Tan demoledor como interesante, poner en el centro del debate la desigualdad de género en la que vivimos es fundamental para que todos nos concienciemos de lo mucho que nos falta por hacer para intentar llegar a una igualdad real. Esta necesaria propuesta se estructura a modo de carta de una mujer, cualquier mujer, al mundo. Un grito desesperado de la generación que conseguirá tumbar todos los muros, romper los techos de cristal, plantar cara a una sociedad que sigue anclada en el pasado. Propuesta atrevida y directa, nos bombardea con mensajes que nos golpean como si de un púgil se tratara, duras verdades a las que no podemos hacer frente, porque son tan reales como vergonzosas. Reivindicaciones que nos resultan innegociables, planteadas desde una posición de ataque ante cualquiera que no crea en la igualdad, reivindicando que cada día debe ser 8 de Marzo, que ningún día más tengamos que llorar la muerte de otra mujer a manos de sus parejas.
4000 Bengalas amarillas es la encargada de la producción de este alegato feminista, tan necesario como doloroso por lo que muestra, una sociedad que lejos de fomentar la igualdad sigue situada en ideas del siglo pasado... o de la Edad Media en algún caso (las referencias a VOX a lo largo de la obra son continuas, porque no hay que callarse). Esta joven compañía llega desde Asturias al Ambigú de El Pavón Teatro Kamikaze, para empoderarse y arrastrar con ellas a todas las personas que pasen por allí. Estas guerreras vienen llenas de fuerza, de rabia, de ira, de furia, de mucha rabia que se ha ido acumulando durante generaciones y que ahora viene a dinamitar la sociedad del patriarcado. En estos momentos de tanto retroceso ante cosas que parecían superadas, este montaje resulta aún más necesario, porque parece que no llega con ver las cifras de las violadas y muertas, por lo que habrá que pasar a la acción.
La dirección de este interesante proyecto corre a cargo de Andrés Dwyer ("Herencia", "Como si no hubiera un mañana") , con Marlene Michaelis como ayudante. Una dirección valiente, que imprime un ritmo trepidante, que casi no nos deja asimilar toda la información que se nos quiere transmitir durante los sesenta minutos de la función. Ingeniosa mezcla de realidades tristemente cotidianas con imágenes universales de clásicos personajes femeninos, que casi cohabitan en escena, porque por desgracia tienen demasiadas cosas en común. Dwyer plantea la función con un envoltorio de delicada poesía, que envuelve la crudeza de todo lo que en realidad se quiere transmitir. La ejecución de cada una de las "cartas" es demoledora, con escenas de una crudeza que nos pone la piel de gallina, siempre con una estética plástica y demoledora. Las escenas corales desgarran por su contundencia y a la vez hipnotizan por su bella ejecución.
La autora de este demoledor texto es María Nieto (que es también una de las actrices de la obra) que une en esta pieza a Lorca y a Ibsen en la voz de dos de sus mujeres más emblemáticas, Yerma y Nora. Junto a ellas, mujeres reales desaparecidas por la violencia machista, que nos golpea prácticamente a diario. Para Nieto "El disparador es Nora, harta de ser muñeca. La muñeca somos todas. La jaula, el cómplice. El disparador es Nora, harta de ser muñeca y agarrando fuerte la mano de una mujer de Federico García Lorca muriéndose de risa al escuchar que la hija menor de Bernarda Alba ha muerto virgen. El disparador es Nora harta de ser muñeca, el coño de la Bernarda de su mano, Dios arrinconado de a poco al Estado, para que no seas feliz. El Estado no quiere que seas feliz, el Estado no quiere que seas feliz, el Estado... El disparador es Nora harta de ser muñeca, un hombre encima de un caballo que huye por lo alto de la alameda y una mujer colgada para siempre, nosotras somos Eva, la primera feminazi de la Historia. La disparatada Nora. ¿Sabes qué te digo? ¡Y un ramo de siemprevivas en alto!. Si este uso del lenguaje te molesta, no es mi guerra. NO, es la tuya". Palabras duras, como lo es la cruda realidad que nos golpea cada instante con otra noticia dramática sobre violencia machista, sobre políticas que fomentan la desigualdad (o más bien de partidos que quieren hacerlas), sobre techos de cristal, sobre realidades sociales que deberían ser inadmisibles pero que a día de hoy están lejos de solucionarse.
