El dragón de oro. Teatro de La Abadía

Con el comienzo de la nueva temporada nos acercamos al Teatro de La Abadía para disfrutar de este delicioso montaje de la compañía Sarabela Teatro, activa de forma ininterrumpida desde hace cuarenta años. Una pieza que, como podemos leer en la web del teatro, es "una tragedia, llena de comedia, que conmueve, divierte y agita". Después de verla, podemos confirmar que estamos ante un montaje disfrutón, de esos que te pasar un buen rato, sorprenderte por el buen hacer de los intérpretes y salir de la sala con la sensación de haber asistido a un evento original y diferente. Y con muchas ideas que se quedan flotando en el ambiente, para debatir de vuelta a casa.




La nueva propuesta de Sarabela Teatro, presentada en la Sala Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía, se erige como un auténtico poliedro dramático: múltiples fragmentos, voces y escenas breves que, entrelazados, dibujan un fresco vibrante sobre la precariedad, el desarraigo y la explotación en el mundo contemporáneo. Bajo la dirección de Ánxeles Cuña Bóveda, la adaptación del texto del dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig (Premio Mülheim en 2010 por esta obra) se transforma en una tragicomedia rápida, cortante y llena de contrastes, donde lo grotesco y lo humano conviven para provocar tanto la risa incómoda como la empatía dolorosa.

No se trata de una producción improvisada: este montaje ha recorrido un largo camino desde su estreno en Galicia hasta llegar a Madrid, consolidándose como una de las apuestas más sólidas y estimulantes de la compañía.



La obra parte de una premisa aparentemente sencilla: una noche cualquiera en un edificio donde, en la planta baja, funciona un restaurante asiático. Desde esa base mínima, la obra despliega un mosaico de microrelatos que se cruzan, se rozan o se superponen. Todo comienza con un joven sin papeles que sufre un insoportable dolor de muelas. Ese gesto cotidiano abre la puerta a otros habitantes del edificio y, con ellos, a una serie de pequeñas tragedias y mecanismos de supervivencia: la inmigración, la explotación laboral, la prostitución forzada y la deshumanización derivada de una economía global que engulle a las personas.

Se abordan estos temas con un humor seco y con una estructura fragmentaria que, bajo la dirección de Cuña, adquiere un ritmo preciso y orgánico.



La función se define por su dinamismo extremo: cinco intérpretes encarnan 17 personajes en 48 escenas, todo ello en apenas 70–75 minutos. Esta exigencia convierte el montaje en un verdadero reto para los actores, que deben cambiar de tono, ritmo y registro en cuestión de segundos. A veces leen las acotaciones en voz alta, en otras ocasiones juegan con el atrezzo, se transforman, rompen la ilusión escénica o reinventan el espacio. El resultado exige al espectador una atención plena y, al mismo tiempo, lo arrastra con la energía que transmiten las escenas.

En manos de Sarabela, esa dificultad se convierte en fluidez. La compañía maneja con soltura los saltos de personaje y consigue que lo fragmentario se perciba como un todo coherente. La música y los interludios sonoros introducen pausas y respiraciones que sostienen la intensidad, creando un pulso constante entre velocidad y contemplación.



La propuesta de Ánxeles Cuña Bóveda se caracteriza por una puesta en escena clara y medida, en la que resuena la influencia del efecto de extrañamiento de Bertolt Brecht. Esta técnica, pensada para impedir que el público se identifique de manera pasiva con los personajes, busca en cambio activar una mirada crítica sobre lo que ocurre en el escenario.

Aquí se materializa en momentos donde los actores rompen la ficción, se dirigen al público, leen fragmentos de acotaciones o cambian de registro de forma deliberadamente visible. El espacio escénico, construido con niveles, iluminación precisa y proyecciones de vídeo, sugiere un edificio sin necesidad de realismo excesivo. El sonido y la pequeña banda musical generan una atmósfera de extrañeza que invita tanto a la reflexión como a la sorpresa estética.

En conjunto, la dirección convierte el texto en una maquinaria escénica que funciona con aparente sencillez, pero que encierra un trasfondo ético y un entramado de metáforas que interpelan directamente al espectador.

