Volver al barrio.
El menor de los hermanos Trueba se estrena en el Teatro María Guerrero con Los guapos, producido por el CDN.
Aviso para directores y dramaturgos en general: basta ya de meta teatro. Los espectadores no podemos más. Actores haciendo de actores supera la meta realidad. Dejad de ficcionaros, hay vida más allá del yo.
Dicho esto, el debut de David Trueba en las tablas es un experimento bonito, entrañable, como todo lo que hace, pero pasará desapercibido porque le falta ahondar.
Dos amigos de la infancia se reencuentran después de muchos años. Volver al barrio no es fácil, sobre todo si el otro cosechó el éxito y tu sigues anclada en esos andares macarras y tu chupa de cuero descolorida.
Ella necesita su ayuda, él no se la niega. Un halo de nostalgia lo inunda todo. Suena Julio Iglesias. Falta un futbolín, las chapas, y que tu madre te tire el bocata de tortilla por la ventana. Pero no cuaja. Los diálogos son demasiado largos, es un dúo más estático que dinámico, las pausas “mirando a cámara” te sacan de la acción.
David Trueba ha pasado de la narrativa a la escritura interpretativa, gracias a los actores que tenía en mente y eso se nota. La estrecha relación de Vito Sanz, el protagonista, con la familia Trueba es extensa. Con Anna Alarcón ya trabajó en 2019 en la película A este lado del mundo.
Escribió el texto teniéndolos en la cabeza y en su forma de actuar y eso hace que la melancolía se aprecie aún más. Lo que pudo ser y no fue, la vida de barrio, el antes todo esto era campo, el final paternalista es también, una herencia de ese pasado hegemónico que uno no se puede quitar, aunque se apellide Trueba.
A veces la obra es un plano secuencia. El publico es la cámara. Recuerda mucho a La buena vida y Madrid, 1987. Dos actores, chico y chica, y mismas dualidades.
Hay mucho, mucho de sus novelas Cuatro amigos y de Saber perder. Está presente también Tierra de campos, quién tenía pueblo era más feliz, desde luego, porque podías huir del asfalto, del sida y de la heroína de las grandes urbes. Dice David Trueba que no se siente nostálgico, pero para la que vio La buena vida a sus tiernos quince años sabe que Los guapos es la mala vida casi treinta años después. Hacernos eso no está bien, David. No está bien.
El hecho artístico, y buscado, de tener solo a dos actores en el escenario en modo cinematográfico y que uno sea el “muso” de su sobrino, con esos flashbacks, esos posos de entelequia y filosofía de botellín, nos confunden a veces con Jonás. Pero es que ciertamente, Trueba queda en casa, y tío y sobrino, son casi de la misma quinta.
La escenografía de Beatriz San Juan es una maravilla. Cuánto se puede hacer con unas cajas de Fanta. Mención especial a la máquina de Pinball que a veces cobra más protagonismo que los propios actores. La idea de la cajita de música que te encoge el estómago mientras suena Lo mejor de tu vida, es de Iñaki Estrada en el espacio sonoro. La iluminación, de Pedro Yagüe, es la cuarta intérprete.
EQUIPO
Texto y dirección
David Trueba
Reparto
Anna Alarcón y Vito Sanz
Escenografía y vestuario
Beatriz San Juan
Iluminación
Pedro Yagüe
Música y espacio sonoro
Iñaki Estrada
Asesoría de movimiento
Carla Tovias
Ayudante de dirección
Aina Tur
Ayudante de escenografía y vestuario
Arantxa Melero
Ayudante de iluminación
Paloma Cavilla
Realización de escenografía
Mambo Decorados y Sfumato Pintura Escénica
Máquina recreativa
Pinball Madrid
Fotos
Luz Soria
Tráiler
Bárbara Sánchez Palomero
Diseño de cartel
Equipo SOPA
Equipo Bitò
Jefa de producción
Beatrice Binotti
Director de producción
Josep Domènech
Adjunta dirección de producción
Blanca Arderiu
Gestión de producción
Eduardo Garre
Coordinación técnica
Pedro Pablo Pérez
Producción
Centro Dramático Nacional y Bitò
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