Las bombas caen sobre Ucrania y el mundo parece tambalearse. Pero siempre hay un lugar en el que florece el arte de entre los escombros y el horror. Eso al menos es lo que piensan los protagonistas de esta historia, una compañía de teatro que en estos tiempos oscuros deciden hacer lo que mejor saben, crear una obra de teatro para hacer menos doloroso el paso del tiempo, para poder sobrevivir en este infierno en el que se ha convertido su país. Y ya dispuestos a soñar, ¿Por qué no hacer una ficción en la que matemos a Putin? Pero incluso la ficción puede volverse en contra y tener que tomar decisiones que nos afecten más de lo esperado.
El teatro como refugio para huir de la barbarie. Esa es la esencia de esta desmelenada comedia, la necesidad de seguir viviendo cuando parece que se acerca el final. Volver a nuestra esencia, evitar pensar en la dura realidad para hacernos fuertes en nuestro pequeño mundo de locura y desenfreno. Porque las personas necesitan esperanzas, mirar hacia adelante y ver un futuro algo más alentador que la realidad que les golpea día tras día. Una válvula de escape que nos permita seguir siendo nosotros mismos, un ápice de esperanza dentro del horror de la guerra, evadirnos de la realidad para imaginar mundos mejores.
Esta producción del Centro Dramático Nacional nos coloca en la realidad de nuestros días, en el horror de una guerra que nos retumba desde hace más de un año. "Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen" decía el añorado Julio Anguita, porque estos episodios de dolor y destrucción dejan a los ciudadanos como huérfanos en un conflicto que en la mayoría de los casos no apoyan. Este es el caso los protagonistas de esta obra, un grupo de civiles que se esconden de las bombas e intentan sobrevivir como pueden, unos ayudando en la búsqueda de fosas comunes y otros simplemente luchando por sobrevivir. Una historia tratada en forma de alocada comedia de enredo pero que nos deja en trasfondo de la guerra sobre el que recapacitar. Aunque dentro de la obra casi es un punto de partida sobre el que crear la historia, el tema asoma por momentos para crear algunas de las escenas más brillantes del montaje.
Se ha cumplido hace pocos días el primer año de contienda en Ucrania. Cuando comenzó, Alfredo Sanzol estaba a las puertas de estrenar "El Golem" en el María Guerrero. Sanzol. El autor y director de la obra, reconoce que "parecía que nuestras alusiones a la guerra eran de esa misma tarde. Lamentablemente, la guerra forma parte del día a día de la humanidad". El comienzo de la guerra lo cambió todo. Sanzol dejó aparcado un proyecto sobre el que estaba trabajando y comenzó a gestarse este texto. Pero no todo quedó metido en un cajón, el autor cuenta que "el título seguía ahí y me servía de refugio: Fundamentalmente fantasías. El título me sirvió de refugio porque el humor es la mejor herramienta que conozco contra la violencia, y la fantasía es esencial para poder escapar y así entender la realidad". El texto se concibe como en "una respuesta al horror de la guerra en forma de comedia, de farsa y de tragedia. Es una pregunta sobre la legitimidad del deseo de venganza en la ficción. Es una obra en la que se pregunta por el valor de la vida de un personaje".
El resultado es una suerte de montaje metateatral, en el que los personajes y sus vivencias reales se entrelazan para conseguir una historia que nos lleva desde Ucrania al Kremlin pasando por las músicas más tradicionales españolas. Sanzol nos hace viajar desde el realismo más cruel de las bombas retumbando en el bunker a la farsa más desenfadada con el montaje de la obra que nos propone la compañía de teatro protagonista. Para el director es necesario "crear ficciones que se convierten en laboratorios de lo posible e imposible, de los hechos y los prejuicios, de las metáforas y la áspera realidad. Cuando decimos que la realidad supera a la ficción, estamos mostrando nuestro asombro por comparación. Le pedimos mucho a la ficción, le pedimos que supere a la realidad en giros, personajes y posibilidades. Le pedimos a la imaginación humana que sea más grande que la imaginación a la que pertenece la realidad, la de los dioses". Y con esta premisa crea una historia desvergonzada, para imaginar escenarios de vida mejores, para añorar espacios de convivencia en el que quepamos todos, pero también para plantearnos dudas casi filosóficas sobre la vida de los personajes, la farsa, la vida y la muerte o las contradicciones que surgen en tiempos de guerra.
La obra termina de coger sentido tras el encuentro del director con Anabell Sotelo de la compañía ProEnglish Theatre de Kiev, que han seguido trabajando en su local de ensayos después de comenzada la guerra. "Al leerle el inicio de la obra, su bendición diluyó el pudor y el miedo a meterme donde nadie me llamaba y me lancé a seguir a la fantasía para encontrar lugares de libertad y de fuerzas para resistir" reconoce Sanzol. Y así, el montaje nos traslada a un refugio de Kiev, a los primeros días en los que se está bombardeando el país. En ese desolador escenario, Patricia y los miembros de su compañía deciden crear una nueva obra de teatro para escapar, al menos durante las horas del ensayo, de los horrores de la guerra.