El elenco —Fina Calleja, Fernando Dacosta, Sabela Gago, Fernando González y Fran Lareu— demuestra una agilidad notable para transitar entre personajes y registros muy diversos. La versatilidad, la atención al matiz vocal y corporal, y un humor sutil sostienen la representación. Lo que más resalta es la energía compartida y el juego coral: se percibe la escucha mutua, la confianza y la complicidad, elementos imprescindibles para que una obra fragmentaria cobre unidad.

Fina Calleja: actriz y docente, formada en la RESAD y licenciada en Ciencias de la Información (UCM). Desde finales de los 90 combina en Sarabela la interpretación con tareas de producción y distribución.

Fernando Dacosta: actor, director y dramaturgo, miembro estable desde 1986, con amplia experiencia en teatro, cine y televisión. Su versatilidad le permite dotar de fuerza a personajes muy diferentes.

Sabela Gago: actriz y pedagoga, diplomada en Magisterio y licenciada en Pedagogía. Compagina la escena con la docencia y la animación lectora.

Fernando González: actor habitual en los montajes de Sarabela, ha consolidado una presencia constante en la escena gallega.

Fran Lareu: con experiencia en cine y televisión (series como A Estiba), aporta frescura y dinamismo en sus recientes trabajos con la compañía.



El Dragón de Oro no se limita a entretener: plantea preguntas que permanecen mucho después de salir del teatro. Dramas sociales pero con una mirada irónica que evita caer en la simplificación. En ocasiones aparecen fábulas que rozan lo poético; en otras, escenas de una crudeza cotidiana. Ese vaivén logra que el público pase de la risa inesperada al silencio incómodo, obligando a mirar de frente lo que normalmente preferimos ignorar.

Uno de los mayores logros del montaje es encontrar un equilibrio entre lo simbólico y lo real. El escenario ofrece referencias reconocibles, pero los recursos teatrales —como los cambios de papel o la narración directa— mantienen la distancia crítica que convierte la experiencia en reflexión compartida.



El humor, a menudo en clave negra, cumple una doble función: suaviza lo duro de ciertos pasajes y, al mismo tiempo, hace que lo doloroso cale más hondo. Esa capacidad de provocar risa y pensamiento a la vez es quizá el mejor testimonio de la fuerza dramática de este montaje.

Con esta versión de "El dragón de oro", Sarabela Teatro firma un espectáculo vibrante, ágil y profundamente humano. Escena tras escena, la obra atrapa al espectador y lo conduce a una experiencia intensa, actual y necesaria. Un teatro que entretiene y, al mismo tiempo, nos obliga a repensar el mundo que habitamos. En definitiva, una cita ineludible para quienes buscan un arte escénico que emociona, remueve y te hace pensar.


RESEÑA ESCRITA POR GEMA COLADO

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TeatroTeatro de La AbadíaSala Juan de la Cruz.
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42.
FechasDel 11 al 28 de Septiembre. De Martes a Sábado a las 19:00. Domingos a las 18:30.
Duración: 70 minutos
Encuentro con el público: Miércoles 17 de Septiembre.
Función en gallego, con sobretítulos en castellano: Viernes 12 de Septiembre.
EntradasDesde 19€ en TeatroAbadia.


Ficha artística

Texto: Roland Schimmelpfennig
Dramaturgia y dirección: Ánxeles Cuña Bóveda
Reparto: Fina Calleja, Fernando Dacosta, Sabela Gago, Fernando González y Fran Lareu
Traducción al castellano: Albert Tola
Escenografía y videoarte: Iris Branco
Iluminación: Laura Iturralde
Vestuario: Ruth Díaz Pereira
Asesoramiento de movimiento: Rut Balbís
Asesoramiento de texto: María Peinado
Espacio sonoro: Renata Codda Font
Composición musical: Vadzim Yuknhevich
Realización vestuario: Santos Salgado
Realización escenografía: Carlos Domínguez
Fotografía: Rubén Vilanova
Grabación en DVD: Alba V. Carpentier
Técnicos de luz y sonido: José Bayón / Rubén Dobaño
Diseño gráfico: Peatón Gráfico
Comunicación: Alberto Ramos
Producción: Fina Calleja
Distribución: Culturactiva y Sarabela Teatro
Distribución fuera de Galicia: Carlos M. Carbonell – Crémilo
Producción: Sarabela Teatro
Con la colaboración de: Goethe Institut

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