El tema de "Adictos" es universal, consiste en la culminación
de las teorías conspiratorias de los que tantos ejemplos ha habido en la
ficción, en la prensa, con no poca verdad y mentira al mismo tiempo, y en las
conversaciones de todo tipo...es una aportación más. En este caso de la mano de
las nuevas tecnologías.
Un plan
demoniaco o no para controlar a la población mundial y eliminar la parte
prescindible, ya que las guerras mundiales empiezan a ser demasiado engorrosas
y descaradas, y los pérfidos nazis fueron excesivamente explícitos al buscar
soluciones finales, aunque con las mismas pretensiones que el poder siempre ha
tenido: perpetuarse para controlarlo todo. Es un debate filosófico, histórico y
eterno. Un debate que se traslada desde la prensa amarilla, siguiendo por el
suspense, la novela negra, el ensayo, la acalorada discusión de sobremesas y “baretos”,
redes sociales...y, como no, el teatro. En el fondo casi todo el mundo habla de
lo mismo: " Aquí hay gato encerrado". Es el enigma a voces de la Historia.
Hoy es ese
maldito censo digital, tan
peligroso, ayer el color de la piel o un credo frente a otro, y las más de las
veces el vecino o la vecina en el amplio sentido de la palabra, el caso es que,
aparentemente, nunca ha habido para todos en esta fiesta de la supervivencia y,
por supuesto, nunca hemos sido todos iguales. Siempre ha habido ricos y pobres, elegidos y desapercibidos, privilegiados y parias, vidas declaradas sin valor,
vidas que estorbaban.
Este es el
argumento. Más viejo que la envidia.
Una forma
sutil e higiénica de cribar a la humanidad bajo criterios inconfesables. Daría
para muchos culebrones, mesías pasajeros, etc., etc… La obra se centra en la
decisión de contar la verdad de todo esto, el momento de dar el paso y el
naufragio moral que significa no hacerlo o la opción de rebelarse. Pero no se
crean que les he destripado la trama, no, la trama está en los detalles. Esto
es sólo el cascarón. ¿Qué hacer cuando se sabe la verdad? ¿O la verdad no
existe?
Con una puesta en escena minimalista, que recuerda, simplificada, a un videoclip futurista de Lady Gaga. Una estética de arquitectura contemporánea, funcionalista, lejos de toda decoración, en blanco con colores puros donde lo diáfano es preponderante. La luz y el sonido también son escuetos y sirven perfectamente al hilo narrativo de los acontecimientos. Cuando lo que hay que decir se basta no hacen falta más adornos. Tres mujeres. Tres. Hablan sobre este hecho trascendental y el desafío que supone para ellas. Ya está.
El resto es
una interpretación sobria de las protagonistas, Ana Labordeta y Lola
Baldrich, sin tramas secundarias, basada en las palabras, en el hecho puro
que nos vienen a contar. Ahí acabaría todo. Y la obra ya tendría su interés.
Pero no es así.
Falta Lola.
En mi familia ha habido desde antaño una veneración por Lola Herrera cuasi religiosa pero el tiempo no pasa en balde y ella
ahí sigue, al pie del cañón. Estaba preocupado por ver lo que me encontraba,
pero me ha vuelto a sorprender. Es impresionante como aguanta con sus casi 89
primaveras sin desafinar en absoluto, como una actriz madura a la que los años
maceran lentamente, como a una maestra. Maravillosa. Sólo por ver a Lola nos
hubiera bastado a los que somos sus "adictos",
sólo por verla así de bien. Con ese plante que nos hace pedir, a quien corresponda,
que siga así otro poco más, que nos siga acompañando de esta manera mucho
tiempo. No hay que olvidarse que hace "cuatro días" enterrábamos a
otro Gigante que parecía incombustible, una paisana suya de esa generación
irrepetible: Concha Velasco.
Y ahí tenemos a Lola.
Sus dos
acompañantes Lola Baldrich y Ana Labordeta mantienen el tipo frente al genio que les acompaña sin desentonar ni limitarse a hacer los coros. Resultan
solventes. Pero Lola es mucha Lola. Estarán aprendiendo cada día un Potosí.
La obra es
de Daniel Dicenta Herrera, hijo de
la actriz, y Juanma Gómez. Tiene
aroma a distopía y nos anuncia los debates que ya se están generando en la
sociedad con esta era tecnológica imparable, peligrosa y, a veces,
insoportable.
Esto no ha
hecho nada más que empezar.
Magüi Mira, en la dirección, estará disfrutando
también mucho. Después de comandar de modo extraordinarios "Los
nocturnos" vuelve ahora con "Adictos", una obra en la que se sentirá
como en casa trabajando entre amigas.
Lamentablemente
hay adicciones muy nefastas, destructivas, pero ver a estas mujeres juntas no
ha sido nada tóxico.
Larga vida a Lola Herrera y a todas las gentes que le acompañan. Es un privilegio que
siga con nosotros.
Chapó.
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Reparto
Lola Herrera
Ana Labordeta
Lola Baldrich
Ficha artística
Autor: Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez
Dirección: Magüi Mira
Ayudante de dirección: Jorge Muñoz
Escenografía: Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán - Estudiodedos (AAPEE)
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Pablo Menor
Productor: Jesús Cimarro
Una producción de Pentación Espectáculos
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