Llega a las Naves del Español esta cruda reflexión sobre nosotros mismos, sobre esta sociedad en la que vivimos, tan pendiente de las apariencias y las relaciones de conveniencia, y donde muchas veces se menosprecia a las personas que tenemos cerca porque pensamos que no están a la altura de lo que esperamos de nuestra propia vida. Una contundente reflexión que nos muestra como este mundo puede desmoronarse en un instante, como esa ilusión creada a base de esfuerzo a lo largo de los años puede desaparecer sin que tengamos muy claro que es lo que hemos hecho mal.
Estamos ante una interesante reflexión sobre lo vulnerables que somos, sobre la necesidad imperiosa que tenemos de sentirnos valorados, una pieza que nos habla de la necesidad de mostrarnos como el resto quiere vernos, sin importarnos demasiado el daño que nos estemos haciendo a nosotros mismos y a la gente que nos rodea. Una comedia cargada de giros inesperados, de matices que nos van acercando a ella y a sus personajes, hasta ver en ellos la desnudez de esta sociedad nuestra en la que todo es fachada y poco se dedica a indagar sobre el interior de las personas. A lo largo de la obra veremos lo vulnerables que podemos llegar a ser, lo dependientes que somos de nuestro entorno más social, de lo expuestos que estamos a que todo se derrumbe con una simple llamada.
Esta producción del Teatro Español,Producciones Offy Vania, nos interpela a todos, ya que nos habla de la precariedad de nuestras vidas, de la inconsistente realidad en la que nos movemos, de una realidad más cercana a la farsa que a la propia vida. Esta historia, que comienza en tono ligero para ir endureciendo el discurso y haciéndonos sentir más incómodos ante una situación que vemos que se aproxima al precipicio. Lo que comienza como una comedia ingeniosa, próxima a las sitcom americanas, va mutando hacia un drama existencial, en el que lo que antes nos parecía ingenioso comienza a doler y nos hace recapacitar sobre nuestra sociedad y la banalidad de ciertas relaciones.
El texto escrito a cuatro manos por Matías del Federico ("Bajo terapia", "Casados sin hijos", "Para anormales") y Daniel Veronese ("Espía a una mujer que se mata", "Encuentros breves con hombres repulsivos", "7 años") es una caja de sorpresas, en la que todo tiene una doble mirada y cada frase esconde un misterio que poco a poco se va desvelando. Una historia elegante e ingeniosa, que transita desde lo más banal de nuestra vida hasta lo más profundo, aquello que no queremos mostrar por miedo a que nos duela reconocer lo que somos en realidad. El texto nos invita a reflexionar sobre las relaciones que entablamos, con lo dependientes que podemos llegar a ser de las personas afines, de esa obsesión por intentar siempre estar ideal, ir a sitios interesantes, como si nuestra vida fuese una película, pero sin querer reconocer que en el fondo es todo un decorado y que la realidad es mucho más cruel. Los autores nos abordan con ingenio, desde la comedia más cercana, para atacarnos con punzantes sentencias cuando ya tenemos la guardia baja y no podemos reaccionar. Impecable en el desarrollo y en el resultado.
La dirección de Daniel Veronese es impecable, elegante, con un juego con los tiempos y el tono que nos hace disfrutar y recapacitar a partes iguales. El director trabaja con maestría el ambiente que quiere crear en la obra, jugando desde su amplia experiencia con la psicología del espectador, guiando a los actores en un trabajo minucioso de ir descifrando los enigmas que la historia nos propone. Es cierto, por poner algún pero, que en algún momento la historia puede resultar reiterativa, pero es parte del juego, para que el espectador no vea por donde le viene es siguiente giro con el que quedará sorprendido. En una pieza tan estática en su forma, es fundamental el desmenuzar el texto, para conseguir que cada palabra, cada frase, funcione como un resorte, y con ello ha trabajado Veronese para cincelar el texto y cargarlo de matices.
