Teatro: Casa-Miento (bodas sin sangre). El Umbral de Primavera

Nos adentramos en lo que parece ser el desván de una casa, ese lugar donde se almacenan los recuerdos, para conocer las intimidades de una mujer en los momentos antes de casarse. En un recorrido por su vida y por la de sus ancestros, iremos descubriendo todas las piezas que la configuran tal y como es, a la vez que reconstruye su pasado y va cerrando puertas (y alguna herida) que habían quedado abiertas. Un apasionante viaje por tres generaciones de mujeres, por las circunstancias que marcaron a cada una de ellas, por vidas marcadas por el patriarcado, la violencia y el amor clandestino. Pese a todo, hay que celebrar la boda y todo tiene que ser alegría y felicidad. Celebremos!!!!!

Salimos emocionados de esta ceremonia escénica que nos acaba de regalar Carolina África. Por que eso es esta obra, un ritual, una celebración, un conmovedor recorrido por su árbol genealógico (parte real, parte inventado, como ella misma reconoce) que nos remueve y nos hace disfrutar. Una pieza escénica fascinante, con una intérprete en estado de gracia, que disfruta y hace que el público se emocione, porque lo que transmite en escena traspasa la cuarta pared y nos atrapa, para ir de la mano con ella por ese recorrido vital por las bodas y de sus ancestras, pero también para cerrar heridas de su propia vida. Dolorosa por momentos, luminosa y divertida en otros, la obra no deja de emocionar y de sorprender en ningún momento. Teatro en estado puro, como la vida misma...




Esta creación de La Belloch Teatro ("Vientos de Levante", "Verano en Diciembre", "Otoño en Abril") nos retuerce el alma desde la primera escena, pero también nos golpea con crudeza en diversos pasajes de la historia. La compañía, creada en 2012 por Carolina y Laura Cortón, se ha caracterizado desde su nacimiento por la creación propia partiendo de textos originales de dramaturgia nacional contemporánea. En esta ocasión han creado un fabuloso monólogo polifónico, un bululú teatral. En esta ocasión vuelven a emocionarnos con una historia que nace de las entrañas de la autora y que está contada con una ternura y una verdad que hacen al público involucrarse en todo momento. Un relato plagado de ternura y de dolor, de mujeres claudicando por decisiones paternas o de niñas que se vieron marcadas por los abusos de sus familiares. Pero el modo en que nos cuentan la historia es tan delicioso, tan tierno, que esos episodios oscuros nos enfurecen (aunque nos duelen como propios), no empañan la emoción de un relato cargado de momentos luminosos, de encuentros con gente querida, de celebración más que de duelo. 




Esta obra, escrita, dirigida e interpretada por la gran Carolina África, surge de las jornadas que en el Corral de Alcalá se dedican a visibilizar el Día para la Eliminación de la Violencia Contra Las Mujeres. La polifacética artista siempre ha dado muestras de su compromiso social, con piezas como "El cuaderno de Pitágoras", en que se basaba en su experiencia como voluntaria en la cárcel. Lejos de montajes cargados del drama propio de las situaciones vividas, la dramaturga apuesta por una escrita cargada de sensibilidad, en el que se juntan la comedia y el drama con una naturalidad abrumadora, que convierte cada uno de sus montajes en todo un acontecimiento, tanto por las cosas que cuenta como por el modo en el que nos las representa.


La propia dramaturga reconoce que "la temática central de mi dramaturgia serían las relaciones humanas. A la hora de contar historias trato de bucear en los anhelos y miedos de cada uno de nosotros, partiendo de los míos propios o de experiencias cercanas. Así, por ejemplo, los conflictos familiares, la superviviencia, la maternidad, la muerte, las distintas maneras de enfrentarla serían algunos puntos centrales de los argumentos de mis obras". Esta pieza, parece un compendio de todo esto, ya que pasa de los conflictos a los amores con destreza y soltura, para dibujarnos este collage de imágenes que representan su propia vida, con alguna pincelada inventada como ella misma reconoce en la función. Partiendo de situaciones realistas trato de trascenderlas para ofrecer poliédricamente nuevas lecturas y ahondar en las múltiples emociones que puede ofrecer una historia aparentemente cotidiana.




Carolina África se va a convertir en uno de los referentes de la temporada. Este maravilloso trabajo ha coincidido en escena con "La argentina en París", obra que dirige y que ha agotado entradas en el siempre exigente Teatro de la Zarzuela. Además, en el mes de Mayo volveremos a verla en escena en la sala de la Princesa del Teatro María Guerrero, con "Una buena vida" (del 13 de Mayo al 21 de Junio), obra que también ha escrito y dirige. Y por si esto fuera poco, en su faceta de dramaturga podremos ver su versión de "El escondido y la tapada" (del 12 de Marzo al 26 de Abril) de Calderón de la Barca, en el Teatro de la Comedia, con dirección de otra grande como Beatriz Argüello. Y tengo que reconocer que me alegra, porque es una artista que emociona con todo lo que hace. La verdad que despoja cada nuevo texto que escribe, la sensibilidad con la que dirige, la pasión con la que se sube a un escenario, hacen que cada nueva aventura escénica en la que se implica sea todo un goce.




