Esta historia transita entre la comedia de enredo de tres personajes que no quieren afrontar su futuro, y el drama por el que pasan al hacerse cargo de que todos sus sueños se les escapan entre las manos. El duro paso de la adolescencia a la madurez, el delicado paso que debe convertirnos en personas responsables, que debe hacernos personas de provecho, o que nos veamos ante un abismo que nos paraliza más que darnos alas para volar. La generación nacida del mal llamado estado del bienestar (habría sido más adecuado "estado de la burbuja") llega ahora al momento de tener que hacer frente a la vida adulta, encontrándose de frente con todo aquello que les dijeron que ya estaba superado. Ahora les toca darse cuenta de que ese mundo idílico que les habían contado no era tal, y que deben empezar a tomar decisiones que les harán cambiar si no quieren que todo se venga abajo. Esta agridulce historia nos habla de los cambios que esta generación tiene que asumir (como antes nos tocó a sus predecesores) en su paso a la madurez, cuando los sueños dejan de serlo y pasan a ser responsabilidades, cuando ese mundo que se iba a postrar ante nosotros se convierte en un monstruo al que no podemos vencer, una inmensa losa que se coloca sobre nuestros hombros y que nos impide asaltar nuestros sueños.
Desde su estreno hace ya casi tres años, la obra se ha convertido en todo un referente del Off madrileño. Esta comedia ha sido publicitada por el público que ha ido a verla convirtiéndola en todo un fenómeno, que llena en todas las salas en las que se programa. Tras su paso por La Usina y Nave 73, se ha asentado en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, a la que vuelve de forma periódica y siempre con gran éxito de público. Una historia que impacta por su frescura y su ritmo, pero que engancha a tanta gente por la cercanía de la historia, centrada en temas de actualidad enfocados desde la comedia, pero con toques agridulces, lo que hace reflexionar y a la vez poder reírte al ver lo mal que hacemos las cosas, y viendo como hay determinadas etapas del ser humano que se repiten generación tras generación.
Juan Pablo Cuevas es el alma mater de este proyecto, siendo el autor del texto y encarnando a uno de los personajes que se encuentran ante la encrucijada de decidir sus vidas, en una serie de situaciones límite que les superan. Este alegato sobre el difícil tránsito hacia la madurez, nos muestra a tres personajes perdidos en un mundo que les agobia, que les exige más de lo que les da, que les señala como la solución sin dejarles participar, que ve como todo cambia a su alrededor sin que nada cambie en su entorno. La generación que debía ponerse el mundo por montera debido a su preparación se ve abocado a mal vivir en pisos diminutos, a compartir piso más tiempo del necesario y tener que agarrarse a trabajos que siempre imaginaron que no tendrían que coger, sus aspiraciones era volar alto, no viajar por el subsuelo de la sociedad. Pero sobre todo esta obra nos habla de las relaciones personales, de los amores prohibidos (o no tanto), del miedo a hacer daño a la persona amada, de los límites de la sexualidad y de las relaciones que nos llevan a precipicios de los que es difícil salir, aunque hayas llegado allí de la mano de las personas amadas.
Los protagonistas se ven enfrentados a sus miedos, pero también empujados a protegerse unos a otros, a hacer piña entre ellos ante una sociedad que les ataca constantemente. El futuro prometido en el que iban a conquistar el mundo se ha convertido en un inestable lodazal de arenas movedizas en el que poco a poco su hunden todos sus sueños. "Admitamos, de una vez por todas, que crecer no es lo que nos habían prometido. No hay trabajo fijo, las parejas no son estables y si me apuras, tampoco la sexualidad", esta lapidaria frase nos transmite a las claras lo que sienten los personajes. Se sienten traicionados por un mundo que les había prometido la gloria y ahora les somete a continuos golpes en su autoestima y en sus posibilidades de avance. Un campo minado que les aleja de sus sueños y les deja en tierra de nadie, sólo se tienen a ellos para batallar a la adversidad.
La historia nos conmueve y nos duele por la cercanía de todo lo que se cuenta, pero sobre todo por la inteligente dirección de Alejandra Martínez de Miguel, que consigue hacernos partícipes del montaje en un continuo ir y venir de los personajes entre la realidad y la ficción. Con la ruptura de la cuarta pared los actores "obligan" al público a participar, no tanto de las decisiones que toman sino que se busca la complicidad de lo cercano, que notemos que todo lo que les pasa podría sucedernos a nosotros, ya que en algún momento de nuestra vida nos hemos visto ante esos abismos. Una inteligente decisión que pone al espectador "en guardia" ante unos hechos que golpean a los protagonistas y que sentimos como propios. Los reproches al padre muerto, las relaciones entre amigos, los miedos al compromiso, son situaciones que en mayor o menor medida a todos nos han golpeado, y con esta idea de "contárselo" al público hace que nos miremos un poco al ombligo y nos resulte todo mucho más cercano (y a la vez doloroso, como a los propios protagonistas).