Pero vayamos a lo que nos cuenta esta historia que se mueve entre la ternura y el desazón, entre la ilusión y el reproche, entre la sinceridad y el postureo. La historia comienza con la llegada de una pareja a un restaurante, donde han quedado con otra pareja de amigos, una cita que se prolonga desde hace más de doce años. Ellos son Nicolás y Eli, que llegan con la ilusión de volver a pasar una velada interesante con sus grandes amigos. Pero pasa el tiempo y la otra pareja no aparece. Los minutos pasan y la tensión se va acrecentando. Lo que parecía un retraso, algo habitual por otra parte, empieza a ser misterioso e incómodo. Con el paso del tiempo, empiezan a salir ciertos reproches que tienen que hacerles a los ausentes, una discusión que se va acrecentando entre la pareja, ya que no ven la relación del mismo modo. La pareja comienza a plantearse que lugar ocupan en la vida de los otros.
¿Por qué llegan siempre tarde? ¿Qué rol ocupamos en la vida de ellos dos? ¿Se interesan realmente por nosotros? ¿Habrá llegado el momento de mostrarles nuestro descontento? Las preguntas empiezan a golpear con fuerza a la pareja, que se siente menospreciada por los que pensaban que eran sus amigos. La sensación de que les están utilizando comienza a sobrevolar el reservado del restaurante, Nicolás comienza a enumerar todas las situaciones en las que se ha sentido mal en presencia de sus amigos, mientras Eli, más comedida, intenta apaciguar a su marido a la vez que excusa a la otra pareja. Ellos se sienten inferiores ante sus exitosos amigos. Nicolás es un abogado del montón y Eli psicóloga en un hospital. Los ausentes tienen una vida mucho más exitosa, él abogado de fama internacional, y ella diseñadora de moda de gran prestigio. La conversación desemboca en el lugar que ocupan ellos en sus vidas y en la sociedad. Una cruda realidad la de mirarse al espejo cuando el reflejo que esperas encontrar no es el tuyo.
Sin lugar a dudas, la elección de los actores ha sido fundamental para el éxito de la obra. Ellos son Malena Alterio y David Lorente, dos actores que tienen el cariño del público y que hacen un trabajo impecable. Dos interpretaciones medidas, controladas, que nos van mostrando una evolución permanente ante esta situación desquiciante. Él nervioso y protestón, no ve sentido a seguir alargando estas citas, solo ve reproches ante como les trata la otra pareja y se siente humillado por su amigo, al que tiene como ejemplo de lo que él pudo ser. Ella, ilusionada y comedida, intenta tranquilizar a su marido al mismo tiempo que se va poniendo más nerviosa por la tardanza de los otros. Los personajes muy bien recreados, con miles de aristas que se van intuyendo a lo largo de la obra, muchas capas que intentan ocultar (el postureo es lo que tiene, incluso en la intimidad) y que poco a poco van sacando a relucir. Dos trabajos muy interesantes que los dos actores ejecutan con maestría.
Todo ello sucede en un sobrio espacio escénico diseñado por Elisa Sanz, presidido por una mesa con las cuatro sillas que deberían ocupar las dos parejas. Un lugar que representa el reservado del restaurante en el que han quedado para cenar, un lugar espacioso y la calidez que suelen tener estos lugares. El lugar, pese a su dimensión longitudinal, no se hace extraño, pese a que solo haya dos actores en escena. En un lateral, se sitúa la entrada del reservado y la puerta de la cocina, por la que Nicolás entra cada vez que sale de escena para ver si ya llegaron los amigos. Este tono sobrio y elegante se complementa con la perfecta iluminación creada por Pedro Yagüe, que da calidez al lugar, contrastando con los tonos grises de la entrada. Por último, el vestuario diseñado por TallerEs refleja a la perfección la personalidad de cada uno de los personajes.
En definitiva, estamos ante una comedia inteligente, ácida, reflexiva, que engancha por la sencillez del argumento y por lo cercano de todo lo que hablan los personajes. Una cruda reflexión se esconde bajo la pátina de la comedia ligera. El texto esconde una crítica a las relaciones superficiales, basadas en el postureo y en esa obsesión por tener que estar siempre perfecto. Una buena conversación nos espera a la salida del teatro, porque esta sociedad en la que vivimos carece de empatía y adolece demasiado de la figura pública, que daño hacen las redes sociales en ciertos aspectos de nuestras vidas. Disfruten de esta comedia para todos los públicos, y no dejen de comentar como son las relaciones con las personas que les rodean, puede que vosotros seáis los siguientes los que os hagan esperar eternamente.
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