Filomena cubrió Madrid de nieve, pero en un piso de Vallecas la tormenta no congeló nada, más bien derritió las emociones. Esa es la atmósfera en la que se instala “A mí me gustan mayores”, la comedia escrita y dirigida por Lorena Cervantes, que convierte la convivencia forzada de dos amigas en un campo de batalla donde se disputan el deseo, la dependencia y los límites de la amistad.
El acierto de la obra está en situar lo íntimo en lo cotidiano. El piso compartido, con su reducido espacio y su aura de provisionalidad, se convierte en un escenario universal. Allí emergen secretos, reproches y confesiones que se resisten al silencio. Cervantes maneja con destreza esa tensión, construyendo una dramaturgia que nunca se queda en la superficie de la comedia romántica, sino que atraviesa lo incómodo con humor fresco y con un trasfondo reflexivo.
El montaje también sabe integrar al público en la acción de manera natural. No se trata solo de ver, sino que el público se ríe, se reconoce y, en ocasiones, participa casi como si estuviera tomando un cubata con las amigas de la obra. Un simple “sí” o “no” en respuesta a los dilemas de los personajes provoca una sensación de complicidad, como si la historia se compartiera en tiempo real, rompiendo la barrera tradicional entre el escenario y la butaca.
El trío de intérpretes sostiene el montaje con una fuerza coral que merece ser mirado con detalle:
Nerea Villar dota a su personaje de nervio y vulnerabilidad. Se mueve entre la exaltación y la fragilidad, encarnando con autenticidad a quien busca refugio en amores imposibles y se expone, sin defensas, al juicio de su amiga. Paula Martínez Sanz se convierte en catalizadora de los choques. Su frescura introduce matices cómicos que alivian la tensión, y a la vez intensifica la sensación de encierro emocional. Su presencia abre grietas por donde se cuelan la risa y la complicidad. Berta Álvaro equilibra la escena desde la narración y desde el personaje que encarna más adelante. Su voz guía, ordena y enmarca, tendiendo un puente entre historia y espectador. Al sumergirse en la ficción, su interpretación revela un contrapunto necesario: firme pero atravesado por la ternura.
Las tres juntas crean un gran equipo, cuya química y sincronía potencian la fuerza de cada escena y logran que la pieza funcione como un todo compacto.
La escenografía sitúa al público en el salón de un piso compartido por dos chicas jóvenes, con fotos de amigas colgadas de fondo y carteles que acentúan la sensación de un hogar vivido y personal. La iluminación acompaña la acción, se apaga y se enciende para marcar cambios de tono. El vestuario refuerza la naturalidad de la situación y aporta matices sobre los personajes. Una de las protagonistas, vestida con ropa de estar por casa, transmite apertura y vitalidad. La otra, en pijama, parece llevar mucho tiempo sin salir de su casa. La que llega desde la calle mantiene la ropa de abrigo, subrayando la diferencia entre lo doméstico y lo ajeno.
Lo que comienza como un enredo sobre la huida de un hombre mayor, después de una noche con una de las protagonistas, pronto se revela como una radiografía generacional: ¿Qué buscamos realmente en los otros?, ¿por qué a veces depositamos en quienes amamos la responsabilidad de sostenernos? La obra plantea estas preguntas sin solemnidad, con la ligereza de la comedia y el filo de lo real, derritiendo al mismo tiempo las emociones de quienes observamos desde la butaca.
La amistad entre las protagonistas es tan intensa como contradictoria. Entre risas, reproches y confidencias, se percibe un vínculo que sobrevive a los choques y a los silencios incómodos. Esa relación, marcada por la complicidad y la rivalidad, hace que cada gesto y cada palabra adquieran un peso especial, revelando cómo las verdaderas amistades pueden ser al mismo tiempo refugio y desafío.
En definitiva, “A mí me gustan mayores” deja al público con la sensación de haber asistido a un juego divertido y al mismo tiempo da una confesión íntima que podría haberse escuchado en cualquier casa durante aquellos días de nieve. Filomena, parece filtrarse por las rendijas de un piso de Vallecas, recordándonos que incluso el frío más intenso puede despertar calor humano. Un espejo incómodo y cercano, donde la risa y la emoción se funden como el hielo que poco a poco se derrite.
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Teatro: Teatro Lara. Sala Lola Membrives
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15.
Fechas: Del 30 de Julio al 1 de Octubre. Miércoles a las 22:00.
Duración: 75 minutos.
Entradas: Desde 16€ en Teatro Lara.
EQUIPO ARTÍSTICO
Nerea Villar
Berta Álvaro
Paula Martínez Sanz/Paula Hidalgo
EQUIPO TÉCNICO
Producción ejecutiva: Cía. La CasaÁrbol Teatro
Producción: Lorena Cervantes
Dirección: Lorena Cervantes
Dramaturgia: Lorena Cervantes
Técnico de iluminación y sonido: Raúl Sacristán
Fotografía: Jenifer Power
Diseño gráfico: Dani Díaz
Prensa y comunicación: Amanda H C