Otro de los puntos de interés son los continuos guiños a los temas del momento, lo que hace que la obra evolucione cada temporada. El pasado Miércoles tuvimos referencias a Madrid Central, a VOX, al posible cambio del orgullo, al nacionalismo catalán... elementos de rabiosa actualidad que mantienen fresca y viva la obra, en una continua evolución que no sabemos si tiene que ver con la improvisación del momento o es premeditada, pero que engancha al público es evidente. Con esto se nos muestra como esta generación no vive al margen de lo que ocurre a su alrededor, lo que convierte a la obra en un grito reivindicativo de lo que son, jóvenes con inquietudes que se mueven en un mundo hostil, que lejos de abstraerse de la realidad son conscientes de ella, lo que les hace ser aún más conscientes de lo precario de su situación. La obra se convierte en un pequeño manual en el que se ven plasmadas las inquietudes y los miedos de toda una generación. La cruda realidad a la que todos a determinada edad tenemos que enfrentarnos, la realidad de no encontrar trabajo, la realidad de relacionarte con las personas...la realidad de la vida.
"Deberíamos denunciarlos sabéis. A todos, a los que nos han dicho que esto iba a mejorar, que ser adulto era algo divertido. Esto no es lo que me esperaba. De mi ni de nadie. El único que ha cumplido con mis expectativas es mi padre, también porque no deseé nunca nada de él. Crecer, hay que crecer, decía" este demoledor alegato que dice el personaje que encarna Juan Pablo Cuevas en un momento de la obra nos muestra la rebeldía de toda una generación contra un destino edulcorado por aquellos que se lo han destrozado. Una sociedad que les empuja al abismo mientas va cavando más hondo el hoyo al que se precipita esta "generación promesa".
Este interesante texto generacional nos habla de Javier, Andrés y Emma, tres jóvenes que buscan su identidad mientras intentan esquivar los continuos golpes de la vida. Javier (Juan Pablo Cuevas) es un joven dramaturgo de éxito que acaba de estrenar su nueva obra. Andrés (Manel Hernández) es un actor que malvive de pequeños papeles y que se ha colado en la nueva pieza de Javier. Y por último Emma (Bárbara Valderrama) es una fotógrafa en busca del éxito, pero que sólo recibe decepciones por parte de una sociedad que menosprecia su arte. Al ritmo que Javier y Andrés comienzan una relación y Emma (que es íntima amiga de Javier desde la infancia) fracasa de nuevo en una de sus exposiciones, transcurren las vidas de estos tres jóvenes, hasta que la muerte del padre de Javier les hace unirse aún más. Un triángulo que se irá tensando poco a poco al hablar de la vida y de las situaciones personales da cada uno.
Los tres actores hacen un interesante trabajo, pasando paulatinamente de la comedia a la amargura del drama que es la situación que viven, manejándose perfectamente en ambos registros. Un triángulo amoroso como anzuelo para morbosos y vouyers, pone en el foco de la obra las relaciones sexuales que mantienen los tres. Es muy interesante la elegancia y contundencia con la que se trata el tema sexual, sin ningún tipo de tapujo pero con toda la pulcritud y el buen gusto que se merece para darle la importancia adecuada dentro de la trama. Tres actores que se desnudan ante nosotros, atraviesan la cuarta pared para mostrarse tal como son, traspasando esa delgada línea en la que se demuestra la verdadera solvencia de los actores, que entran y salir del personaje, de la realidad a la ficción, en un interesante trabajo de dirección.
La obra se enmarca en una sencilla escenografía, diseñada por Carles Farré, que deja como elemento principal (casi único) la cama, que sirve como elemento vertebrador de las relaciones que se desarrollan en torno (o encima) de ella. El cuidado diseño de luces de David Elcano ayuda a dar distintos matices a las escenas, quitando morbo a las escenas de sexo y potenciando las relaciones entre ellos. Un sencillo montaje que ayuda a potenciar la historia, ya que deja toda la responsabilidad de la obra en manos de los actores y su capacidad para potenciar el texto, ya de por si bastante contundente. Con el derribo de la cuarta pared el escenario parece adentrarse en el patio de butacas, convirtiendo a los espectadores en confesores de lo que piensa cada uno de los personajes.
Teatro: Teatro Lara
Dirección: Calle Corredera Baja de San Pablo 15
Fechas: Miércoles a las 22:15.
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