Del fandom al troleo. Una sátira del bla bla bla. Teatro de La Abadía

Pocas veces en los últimos meses he salido tan emocionado de una sala de teatro. Por que esta obra es diversión, goce, desparrame máximo de principio a fin, para gozarlo sin paliativos a la vez que nos va golpeando con muchos de los temas que preocupan a la Generación Z. Pese a la demora en el inicio por problemas con el sonido, el público acabó en pie ovacionando a un elenco portentoso, que nos hace disfrutar y reír, aplaudir en varios momentos de la obra y hasta corear lo que las actrices nos piden. El público está totalmente entregado desde el inicio a una propuesta tan gamberra como brillante.




Hace un par de años se estrenó en la Sala Beckett de Barcelona esta pieza que se convirtió en un éxito total, tanto de crítica como de público, arrasó como un torbellino. Tras volver en Septiembre a la ciudad condal, llega ahora al Teatro de La Abadía para hacernos disfrutar como hace tiempo que no se recuerda. Un bombazo que no dejará a nadie indiferente. Una obra divertida y ácida como pocas que se han visto en los escenarios madrileños en este año. Una demoledora visión de la Generación Z, con una inteligente visión perimetral de lo que es nuestra sociedad en su conjunto. En un montaje en el que tenemos de todo, desde piezas musicales a entregas de premios, desde coreografías desternillantes a monólogos estremecedores. Todo cabe en esta apabullante propuesta que no deja títere con cabeza, en un ejercicio maravilloso de reírse de todo, incluso de ellas mismas, para convertir la sala José Luis Alonso en una fiesta.


Esta producción de la Sala Beckett es una delirante sátira sobre el overthinking de la generación Z, esa necesidad actual de generar una opinión racional para relacionarnos con el mundo. Esta ácida comedia parte del ejemplo de Simone Biles para ponernos en contexto de que la exigencia por ser impecable puede afectar a la salud mental de las personas. De este punto de partida nace una delirante historia que con tintes de humor negro nos hará reflexionar sobre los límites de la exigencia, la necesidad de saber parar, la sobrexplotación a la que nos vemos abocados para estar siempre perfectos, la obsesión de un mundo acelerado por crear y destruir ídolos y referentes, el caos de una generación que se pasó de aceleración y autoexigencia y ahora no sabe como parar. La propuesta invita a la reflexión sobre la posibilidad de haber agotado los conceptos, las palabras, así como de los peligros y consecuencias de la victimización




El delirante y fabuloso texto es obra de Berta Prieto, que se ha encargado también de la dirección del montaje. La joven creadora se ha convertido en uno de los nombres más destacados del panorama teatral catalán. Este es su primer proyecto en solitario, ya que sus anteriores trabajos los había creado junto a Lola Rosales (en este caso ejerce de ayudante de dirección). Juntas hicieron "El Chinabum" (que se pudo ver en el Teatro del Barrio), "FUCK YOU MODERN FAMILY (o todo sobre mi abuela)" y "Derecho a pataleta", con el que ya estuvo en el Abadía dentro del ciclo "Teatro bajo la arena". En los últimos tiempos, Prieto también ha participado como actriz y guionista en la serie "Autodefensa". Con este bagaje, ahora nos presenta esta ingeniosa y corrosiva sátira sobre la creación y el ego. Una alocada propuesta que combina humor, canciones, entregas de premios y una serie de situaciones de lo más variado, en las que podemos apreciar la soltura con la que la creadora se mueve por diferentes lenguajes escénicos.

La autora habla de todo sin tapujos, queriendo dejar las cosas claras, sin medias tintas, desde lo satírico nos lleva a lugares de gran complejidad, a tratar temas que de otro modo quizás fuese difícil tratar. Con la genial premisa de "volverse tonto para no sufrir" (me parece una idea sublime, que daría para más obras y teorías), la dramaturga nos propone una irreverente propuesta en la que reflexionar sobre el daño que hace la autoexigencia (o la exigencia impuesta por otros y que no nos deja salirnos del camino elegido por ellos). Prieto busca el "no pensar y ser improductiva" como el camino para ser feliz. Algo que si lo pensamos fríamente, deberíamos hacer todos en mayor o menor medida. Nosotros mismos somos en muchos casos nuestro mayor impedimento para avanzar.



La directora juega con nosotros y nos propone un montaje en el que cabe todo, un híbrido en el que se solapan realidades, se intercalan relatos o se rompe la cuarta pared para involucrar al público en todo lo que pasa en escena. Pero además de todo esto, Berta Prieto se desliza con destreza entre lo real y lo fantástico, entre lo teatral y lo performático, entre lo metateatral y lo surrealista. Partiendo de las historias de Paula Miró y Ximena White, la directora nos habla de muchos de los temas que preocupan a su generación. La sobrexposición, la salud mental, el ego, la autoexigencia, las imposiciones de la sociedad, ese overthinking que ha acabado por colapsar a gran parte de su generación. Una serie de acontecimientos y relatos nos van desgranando las vidas de estas dos chicas, con situaciones de lo más variopinto, que nos llevan a la diversión absoluta por lo frenético del montaje y lo disparatado de cada una de las escenas, a cual más arriesgada, extravagante y genuina. La directora cuenta de la pieza que "es una oda a la acumulación, a las personas con déficit de atención y a la imposibilidad de encontrar verdades".



