Luces de Bohemia, un reto a la hora de ser representada, llega al Teatro Español con la adaptación y dirección de Eduardo Vasco haciendo las delicias de un teatro lleno hasta la bandera que disfrutó de buen teatro y por fin en escena de una Luces de Bohemia en palabras mayúsculas.
Eduardo Vasco en una adaptación y dirección cum laude ha sabido transitar por la poética y la metáfora de las didascalias, nos ha llevado la virtud de la luz y a la decrepitud y la pobreza de las sombras. Una presentación perfecta del contexto, de lo que estaba sucediendo y lo que se vivía en aquel Madrid de los años 20, anacronismos que nos sitúan en una España violenta y convulsa. La decadencia, las diferencias sociales, la pobreza más asfixiante frente a políticos corruptos y una población que se sublevaba ante una sociedad de cimientos podridos.
Vasco otorga un poder inconmensurable a la palabra, da importancia a cada matiz del personaje hasta la extenuación. Sin artificios, sin inventos, nada que añadir, porque ya lo contó Valle- Inclán, sin tener que aportar una coma. Una interpretación mayúscula del texto original. Cada admiración donde toca, cada interrogante donde procede. Es admirable que Vasco no se haya sentado a escribir con Valle, o haya añadido por la dificultad que entraña el reto elementos contemporáneos, si no que haya analizado al milímetro la pieza y la haya compartido con el público, haciendo entendible lo que no lo es tanto.
“El viaje comienza con el propósito de enmendar la mala venta que Latino hizo de unos libros, pero tras el obligado paso por la taberna de Picalagartos y la búsqueda de un prometedor décimo de lotería —capicúa de siete y cincos—, la noche se enreda y les conduce por algunos de los lugares más característicos de la noche madrileña, donde se encuentran con personajes propios de aquel Madrid "absurdo, brillante y hambriento", como lo calificó el propio Valle-Inclán.”
Esta es solo una pincelada con la que nos presentaban lo que mas tarde descubrimos que sería un montaje brillante. Esta pieza nos ha permitido llegar a la raíz, a la esencia. Claros y oscuros en escena, mostrando el arte y la poesía, los ideales de la bohemia real y los oscuros donde podemos sentir, la pobreza que habitaba en lo oscuro de los callejones. La pobreza del alma de unos, los estómagos vacíos de otros tantos.
El juego de los espacios abiertos donde se suceden las escenas mas ásperas y violentas, donde todo es negritud , a excepción de ensoñaciones, desvaríos y alucinaciones , donde Max sueña y es luz. También el juego con los espacios cerrados, donde vemos un Madrid, pícaro, brillante, de intelectuales, modernistas, prostitutas y loteras con premios que tocan, pero que no fían porque en la calle hay hambre. Espacios cerrados donde hay luz. Max en todas partes, ciego, como esa España ciega que sigue a sus dirigentes.
Vasco se acompaña de un elenco de veinticinco actores para los que no hay palabras. Un trabajo excepcional en el que han sido inmejorables transmisores de una de las piezas dramáticas mas poderosas del siglo pasado.
Ginés García Millán en la piel de Max Estrella se hace con el escenario, es foco de un teatro en el que no cabe un alfiler. La intensidad de sus acciones, la representación de la decadencia y el cansancio, la humildad. Le engañan y él no es mejor ni peor por ello y nos lo muestra y es creíble y gasta en rondas y bares el dinero que va ganando cuando su mujer y su hija no tienen pan para echarse a la boca y no le juzgamos, porque únicamente vemos verdad. Tampoco cuando departe con su antiguo amigo Paco, el que compañero de universidad hoy deviene político. Una España en la que vendes la capa y al rato como diría Latino -¡Está opulento! ¡Guarda dos pápiros de piel de contribuyente! . ¡Ay ¡ esta España que no aprende. ¡Ay¡ esta España en la que todo sigue igual.
García Millán da todo de sí, en una actuación sobresaliente que será histórica y recordada, por ser la primera vez que Luces de Bohemia se representa en el Teatro Español con un impecable Max Estrella.
Antonio Molero interpreta a Don Latino, un buscavidas, sobreviviendo sin valores, ni ética, no existen preocupaciones que vayan más allá que él mismo. Representa la sombra, la España mediocre y decrépita. Molero se sitúa en una interpretación que acompaña. Atemporal y de espacio tiempo presente. Favorece el protagonismo de Max, sirviéndose a la compleja interpretación de la esencia de un pueblo en tiempos de miseria, sin interferir en el elemento protagónico.
Max siempre junto a Latino en este peregrinar en el que sus ideales van muriendo hasta que no queda nada más que su propia muerte. Se mantiene la presencia de la muerte como elemento recurrente a lo largo del montaje mientras la vida en Madrid pasa sin contemplar el valor de la muerte, dejando que veamos el esperpento en su máxima expresión, lo entendamos y casi podamos tocarlo, en un texto a ratos de enorme complejidad por la infinitud de matices y lugares, que han conseguido que plausiblemente sea fiel y entendible a partes iguales.
