Jouvet, en boca de Josep María Flotats, provoca esa fascinación de algunos profesores, de esos que provocan tal estado que eres incapaz de apuntar. Porque apuntar sería distraerte, un acto consciente que te distancia de vivir el mensaje, de que llegue a tus tripas, de sentirlo, de vivirlo.
Le pediría a Josep María Flotats que, por favor, me diera lecciones cada tarde, en el Conservatorio de París o en el Teatro Español, en la Plaza de Santa Ana. Que me diga, por favor, por qué me preocupo tanto por ejecutar, por cumplir, que me ayude a dejar de lado esa inteligencia que opaca mi capacidad de ser actriz.
Pero yo no soy actriz, sí lo es Claudia. Y te sumerges con Claudia a labrar el oficio del actor, a buscar en el sentimiento y "la afluencia de los sentimientos no es esa capa uniforme que has intentado dar".
Ya lo dice Jouvet: "La comodidad es la muerte del artista".
Josep María Flotats, director y protagonista de la obra, explica que "desde el inicio de mi aprendizaje en el oficio de actor en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático de Estrasburgo, cuando apenas intuía el misterio inmenso de la naturaleza del teatro, y abría apenas los ojos sobre la enseñanza tan inextricbale cuya técnica no del todo ciencia porque no es repetible, descubrí, en un libro que me había aconsejado uno de mis profesores, todos los grandes principios de mi arte, expresados de un modo extraordinariamente sabio y sencillo a la vez. Después de sesenta años de experiencia, la obra de Jouvet sigue siendo una biblia para mi. Siempre me refiero a ella cuando las dudas me invaden". Para él, esta pieza "me permite dar a conocer en vivo el método que me ha formado y, también, explicarme a mí mismo, en la medida de lo posible, mis deseos, mis esperanzas, mis sueños artísticos y mis temores".
Intentemos poner esto en orden: Jouvet, imparte clase a tres alumnos, Claudia, León y Octavio. Aprenden a interpretar el Don Juan de Molière, que como bien nos recuerdan, también era actor.
Claudia intenta llegar a Elvira, a los sentimientos de esa mujer que advierte al hombre que ha amado profundamente, que va a condenarse. Comprenderlo, lo comprende, pero todavía no lo siente.
Lección tras lección, su maestro la guía, al igual que sus compañeros, que celebran sus progresos. Hablan de la necesidad de hacer justicia a un texto: "una persona que habla dos páginas y media, se vacía". Y repiten la escena, para encontrar el sentimiento. Jouvet observa: "has entrado dando un paso de baile" y se genera tal sensación que dan ganas de participar, disculpe, profesor, ¿me permite?
Cuánto respeto por el que escribe, cuánto amor por lo real.
El maestro Louis Jouvet solía decirles a sus alumnos que "no pretendo dar lecciones ni enseñanza alguna; mi preocupación es la de hacer nacer en vosotros una serie de interrogantes, todas personales y diferentes para cada uno de vosotros, que crearán en el interior de vuestro espíritu, de vuestra sensibilidad, una orientación, quiero decir con ello una actitud, una manera de considerar la práctica de nuestro oficio y de adquirir en él una perfección deseable. Eso solo lo conseguiréis, únicamente, si tenéis conciencia del oficio; si no, solo seréis unos instrumentos más o menos bien utilizados. Creo que aquí tocamos nuestra preocupación esencial. Quizá sean éstas unas reflexiones que ya os habéis formulado anteriormente, pero no con suficiente intensidad, reflexiones que os pondrán en guardia y os permitirán, si las desarrolláis, tener conciencia de lo que hagáis. De lo contrario, os arriesgáis a tener que aceptar un día que a lo largo de toda vuestra carrera
solo hayáis sido un instrumento pasivo, que vuestra participación haya sido casi nula. Pero
¿qué es la carrera de un individuo?
Esta palabra concreta se vuelve abstracta cuando se refiere a un actor. ¿Qué es, pues, la
carrera de un actor? Creo que es el progreso conseguido sobre sí mismo. Los artículos en los
periódicos sobre la carrera de un actor, sus éxitos, el dinero que ha ganado, todo esto no
tiene ningún interés; lo que importa es la consecuencia de los actos que ha cometido, y la
ocasión que estos ejercicios, estos papeles habrán sido para realizarse como hombre.
Este es mi punto de vista, quizás un poco severo y sorprendente. En el teatro no se trata de
triunfar, sino de adquirir individualmente un valor humano y personal que, probablemente,
os valga más que el triunfo.
Para mí el teatro es algo espiritual. Hay dos maneras de hacerlo o de considerarlo. En
superficie, o en profundidad y altura. Es decir, en la vertical del infinito”.
El contexto, en cambio, es mucho más oscuro. La primera lección tiene lugar el 01 de Septiembre de 1939, día de la invasión alemana de Polonia. Las lecciones se suceden mientras el ejército alemán avanza. El maestro les recuerda: No os olvidéis de que la educación pública, laica y gratuita os ha permitido conocer la libertad, la igualdad y la fraternidad.
A pesar de la oscuridad, se ve muchísima luz, en ese acto de coserse al alma un oficio, de crecer.
Natalia Huarte, Francisco Dávila y Juan Carlos Mesonero son actores que interpretan a actores. Josep María Flotats es un maestro que interpreta a un maestro. En un texto en el que el propio Jouvet duda sobre lo que enseña, sobre sí mismo, y el consecuencia sobre aquello que debe transmitir a sus alumnos. Esta producción del Teatro Español con texto de Louis Jouvet según el ElvireJouvet 40 de Brigitte Jaques, extraído de Molière et la Comédie Classique de Louis Jouvet, y traducido por Mauro Armiño, refleja la complejidad del proceso creativo del teatro, para meternos de lleno en esta pieza metateatral de la que nos volvemos partícipes desde el primer instante, como ansiosos alumnos queriendo descubrir los misterios que esconde el texto.
Lo cierto es que no he visto una obra, la he vivido.
----------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.