 2020 se registraron casi 100 denuncias más que el mismo trimestre del 2019, y con el confinamiento han aumentado los casos de abusos intrafamiliar más que nunca". Aterrador y vergonzoso, pero esta es la cruda realidad en la que vivimos. Por eso son necesarios montajes tan crudos y directos como este, que incomoden y nos hagan abrir los ojos, no mirar para otro lado, plantarle cara al problema.

En esta idea de involucrarnos, el montaje comienza con Nacho Aldeguer ("Sea Wall", "Lear (desaparecer)", "La última noche de Don Juan") interpretando a Bárbara, en un potente giro que culmina con uno de los momentos más reveladores y sublimes de todo el montaje. Es el momento que nos da un vuelco todo, en el que vemos que estamos ante una obra diferente y directa. Tras este catártico momento, Nacho pasa a ser la voz de "la otra" Bàrbara, la de su círculo más cercano, hasta la de la sociedad que la señala. Aldeguer nos sorprende con su capacidad para adaptarse a todos los registros y situaciones que la historia demanda, en una actuación impecable como apoyo al testimonio de Mestanza.



Sucia nos habla de abusos, pero también de los conflictos que esto genera, de las secuelas, de los miedos que una situación así genera en la persona que lo sufre. Lejos de poner el foco en la situación como tal, la obra va mucho más allá, para abordar cómo recibimos este tipo de sucesos como sociedad. Apoyado en testimonios reales de expertas, consigue abrir el foco, que no nos centremos exclusivamente en el hecho en si, sino que busquemos una visión más global, más objetiva. Debemos pararnos a pensar en los datos, en las vidas de las personas afectadas, pero sobre todo en el epicentro del problema, que no es otro que la "normalización" de ciertos comportamientos en la sociedad, la banalización de las agresiones o la estigmatización de la víctima. Es la propia sociedad en su conjunto la que debe ser consciente de la gravedad del problema.



Todo lo dicho anteriormente no existiría sin la valentía de Bàrbara Mestanza ("MAFIA", "Be my baby", "Six sex scenes", "Pocahontas o la verdadera historia de una traviesa") artífice de este montaje y víctima de los abusos que en él se cuentan. Pese a lo mal que lo ha pasado, como nos reconoce a lo largo de la obra, ha sido capaz de escribir esta obra y de plantarse delante del público para ser ella misma la que nos cuente lo que ocurrió y todo lo que le ha pasado estos cinco años. No tengo palabras para describir mi admiración por lo que ha hecho esta mujer, una valiente y una artista como la copa de un pino

Dicho todo esto, y sin querer ser demasiado empalagoso, una vez que irrumpe en el escenario y toma las riendas de la obra hace un trabajo descomunal. La fuerza que transmite, la verdad que destila, la contundencia con la que nos golpea con cada frase, todo es impactante en la interpretación de la actriz. Mestanza consigue que desde el primer momento empaticemos con ella, como no podría ser de otra manera, pero lejos de hacernos sentir lástima quiere que la comprendamos, que sepamos por todo lo que ha pasado. Tiene la fuerza para no derrumbarse en ningún momento de la obra, mantener la energía a tope en todo momento, interpretar cada momento de la historia con el alma. Si la actuación me pareció excelsa, su capacidad para poder sobreponerse a todo lo que le debe pasar en esos momentos por la cabeza es digno de elogio (espero que no haya quedado demasiado evidente mi devoción por lo que hace).


Ciñéndonos de nuevo al montaje, diremos que todo nos pareció original y perfectamente estructurado en su justa medida. La escenografía creada por Paola Diego (la idea original fue de Anna Cornudella, con la colaboración especial de Mónica Boromello, Néstor Reina y Kiwi Bravo) nos muestra en un primer lugar la camilla en la que ocurrió el lamentable suceso, pero a lo largo de la obra van apareciendo diversos elementos escénicos, todos ellos ingeniosamente creados para apoyar el relato y "suavizar" en ciertos momentos el tono de la historia con pequeños sketchs cómicos. Paola de Diego es también la artífice del particular vestuario, algo kitsch pero que encaja a la perfección con la obra, en contraposición al tono oscuro del relato. Otro elemento muy significativo del montaje es la iluminación que ha creado Adrià Pinar. La elección de las luces y las sombras, del tono sombrío de los primero minutos, de las luces cálidas posteriores, todo nos lleva a captar en cada momento el tono preciso de la obra. 

El montaje se apoya en piezas audiovisuales (en las que podemos ver a personajes como Trump o Rajoy) y en las entrevistas de las que antes hablábamos con expertos y expertas en la materia. La dirección de estas imágenes ha corrido a cargo de Marc Pujolar, y han sido grabadas y montadas por Ales Alcalde y Mikel Arostegui. Todo esto viene sazonado con el contundente diseño de sonido de JUMI y la música electrónica que por momentos nos transporta de nuevo a una "realidad más festiva".


Poco más puedo decir de esta joya, que me lleva rondando por la cabeza desde el mismo momento en el que salí de la sala. Solo hablaros de la pequeña encuesta que podéis/debéis hacer antes del comienzo de la función. La cifra de "las personas de la sala que han sufrido abusos a lo largo de su vida" es con lo que Mestanza da por concluida la obra. En mi caso tengo que decir que el número me dejó helado, ya que suponía un porcentaje muy alto de los presentes. Con todo esto, solo me queda agradecer a Bàrbara Mestanza lo que hace, su valentía y su fortalece. Mi más sincera enhorabuena. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Abadía
Dirección: Calle Fernández de los Ríos, 42.
Fechas: Del 6 al 30 de Mayo de 2021. Martes a sábado a las 20:00. Domingo a las 19:30
Entradas: Desde 9€ en TeatroAbadia.

REPARTO

Nacho Aldeguer
Bàrbara Mestanza

FICHA ARTÍSTICA

Dramaturgia y Dirección Bàrbara Mestanza

Ayudante de Dirección Jaume Viñas

Asesora Dramatúrgica y Actoral Laia Alberch

Diseño Espacio Escénico y Vestuario Paola de Diego

Diseño Iluminación Adrià Pinar

Diseño Sonido y Gráfico JUMI

Dirección Audiovisual Marc Pujolar

Fotografía Luz Soria

Grabación y Montaje Ales Alcalde Mikel Arostegui

Comunicación CODEA

Jefa de Prensa Josi Cortés

Asesoras:

Asesora Conciencia Género Lídia Casanovas

Psicóloga Violencia Machista y Abuso Anna Planadevall

Periodista Investigación Núria Juanico Sobre Abusos en el Mundo Escénico Abogada penalista Carla Valls

Producción Nacho Aldeguer Mayte Barrera Rosel Murillo

Idea original de espacio escénico Anna Cornudella

Colaboración especial de Mónica Boromello, Néstor Reina y Kiwi Bravo.

Agradecimientos: Festival Temporada Alta, La Virguería, Sala Ivanow, Andrea Aguilar, Alejandro Bordanove, Berta García, Albert Llimós, Quico Montañez, Teo Planell, Vicky Rosell, Octavio Salazar y Rubén Sánchez

Una coproducción de Bella Batalla y Teatro de La Abadía



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