Inconfundible presencia escénica de Silvia de Pé como Vieja pintada/La Vecina. Desgarrador José Luis Alcobendas como preso, que será también un carismático El Pollo. La Lunares, será la luz y la frescura interpretada por Lara Grube que será también La chica. Completa un elenco de excepción; Basilio Soulinake/Viejo que escribe: Alejandro Sigüenza, Claudinita: Andrea M. Santos, Zaratustra/Sereno: Ángel Solo, Don Filiberto/Borracho: César Camino, El Marqués de Bradomín/Guardia: David Luque, Rubén Darío/Guardia: Ernesto Arias, Madame Collet/Madre del niño: Irene Arcos, El chico de la taberna/Piano: Iván López-Ortega , Don Gay/Sepulturero: Jesús Barranco , Capitán Pitito/Sepulturero: José Luis Martínez , Serafín el, Bonito/Camarero: Juan Carlos Talavera, Clarinito/El Joven: Juan de Vera, La Pisabien: María Isasi, El Ministro/El Cochero: Mariano Llorente , El Rey de Portugal/Dieguito: Mario Portillo, Dorio de Gádex: Pablo Gómez Pando, La Portera/La Periodista: Puchi Lagarde , Pica Lagartos/Ujier: Toni Misó
Otro de los gratos regalos es la música en directo interpretada por:Jose Ramón Arredondo (Gálvez/Contrabajo/Guitarra) , Iván López-Ortega (El chico de la taberna/Piano), Luis Espacio (Pérez/Guitarra/Percusión).
Trabajo de vestuario de la mano de Lorenzo Caprile, qué decir, nunca defrauda. Tules , capas, prendas raídas, botas desgastadas, bellísimas medias, el traje del obrero y del modernista, del viajero, el tabernero y el poeta. Un trabajo que nos mantiene agrandando fotos los días posteriores para apreciar vuelos y volúmenes, parece que podamos ver un cuadro del Museo del Prado con cada escena junto al trabajo de escenografía y atrezzo de Carolina González y el meritorio trabajo de iluminación de Miguel Ángel Camacho.
Fotografías: © Javier Naval
Mención a los ayudantes y asistentes que en una obra de tal envergadura, es imposible no referir. Ayudante de dirección: Laura Garmo, Ayudante de escenografía: Lucía Ríos, Ayudante de vestuario: Lucía de Ramón-Laca, Residente de ayudantía de dirección: Inés Gasset, Asistente artístico: Paul Alcaide
Reto superado. Cum laude.
¡Corran, que las entradas vuelan¡
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Teatro: Teatro Español.
Dirección: Plaza de Santa Ana. Calle Príncipe 25.
Fechas: Del 17 de Octubre al 15 de Diciembre.
Entradas: Desde 6 Euros, en Teatro Español.
Ficha artística
Autor: Ramón del Valle-Inclán
Versión y dirección: Eduardo Vasco
Reparto:
Max Estrella: Ginés García Millán
Latino de Hispalis: Antonio Molero
Basilio Soulinake/Viejo que escribe: Alejandro Sigüenza
Claudinita: Andrea M. Santos
Zaratustra/Sereno: Ángel Solo
Don Filiberto/Borracho: César Camino
El Marqués de Bradomín/Guardia: David Luque
Rubén Darío/Guardia: Ernesto Arias
Madame Collet/Madre del niño: Irene Arcos
El chico de la taberna/Piano: Iván López-Ortega
Don Gay/Sepulturero: Jesús Barranco
Preso/El Pollo: José Luis Alcobendas
Capitán Pitito/Sepulturero: José Luis Martínez
Gálvez/Contrabajo/Guitarra: José Ramón Arredondo
Serafín el Bonito/Camarero: Juan Carlos Talavera
Clarinito/El Joven: Juan de Vera
La Lunares/La Chica: Lara Grube
Pérez/Guitarra/Percusión: Luis Espacio
La Pisabien: María Isasi
El Ministro/El Cochero: Mariano Llorente
El Rey de Portugal/Dieguito: Mario Portillo
Dorio de Gádex: Pablo Gómez Pando
La Portera/La Periodista: Puchi Lagarde
Vieja pintada/La Vecina: Silvia de Pé
Pica Lagartos/Ujier: Toni Misó
Escenografía y atrezzo: Carolina González
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Vestuario: Lorenzo Caprile
Música y ambientes sonoros: Eduardo Vasco
Ayudante de dirección: Laura Garmo
Ayudante de escenografía: Lucía Ríos
Ayudante de vestuario: Lucía de Ramón-Laca
Residente de ayudantía de dirección: Inés Gasset
Asistente artístico: Paul Alcaide
Agradecimientos: RESAD
Una producción del Teatro Español