Con motivo de la 41ª edición del Festival de otoño de la Comunidad de Madrid, los Teatros del Canal nos brindan la posibilidad de ver "Villa", una interesante obra del autor y director chileno Guillermo Calderón.
Lo que más llama la atención de Villa es que se trata de una obra con un argumento sencillo y a la vez complejo. Sencillo por que narra la reunión que tres mujeres de cuarenta y pocos años nombradas a modo de comisión para que decidan que destino darle a un complejo que a lo largo de toda la representación denominan “la Villa”.
Esa villa no es otra que el antiguo Cuartel Terranova, - el principal centro secreto de secuestro, tortura y exterminio a cargo de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) durante la dictadura de Augusto Pinochet- que se instaló oficialmente en la antigua Villa Grimaldi.
Conviene recordar que entre las miles de personas que por allí pasaron se encuentra la que con los años sería presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
Como decía 3 mujeres (llamadas todas Alejandra) han de reunirse, debatir y votar para elegir entre 2 opciones sobre el futuro de la Villa
La primera opción defiende la reconstrucción de Villa Grimaldi tal como era cuando era centro de tortura, anteponiendo la necesidad de recordar el horror y denunciar lo ocurrido, haciendo del lugar un espacio de dolor, con el fin de no olvidar lo que allí había sucedido.
La segunda opción propone construir un museo de arte contemporáneo que, por medio de una arquitectura minimalista y moderna, la incorporación de nuevas tecnologías y del lenguaje del arte conceptual, genere una mirada abierta al futuro que resignifique el dolor por medio de la experiencia estética.
Creyendo que es algo tan sencillo como votar y respetar el resultado, lo hacen en un primer momento; pero cada una de las 3 vota una cosa distinta y visto que lo aparentemente sencillo, no es tal, deciden que a partir de ahora no se votará sino que a través del diálogo, de la palabra y la confrontación de ideas, llegarán a una solución dialogada.
Pero el debate y la posible solución sobre que hacer con la Villa no es sencillo, máxime cuando alrededor de la mitad de la obra, una de las mujeres propone otra opción; no hacer nada con el lugar. La opción de no hacer nada supondría dar solución a una de las discusiones planteadas como representar el horror de todo lo acontecido en la Villa sin entrar en el morbo.
Las tres mujeres se sumergen a través de la defensa de sus distintas posiciones en una intensa y compleja discusión, que evidencia la dificultad de la aplicación más adecuada de la memoria histórica.
Destacan especialmente los tres monólogos de cada una de las mujeres en defensa de sus distintas posiciones. Una defensa llena de intensidad y sentimiento que sacará a la luz el terrible origen de todas ellas.
Notable la escenografía a pesar de la sencillez, apenas una mesa con tres sillas. Una mesa sobre la que se encuentra una pequeña maqueta de la villa. A un lado del escenario una mesa con varios vasos y una botella de agua. Suficiente para no perder ni un ápice de atención sobre la palabra y la voz.
La dramaturgia y dirección es de Guillermo Calderón, a través de
un texto con una estructura sencilla y que tiene varios momentos absurdos y
divertidos que quitan un poco de la dureza e intensidad de la obra.
Guillermo
Calderón es director teatral y dramaturgo, licenciado en la Escuela de Teatro
de la Universidad de Chile, continuó sus estudios en Dell’Arte School of
Physical Theater de California. Además, tiene un Master of Arts en Estudios de
Cine en la City University of Nueva York. También ha sido coguionista de cintas
como “Violeta se fue a los Cielos” y “El Club”.
En
cuanto a la obra señala “es una obra que se pregunta cómo recordar el pasado
y cómo convertirlo en memoria. Es un proceso que sigue abierto en nuestro país.
El proceso de pensar una nueva constitución política, tiene que hacerse cargo
de esas preguntas y espero que el tema de la obra pueda ser parte de la
discusión”.
En
cuanto al elenco lo forman Francisca Lewin, Macarena Zamudio y Carla Romero.
Impecable la actuación de todas ellas, con un aumento de la intensidad de sus
registros desde la sencillez inicial de la votación a la complejidad de cada
uno de sus personajes.
Destaca la diferente personalidad de cada una de ella, Franscisca Lewin es un personaje complejo diría que la más calculadora que mantiene ocultas tanto sus pensamientos como sus intenciones finales, sorpresivamente propone plantar pasto.
Por su parte Carla Romero, que es la más belicosa, la más peleona es la defensora de la idea del museo. Finalmente está, Macarena Zamudio, que adopta un perfil más equidistante, y que, incluso, adopta una postura de mediadora, afirma que prefiere reconstruir la Villa. La tres interpretan con gran credibilidad sus roles e interactúan con un ritmo perfecto. Como decía maravillosos sus monólogos donde cada una defiende sus propuestas.
Una manera de acercarnos algo tan de actualidad en nuestro país como es la recuperación y la reparación a través de la memoria histórica.
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