Estamos ante el trabajo más personal de la autora, que ya es decir mucho viniendo de alguien que reconoce apoyarse en sus propias vivencias para escribir. Una comedia con tintes de drama, un drama aderezado con pasajes de comedia, un relato que entremezcla la realidad y la ficción, lo onírico con lo mundano, a los vivos con los muertos. Un espectáculo multidisciplinar en el que la creadora incluye teatro físico, textual, teatro de objetos, danza, números musicales... hasta la gran performance final, que sirve de broche lúdico-festivo a esta conmemoración de la familia, del amor, de la vida. Un emotivo final en el que el público participa sin dudarlo, en el que todas nos sentimos invitados a esta gran celebración, a este gran ritual, a este precioso homenaje.



En este ritual, Carolina nos habla del compromiso, de la identidad, de la familia, de los amores pasados, de las relaciones con las personas que han marcado su vida y con aquellos que ya no están pero dejaron huella, de los anhelos y de los miedos, de los deseos y de las secretos que tienen que permanecer guardados aunque duelan. Una pieza poliédrica, que se va construyendo a base de pequeños relatos, de la vida de los distintos personajes que le marcaron el camino, para dar como resultado un montaje que destila verdad y realidad, dolor y emoción, penas y alegrías, como el propio recorrido que es la vida. Una obra que se concibe como un viaje emocional en el que todo es posible, la realidad y la ficción se difuminan, para dejar que un costurero o unos zapatos cobren vida, para que los vivos puedan hablar con los muertos, para que el tiempo se pare y podamos reflexionar sobre lo que somos, lo que han sido los que nos han precedido, lo que se ha dibujado como su propia historia.



Y todo esto que hemos contado hasta ahora, lo hace una actriz descomunal, una Carolina África en estado de gracia, que se mete al público en el bolsillo con su naturalidad y su generosidad en una creación tan compleja como efectiva. Carolina nos regala un máster en interpretación, en el que juega con los objetos hasta darles vida (asesoría de objetos de Malgosia Szkandera), en el que duplica personalidades en un mismo vestido (fascinantes las dos secuencias en las que interpreta simultáneamente a dos personajes con el solo movimiento de sus brazos dentro del vestuario) hasta que consigue que veamos claramente a los dos personajes bailando o ligando, una interpretación delicada y poderosa, en la que el simple cambio de la colocación de un velo nos hace pasar de la luminosidad de la abuela a la pitonisa del pueblo. El despliegue interpretativo que nos regala la actriz a lo largo de toda la obra es pura magia, un compendio de cualidades que va deslizando ante nosotros para sorprendernos con cada nuevo giro de guion, para emocionarnos con cada nueva anécdota. La actriz se apoya en las voces en off de los que son parte de su familia artística, como Bárbara Lennie, Beatriz Grimaldos, Jorge Kent y Jorge Mayor.



Y todo esto sucede en un espacio escénico, diseñado por Almudena Mestre y La Belloch Teatro, que recuerda a un trastero de una casa de pueblo, en el que todo está colocado de cualquier manera, pero que la actriz va recomponiendo ante nuestros ojos para dar sentido a cada uno de los elementos, desde maniquís a un costurero, pasando por una maleta, un gramófono, una máquina de escribir o diferentes piezas de ropa. Fundamental en este aspecto el delicioso diseño de vestuario de Guadalupe Valero que nos hace saltar entre los diferentes personajes que aparecen a lo largo de la historia. Otro elemento clave de este montaje, para conseguir la calidez necesaria de cada escena, es el meticuloso diseño de iluminación de Rocío Sánchez, que consigue bañar cada escena de la tonalidad precisa. Por último, debemos hablar del envolvente diseño de sonido a cargo de Pilar Calvo, que hace que toda la obra transite entre la realidad y la ficción, en un tono cercano a lo onírico.



Salimos de la sala eufóricos por lo que acabamos de disfrutar. Carolina lo ha vuelto a hacer. Ha creado una deliciosa pieza escénica que destila amor por la profesión, una dulzura especial a la hora de contar historias, un ingenio fabuloso a la hora de ensamblar las piezas para que todo resulte emocionante y conmovedor, y una interpretación maravillosa que nos tiene atrapados desde que sale a escena. Una pieza que nos lleva a tiempos pasados, para recordar lo que sufrieron nuestras abuelas, o lo que tuvieron que callar nuestras madres, pero que también nos habla de la esperanza de un nuevo comienzo, de la vida que se abre paso ante la adversidad, de los momentos bellos que van salpicando la realidad. Una deliciosa propuesta en la que Carolina nos habla de su propio mundo para contarnos la realidad de toda una generación. Maravillosa, preciosa, emocionante, primorosa. Vayan y disfruten del viaje.

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Teatro: El umbral de Primavera.
Dirección: Calle Primavera 11.
Fechas: Del 2 de Octubre al 29 de Noviembre. Jueves 2 a las 20:30, Viernes 3, 10, 24 y 31 a las 20:30.  Viernes 31 a las 22:30. Sábados 15 y 29 de Noviembre a las 20:00
Entradas: Desde 15,30€ en El Umbral de Primavera


Autoría, dramaturgia, dirección e interpretación: Carolina África
Asistencia a la dirección artística: Julio Provencio
Diseño de iluminación: Rocío Sánchez
Diseño de escenografía: Almudena Mestre / La Belloch Teatro
Diseño de vestuario: Guadalupe Valero
Diseño de sonido: Pilar Calvo
Asesoría de objetos: Malgosia Szkandera
Diseño de producción: Laura Cortón
Videoescena: Davitxun Martínez
Colaboraciones en off: Bárbara Lennie, Beatriz Grimaldos, Jorge Kent, Jorge Mayor


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