Teatro: El peligro de las buenas compañías. Teatro Reina Victoria.

¿Realmente merece la pena ser buena persona o siempre llegan más lejos los que se dedican a mirar solo por su propio interés y están siempre pendientes de hacerles la vida imposible a todo el que le rodea? En un mundo cargado de individualismos es conveniente alzar la bandera del buenismo, nunca ser buena persona debería estar mal visto, aunque haya quien se sienta incómodo en la comparación. Esta comedia indaga en ese dualidad, y nos deja interesantes  perlas sobre las que reflexionar.


Estamos ante una comedia que nos habla de situaciones reales, de la crisis de los cincuenta, de las inseguridades, de la falta de autoestima, de los problemas de pareja, todo ello entremezclado con situaciones que se van enredando cada vez más para crear un ingenioso disparate, la confusión que va creciendo, la comedia va fluyendo. Una historia tierna y emotiva, con unas parejas que tensan las cuerdas de sus vidas sin saber muy bien el motivo. Y luego tenemos al personaje del cuñado, tan denostado en estos tiempos y que aquí se convierte en pieza fundamental, en eje de la historia. La figura del cuñado, comenta el autor, "tiene los elementos de la cercanía y la igualdad; pocas personas están más cerca de uno, pero al mismo tiempo es la pareja de la hermana de tu mujer. Y la ejemplaridad cuando se produce en términos de cercanía e igualdad".


Esta producción de Lantia Escénica nos traslada a las grandes comedias clásicas del cine, con esa elegancia, esos lugares impecables, todo regado con champán al son de las teclas del piano. La historia nos muestra a dos parejas normales, de la llamada clase media, pero situados en un lugar que amplía su estatus, hasta convertirlos en esas inalcanzables estrellas del celuloide. Pero sus relaciones son como las nuestras, tienen las mismas dudas que tenemos cualquiera de nosotros, discuten con sus parejas por las mismas banalidades que el resto, se auto engañan en una huida hacia adelante que solo les lleva a estar un poco más lejos de si mismos y un poco más cerca del precipicio.


El texto de Javier Gomá nos interesa, porque nos reconocemos en los personajes, nos resultan familiares. El propio Gomá reconoce "la obra nace de la entraña de las relaciones entre los humanos, entre las personas más próximas. No es una obra filosófica, con grandes monólogos o citas de grandes personajes. No es una obra de conceptos: es el movimiento, de cambios, de situaciones insólitas". Desde la naturalidad de situaciones cotidianas, de relaciones comunes, el autor crea una ingeniosa comedia de enredo que funciona en todo momento. El propio autor reconoce que "es una obra de codazos, todo el mundo puede reconocer situaciones y se pude sentir identificado con alguno de los personajes, porque nace de las entrañas del ser humano".

El texto se llamaba en un inicio "Quiero casarme contigo" y pertenece a la trilogía teatral "Un hombre de cincuentas años" que Gomá publicó el pasado año. La historia encaja perfectamente en su versión teatral. "El teatro no es conceptual; el teatro es acción, es drama, son personajes y conflictos. Un espectador puede pasar un buen rato; es una obra muy particular, se va a reír, se va a emocionar. El planteamiento es filosófico, pero no la narración". Pero ese planteamiento filosófico sobrevuela la obra, dejándonos interesantes temas sobre los que recapacitar a la salida del teatro.



La dirección corre a cargo de Juan Carlos Rubio ("En tierra extraña", "Anfitrión", "La isla"), uno de los directores más consagrados de nuestra escena, autor de algunas de los mayores éxitos de los últimos años. Rubio trabajó mano a mano con Gomá para adaptar el texto y que encajase como pieza teatral. El director reconoce que "he situado la acción, que en el original se desarrolla en distintos espacios: un coche, el salón de una casa, etc. en un piano bar; es desde este lugar desde donde se cuenta la historia, que incluye varias canciones". Un espacio acogedor que se va adaptando para crear los distintos lugares en los que transcurre la historia, todo un halo de elegancia y distinción propia del piano bar. El ritmo de comedia lo domina Rubio a la perfección y sabe medir los tiempos, enfatizar las escenas claves, pararse en los momentos de más comedia, variando el tono de la historia para que todo transcurra con elegante suavidad. Una historia llena de situaciones cotidianas tratadas desde la caricatura de unos personaje perfectamente creados.


La historia se centra en la vida de dos parejas, las que forman dos hermanas (Lola y Julia) y sus correspondientes maridos (Tristán y Félix). Ellos son la antítesis el uno del otro. Tristán es un abogado de prestigio, a punto de conseguir llegar al puesto deseado dentro de su despacho. Pero también es un hombre vehemente, egoísta, que utiliza el humor como arma de defensa. En el lado opuesto tenemos a Félix, un hombre cariñoso bondadoso y atento, que ahora mismo se encuentra sin trabajo y no parece tener mucha suerte con su búsqueda. Es un hombre sincero, sin dobleces, que intenta que la gente de su entorno sea feliz. La relación entre Tristán y Lola no pasa por su mejor momento, y cada vez que coinciden las dos parejas, la actitud de Félix erosiona un poco más a la renqueante pareja. Félix se siente incómodo ante los halagos que se le dicen, ya que él actúa de manera natural y no cree que esté haciendo nada excepcional. Todo lo contrario piensa Tristán, que ve en su cuñado a un enemigo que hace que se evidencien aún más sus carencias. 