Pero vayamos a lo que vemos en escena. Como hemos dicho, la obra cuenta la vida de dos personajes muy peculiares, Paula Miró (ciberactivista que empezó su particular transición hacia una imparable estupidización personal, para conseguir sufrir menosy Ximena White (una guionista y directora moderna y feminista). Miró vive angustiada por su vida, no puede con la presión que desde niña la obliga a ser la mejor en todo, a vivir en una continua carrera de fondo por superarse a si misma. No puede con su propia cabeza, que no deja de pensar. Por eso decide dejar de pensar, volverse tonta para dejar de sufrir. Lo que ocurre a continuación es surrealismo puro, una delirante sucesión de acontecimientos que nos mantienen en una ola de despropósitos y situaciones inverosímiles. En esa transición hacia la estupidez acabará convirtiéndose en icono, algo no buscado y que supone un problema más en esta esperpéntica decisión. Pura fantasía para reivindicar una sociedad que no nos deja bajar el ritmo, que nos mantiene siempre a la carrera, con la cabeza a punto de estallar.



A raíz de esta historia conoceremos a Ximena White, la directora que triunfa con el biopic de Paula, estrenado bajo el nombre de "My life is my message" en Netflix. Ella, que se había creado un nombre en el mundo del cine independiente, ganando incluso un Goya con su primer corto, accede ahora a realizar esta película comercial porque piensa que es necesario pasar por el aro para que tu mensaje llegue a más gente. Lo que comienza como un homenaje a la persona idolatrada, acabará, como no podía ser de otra manera, en una serie de rocambolescos acontecimientos que harán agrandar la leyenda de Paula y crear aún más debate sobre su decisión de volverse tonta. Personajes de lo más variopinto se van apareciendo en la vida de Ximena hasta componer un universo que firmaría el mismísimo José Luis Cuerda o los Monty Python. Una historia que se va alejando de la realidad para llevarnos por ese mundo lleno de personajes estrambóticos, desde el grupo de tontos al predicador, para acompañar a Ximena en su particular odisea en busca de las respuestas que no puede encontrar. 



Uno de los puntos fuertes del montaje, sin ninguna duda, es la valentía de las chicas del elenco para arriesgar, la solvencia para lanzarse al vacío, la convicción por esta arriesgada propuesta, la energía con la que cada una "sube la apuesta" sobre lo que ha hecho su compañera, el feeling y el buen rollo que se desprende a lo largo de toda la función. Se nota que lo están gozando tanto como el público viéndolas. Estos torbellinos escénicos son Belén Barenys, Roser Dresaire, Judit Martín, Irene Moray y Laura Roig, un elenco fabuloso, que juega hasta el límite, que arriesga sin miedo al error, que nos arrasa con este juego de historias, idiomas, canciones, registros, en el que todo vale. Un grupo de jóvenes actrices, que salvo Judit Martín pertenecen todas a esa generación Z de la que habla la obra. 

Un elenco que funciona a la perfección, con interpretaciones fabulosas. Lo de los cambios de registro de Judit Martín es increíble, dando vida a identidades tan dispares como la madre, el predicador o el periodista que entrevista a Ximena White. En este punto toca hablar de la caracterización de Sandra Tosca, fundamental para la creación de estos personajes. Pero también hay que hablar de la asesoría de movimiento de Alba Sáez, que hace que todo funcione a la perfección, pese al aparente caos que lo sobrevuela todo.


Todo esto sucede en un espacio escénico creado por Paula González que va mutando conforme avanza la obra. Al acceder a la sala, vemos a Belén Barenys sobre una gran cama, que será uno de los elementos clave de la obra. Pero también aparecerá la mesa del comedor, unas sillas que tendrán diferentes usos, una pizarra... Pocos elementos que las actrices cambian con destreza para la composición de cada una de las escenas. Esencial la iluminación de Gabriela Bianchi, precisa y tan potente que consigue aumentar la energía, ya de por si muy alta, de la obra. Otros elementos esenciales del montaje son el sonido de Núria Barrientos e Iker Rañé (contundente y poderoso), y la música original de Belén Barenys (divertida y corrosiva, mordaz y pegadiza) con producción musical de Núria Barrientos. No podemos dejar de hablar del ingenioso vestuario creado por Chloe Campbell y del vídeo creado por Victor Diago, que apoya momentos determinados de la función.


En definitiva, estamos ante una obra que es pura diversión y entretenimiento, además de tener sus grandes dosis de crítica social. Una corrosiva y extravagante propuesta que nos ha fascinado, por lo surrealista del texto, por lo valiente de la propuesta, por el desparpajo de un elenco en estado de gracia, por un lenguaje escénico muy contundente, en el que todo vale y todo acaba potenciando el resultado, por muy loco que parezca de entrada. Quedan unos días para poder disfrutarla, corran a por sus entradas, la vais a gozar mucho. Para pasar un gran rato de teatro y llevaros muchas cosas sobre las que pensar de camino a casa. 
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TeatroTeatro de La AbadíaSala José Luis Alonso.
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42.
FechasDel 28 de Noviembre al 14 de Diciembre. De Martes a Sábado a las 20:00. Domingos a las 19:30. Sábado 13 a las 17:00 y a las 20:00.
Duración: 1 hora 40 minutos
EntradasDesde 19€ en TeatroAbadia.


Texto y dirección: Berta Prieto
Reparto: Belén Barenys, Roser Dresaire, Judit Martín, Irene Moray y Laura Roig
Escenografía: Paula González
Iluminación: Gabriela Bianchi
Sonido: Núria Barrientos e Iker Rañé
Vestuario: Chloe Campbell
Música original: Belén Barenys
Producción musical: Núria Barrientos
Vídeo: Victor Diago
Caracterización: Sandra Tosca
Asesoría de movimiento: Alba Sáez
Fotografía: Celina Martins y Eduard Sales
Ayudante de dirección: Lola Rosales
Agradecimientos: Gimaguas
Producción: Sala Beckett




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