¿Puede alguien enamorarse de tres personas distintas?, y en tal caso, ¿puede cada una de ellas despertar cualidades o gustos distintos sin que haya un fingimiento?
¿Es una pareja un ejercicio de mimetismo? Y sobre todo, el valor de una obra de teatro está en lo que se representa o en todas las ideas que bullen a posteriori?, ¿vale en sí misma o como catalizador?
En 1941, Isabel viaja a tres ciudades, Buenos Aires, Nueva York y Niza. En cada una de ellas se enamora. Desde la capital porteña, Gerardo llama a Madrid para dar a su hermana Guadalupe la feliz noticia: se casa. Le habla de una muchacha natural, sencilla, modesta, refinada.
Días después, desde la ciudad que nunca duerme, llama Federico a Madrid, a su tía Guadalupe. Desde el Hotel Baltimore, no solo solo aclara que la llamada cuesta cien dólares el minuto, le habla de la telepatía de los sentimientos familiares, él también se casa. La chica sí discute, sabe de arte, no tiene nada de sencilla ni de modesta, es un alma cambiante que vibra.
Una vez finalizada la llamada, Federico le explica orgulloso al botones cómo no aprender un idioma es infinitamente más difícil que aprenderlo y requiere de una gran fuerza de voluntad.
Por último, en enero de 1942, llama Mariano al 12968 de Madrid, desde un club de Niza, whisky en mano. Habla con su tía Guada y, le anuncia que él también se casa. A la chica le gusta lo alegre, lo sano, el deporte. Y le indica que cuando se instale, querrá un pabellón del jardín, cerca del estanque, con un solarium.
Tras su vuelta, padre e hijos, se llevan una sorpresa, la prometida de los tres resulta ser la misma persona. A partir de aquí, las cosas y los personajes se suceden.
Aunque las tachan de simples, me cautivan especialmente las tres hermanas, Tula, Heliodora y Sofía. Tula es una especie de muñeca a la que le dan cuerda y contesta como una autómata, Heliodora es una lectora casi compulsiva y Sofía se afana en tejer. Sus novios, en determinado momento novios cesantes, parecen hechos a medida.
Su madre, en cuanto abren la boca, las manda a callar. ¿Son realmente unas simples o es así como se presentan?
En medio de toda esta maraña van y vienen Wenceslao y Hermenegildo, con sus disputas, sus rumiaciones.
Ahora bien, ¿Qué ocurre con todos ellos? Solo puede resolverse, peligro mediante, asomándose al exterior.
Y todo esto lo veremos de la mano de un fabuloso elenco formado por Jacinto Bobo, Katia Borlado, César Camino, Raúl Fernández de Pablo, Daniel Freire, Elena González, Paco Ochoa, Guillermo Manuel Ortega, Lucía Quintana, Cynthia Rosado, Guillermo de los Santos, Raquel Varelo y Samuel Viyuela González. Todos ellos hacen un magnífico trabajo coral, en el que lo colectivo luce por encima de las interpretaciones individuales.
Acérquense al Teatro Español a disfrutar de esa comedia ligera, llena de giros inesperados y personajes caricaturescos que harán las delicias del respetable. La esencia del mejor Jardiel Poncela destila en cada escena del montaje. Una grandiosa versión que nos traslada a comienzos del pasado siglo. Nunca está de más recordar de donde venimos, para ver lo que éramos y ver como hemos evolucionado.
FICHA ARTÍSTICA
De Enrique Jardiel Poncela
Versión y Dirección Pilar Massa
Con Jacinto Bobo, Katia Borlado, César Camino, Raúl Fernández de Pablo, Daniel Freire, Elena González, Malena Gutiérrez, Paco Ochoa, Guillermo Manuel Ortega, Lucía Quintana, Cynthia Rosado, Guillermo de los Santos, Raquel Varela y Samuel Viyuela González
Diseño de espacio escénico Estudiodedos (AAPEE)
Diseño de vestuario Rafael Garrigós
Diseño de iluminación Olga García (AAI)
Música original y espacio sonoro Ester Rodríguez
Lucha escénica Jesús Esperanza y Kike Inchausti
Ayudante de escenografía: Laura Ordás
Ayudante de vestuario Rosa Pérez Rocha.
Ayudante de dirección: Víctor Barahona
Residentes de ayudantía de dirección Teatro Español Cristina Simón Alcaine y Mariana Kmaid Levy
Una producción del Teatro Español
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