Mientras la relación entre los dos hombres lleva a Tristán al borde del abismo, ellas intentan aparentar que todo va bien, aunque ocultan sus secretos. Lola, está preparándole una fiesta sorpresa a su marido en lo que involucra a su hermana y su cuñada para que le ayuden a organizarlo todo. Entretanto piensa en dejar su trabajo de profesora de filosofía y emprender un nuevo negocio por su cuenta, en el que piensa contar con Félix. Mientras la vida de los cuatro se tambalea, Julia les oculta que se tiene que operar, lo que ayudará a crear situaciones muy divertidas dentro de los secretos que unos y otros se van confesando poco a poco. Como no podía ser de otra manera, la trama se va liando de tal manera que todos se mienten y se engañan, a veces de forma consciente y otras incluso sin darse cuenta. Continuos equívocos, confusiones y malentendidos, giros inesperados, situaciones incómodas, todos los ingredientes que forman las grandes comedias de enredo.


El gran Fernando Cayo ("Antígona", "Inconsolable", "El Príncipe") es el que lleva el peso de la obra, en su papel de Tristán. Una soberbia interpretación, con muecas, gestos, y una actitud chulesca que hace las delicias del espectador, ya que da mucho juego para esa huida hacia adelante, ese juego de mentiras en el que él mismo se mete. Un personaje muy bien perfilado, lleno de matices y con un lado oscuro que le hace tener un mayor empaque. A su lado en la historia tenemos a Carmen Conesa ("La casa de los espíritus", "Festén", "La familia Adams") en el papel de Lola, una mujer desesperada con su marido, pero que sigue amándole, pese a que le molesten muchas de sus actitudes. Conesa destila vitalidad en un personaje que lucha por abrirse camino en nuevos proyectos, mientras intenta reflotar su matrimonio.

En el lado opuesto, o al menos en un comienzo, tenemos a la pareja que forman Julia y Félix, que viven en una aparente felicidad en la que se apoyan mutuamente y se compenetran a la perfección. El papel de Félix lo interpreta un impecable Ernesto Arias ("Antonio y Cleopatra", "Nekrassov", "Desengaños amorosos") que se convierte en el prototipo del cuñado, ese que siempre va a hacer las cosas mejor que nosotros. Este personaje es todo bondad, pero también le invade la inseguridad propia de no tener trabajo. Arias crea un personaje entrañable desde esa inocencia que transmite el positivismo del personaje. La "pelea" a lo largo de toda la función entre las personalidades de los dos hombres es fabulosa, uno de los pilares de la función. Por último tenemos al personaje de Julia, a quien da vida una siempre espléndida Miriam Montilla ("Misántropo", "La función por hacer", "Fiesta, Fiesta, Fiesta"), que intenta aparentar que no ocurre nada cuando su vida se desmorona por la inminente operación. Montilla crea un personaje que intenta ser el vínculo de unión entre los otros personajes, evitando que se rompa la armonía.


Todo esto ocurre en el elegante piano bar en el que se desarrolla la historia. Una escenografía sencilla pero impecable, la diseñada por Estudio deDos (Curt Allen y Leticia Gañán). Desde el primer momento vemos el espacio escénico, pero poco a poco se va adaptando a las distintas situaciones de la historia, girando sobre si mismo conforme la trama se va enredando. La iluminación creada por José Manuel Guerra es otro de los elementos de sobriedad que le dan al montaje una apariencia distinguida, a lo que también ayuda el vestuario creado por Silvia de Marta. Por último, hay que destacar el sonido envolvente de Andrés Duffill y la composición musical de Julio Awad, que nos llevan de lleno a esos ambientes de los piano bar que todos tenemos en la cabeza.


En definitiva, estamos ante una elegante comedia, de corte clásico, que funciona a las mil maravillas. Por ponerle un pero, creo que los personajes masculinos tienen mucho más peso dentro de la trama, incluso me atrevería a decir que están más trabajados por el autor. Pero salvo por este detalle, la comedia funciona, entretiene, los personajes nos divierten, las situaciones se hilvanan con soltura, y la historia nos lleva por caminos de nos van dejando un poso interesante sobre el que poder debatir a la salida de la sala. Una comedia de apariencia ligera con mucho mensaje filosófico escondido. Y ustedes que prefieren, ¿las buenas o las malas compañías?

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Teatro: Teatro Reina Victoria
Dirección: Carrera de San Jerónimo 24.
Fechas: Del 10 de Marzo al 24 de Abril. De Martes a Viernes a las 20:00. Sábado a las 18:00 y las 20:30. Domingo a las 18:00.
Entradas: Desde 20€ en TeatroReinaVictoria.


Reparto

Fernando Cayo
Carmen Conesa
Ernesto Arias
Miriam Montilla

Ficha artística

Autor: Javier Gomá
Director: Juan Carlos Rubio

Escenografía: Estudio deDos (Curt Allen y Leticia Gañán)
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Silvia de Marta
Composición y dirección musical: Julio Awad
Ayudantía de dirección: Chus Martínez
Dirección de producción: Maite Pijuán
Jefatura de producción y producción ejecutiva: Álvaro de Blas
Ayudantía de producción: Marco García
Dirección oficina técnica: Moi Cuenca
Oficina técnica: David Ruiz
Auxiliares de producción: Iván Garrido y Diego Rodríguez
Jefatura técnica: Álvaro Guisado
Regiduría: Chus Martínez
Maquinaria: Mariano Carvajal
Sonido: Andrés Duffill
Realización de la escenografía: Readest
Realización de trajes de hombre: Camille de le Mans

Una producción de Lantia Escénica.



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