Tras las reticencias iniciales de su hija Olena y de Viktor, miembros de los comités de defensa de la ciudad que creen que en esos momentos la prioridad es otra, la idea de Patricia va cogiendo forma y los actores se van comprometiendo cada vez más. La directora sorprende a todos (público incluido) al proponer que la función se llame "Pin Pan Putin" y se cuente la forma en la que se mata al mandatario ruso. Ensayar en tiempos de guerra se antoja complicado, pero la compañía parece unirse cada vez en busca de ese objetivo común. Pero como toda historia de asesinatos, todo puede salir mal y en el momento en que representan la muerte de Putin el caos se apodera de la situación.
Para este nuevo montaje, Sanzol se rodea de algunos de los actores fetiche, con los que ha trabajado en la fabulosa "La ternura". En esa obra estuvieron, en diversos momentos, Natalia Hernández, Paco Déniz, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras,Eva TracónyElena González. A ellos se le suman en esta ocasión Pablo Márquez, María Moraleja, Julia Rubio y Pepe Sevilla. Un elenco que hace un trabajo formidable, deslizándose con destreza entre los distintos roles que les toca asumir a cada uno dentro de la función... y de la obra sobre Putin. Un trabajo en el que todos suman, en el que el bien común se pone sobre la interpretación personal. Una obra que se mueve desde el realismo inicial al surrealismo de la parte final, pasando por la comedia de enredo, el teatro del absurdo o el teatro social. Todo ello mostrado por este grupo de intérpretes que lo dan todo en escena para sacar adelante estas dos obras que nos plantea el montaje. En un aparente caos, todos se mueven con precisión para que cada escena se desarrolle con el ritmo y tono adecuados.
Natalia Hernández da vida a Patricia, la directora de la compañía, alma mater del proyecto "Pin Pan Putin", que sufre por el compromiso político de su hija y tendrá que hacer frente a varias concesiones para que todo pueda salir bien. Como es habitual en ella, nos regala una deliciosa interpretación del personaje que más cambia de estados de ánimo a lo largo de la historia. Junto a ella Paco Déniz interpreta a Andriy, su marido y apoyo constante. Un personaje timorato que se ve en su mujer todo lo que él no se atreve a hacer. También lo veremos interpretando a la mano derecha de Putin, con momentos de comedia fantásticos.
Julia Rubiointerpreta a Olena, hija de Patricia y Andriy, que mantiene una apasionada relación con Viktor, interpretado por Javier Lara, compañero de fatigas en su búsqueda de las fosas comunes que hay por toda la ciudad. Juan Antonio Lumbreras nos regala algunas de las escenas más divertidas de la obra con su doble papel de Petro (un actor con oscuro pasado) y Putin. Elena González interpreta a Taisia, uno de los personajes que más nos sorprenderán a lo largo de la función. Completan el reparto Pepe Sevilla, fantástico suKyrylo gaditano, Eva Tracón, impecable como Oksana y muy divertida como agente de la CIA, Pablo Márquez dando vida a Nokolai y María Moraleja como Daryna y la divertida ministra de defensa rusa.
Todo esto recreado en un universo cambiante que pasa del refugio de Kiev al Kremlin con pasmosa soltura. La escenografía corre a cargo de Blanca Añón, que crea un espacio que se va abriendo, desconfigurándose, para pasar del angosto refugio a la monumentalidad del palacio ruso. Muy acertada la iluminación creada por Pedro Yagüe, capaz de crear ambientes de lo más variopintos. El sonido, que nos hace entrar de lleno en la historia desde el principio, es obra de Sandra Vicente, y la música ha sido creada por Fernando Velázquez. Por último, no podemos dejar de señalar el cuidado vestuario creado por Vanessa Actif.
En definitiva, estamos ante una alocada comedia, por momentos surrealista, con escenas cercana al absurdo, que nos recuerda a la más pura tradición de la comedia de enredo, un poco pasada por el filtro de la mente subversiva de Sanzol. Tenemos que reconocer que todos teníamos en la cabeza la impecable "El bar que se tragó a todos los españoles" y que, quizás por eso, la sensación a la salida fue algo agridulce, el listón estaba demasiado alto. Pero pasamos un buen rato, con situaciones esperpénticas, con guiños a la actualidad, con comedia para currarnos de una realidad que es demasiado dolorosa. El elenco, uno de los puntos fuertes de la obra, nos regala momentos inolvidables. Vayan a descubrir la nueva comedia de Sanzol, disfruten de la creación de "Pin Pan Putin" desconecten de la realidad y déjense llevar.
Fechas: Del 24 de Febrero al 16 de Abril. Martes a Domingo a las 20:00. Encuentro con el público: 28 de Marzo. Función matinal: 7 de Marzo a las 12:00. Funciones accesibles: 30 y 31 de Marzo.
Paco Déniz (Andriy), Elena González (Taisia), Natalia Hernández (Patricia), Javier Lara (Viktor), Juan Antonio Lumbreras (Petro), Pablo Márquez (Nikolai), María Moraleja (Daryna), Julia Rubio (Olena), Pepe Sevilla (Kyrylo), Eva Trancón (Oksana)
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