"Por qué nos ha tocado a nosotras sostener la culpa? ¿Alguno sabe cuánto pesa la mierda? ¿Por qué el miedo de vuelta a casa? ¿Por qué nosotras el sacrificio? ¿Por qué nosotras el saber estar? ¿Por qué no te suicidas justo antes de matarme?" preguntas que nos atraviesan el alma, por sinceras, por reales, por no tener una respuesta que acabe con todos esos miedos y ese dolor innecesarios. El texto está lleno de momentos desgarradores que nos hielan a sangre, pero también nos abren los ojos sobre realidades que a veces no conocemos, o simplemente pasan desapercibidas ante nuestros ojos. Porque aunque no lo creamos, todos en mayor o menor medida tenemos nuestra parte machista, por haber sido educados en una sociedad patriarcal, que nos ha marcado y de la que debemos salir y volver a educarnos, con muchos pequeños micromachismos a nuestras espaldas. Textos como este nos ayudan a abrir los ojos, a concienciarnos de lo mucho que nos queda por andar, pero también nos empuja al compromiso, porque todos debemos participar de una lucha que por necesaria se nos plantea como ineludible.
"Dime de dónde me arranco este dolor, dónde lo ubico, en los ojos de qué asesinada lo poso, adónde podemos ir a gritar"
Como ya hemos comentado antes, el montaje se construye mediante una serie de cartas en las que mujeres de todo tipo le hablan al mundo de todas las injusticias cometidas con su género, pidiendo explicaciones ante una realidad que se arrastra desde el principio de los tiempos sin ningún tipo de lógica ni razón. Mujeres que se ríen de si mismas con la mayor de las ironías, para que veamos como siempre han sido conscientes de las injusticias sufridas, aunque no hayan tenido el valor para plantarle cara, o simplemente no hayan encontrado la manera de huir de ese pozo que es el mundo en el que les tocó vivir. Esta nueva generación viene con ganas de acabar con todo esto, por eso no dudan en plantarse ante nosotros para decirnos todo de forma cruda y directa, sin miramientos.
Las cuatro valientes guerreras que se nos plantan delante para atravesarnos con toda esta energía feminista son Xana del Mar, Carlota Somiedo, Aída Puente y, como ya dijimos antes, María Nieto. La arrogancia con la que nos increpan es necesaria y nos pone en guardia desde el primer momento, ante el continuo pulso que nos plantean. Un pulso en el que van a ganar, porque saben que tienen la razón, porque saben que se lo deben a todas esas mujeres que no tienen, o pueden hacer lo que ellas hacen, que no es otra cosa que mostrarnos sin tapujos una realidad que no por común deja de ser detestable. Cuatro pedazo de actrices que lo dan todo, se dejan el alma para que espabilemos, para que nos demos cuenta que todos debemos participar para revertir esta situación, porque mientras lees esto puede que otra mujer esté perdiendo la vida a manos de su pareja, o de una manada, o que le de miedo volver a casa sola, o que simplemente permanezca callada ante las injusticias laborales que le plantean por el simple hecho de ser mujer.
Cantan, bailan, gritan, corren, saltan, amenazan, beben por los errores y por el futuro, pero ante todo transmiten ,con profunda firmeza y verdad, una realidad que les ha golpeado y a la que quieren plantar cara. La mirada desafiante de María Nieto nos coloca al borde del abismo. La plasticidad de los bailes de Aida Puente nos hipnotiza a la vez que nos duele por lo que transmite. La voz de Xana del Mar cantando y al mando del megáfono nos enarbolan y nos levantamos para seguirla a donde diga (la versión del himno nacional es simplemente genial). La frescura que se disipa para dar paso a la mayor de las crudezas en los relatos que nos cuenta Carlota Somiedo nos revuelven por dentro, nos ahogan y nos derrumban. Un elenco férreo y sin fisuras, en las que todas destacan para hacer destacar al grupo.
Y como no podía ser de otra manera, ellas mismas, las 4000 Bengalas Amarillas, han sido las encargadas de crear la escenografía y el vestuario para este montaje, que no necesita de prácticamente ningún elemento externo para llegarnos, pero que todo lo que se aporta al conjunto lo hace de una mayor envergadura. Ese entramado de piezas de madera del que cuelgan pequeños elementos, está cargado de significado (más como algo simbólico a tener en cuenta que como elemento propio de la escenografía). El techo de cristal, la jaula que ha mantenido a la mujer encerrada siempre, la naturaleza que se cuela entre las maderas, la luz tenue que deja un halo de misterio. Un elemento escénico muy sencillo pero que da lugar a infinidad de interpretaciones.
De la parte técnica se encarga el director, Andrés Dwyer, que se encarga de la iluminación y el sonido, piezas esenciales a la hora de dar distintas texturas a cada una de las escenas que componen el montaje.
Teatro: El Pavón Teatro Kamikaze
Dirección: Calle Embajadores 9
Fechas: De Miércoles a Sábados a las 18:30.
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