En el año que Madrid rememora la llegada del poeta a la capital, la escena se llena de montajes para conmemorar una fecha tan señalada, que marcó la vida del poeta y también la de la ciudad de Madrid. Personas como Lorca marcan con su sola presencia la dimensión de un lugar, por lo que todos los lugares que frecuentó durante aquellos años son espacios de culto, marcados desde entonces con un halo especial por su relación con el poeta. Un recorrido por la vida de este universal poeta, nos lleva a algunos de los momentos más significativos del pasado siglo, para conocer los momentos más importantes de una de las figuras más importantes de nuestra literatura.
Tengo que reconocer mi absoluta debilidad por las partes fundamentales de este proyecto, La Joven Compañía, Miguel del Arco y Nando López. La expectación por ver el proyecto que los unía a los tres era máximo, y si a eso le sumamos a Lorca como argumento del montaje, la cosa pintaba bastante bien. Unas expectativas que incluso se vieron superadas, un espectáculo soberbio, lleno de la poesía del poeta, con la frescura que imprime La Joven Compañía a cada montaje, la energía que del Arco pone a cada proyecto, y con el ritmo vertiginoso que imprime un texto redondo, escrito a cuatro manos entre Irma Correa y Nando López.
La joven Compañía se ha convertido, por méritos propios en toda una referencia de la escena nacional. Un proyecto creado para dar salida a jóvenes de todos los ámbitos de la escena, un vivero de futuras estrellas de nuestras tablas, como es Alex Villazán, que tras foguearse en títulos como "La edad de la ira", "Hey boy, hey girl" o "El señor de las moscas" , triunfa esta temporada con la maravillosa "El curioso incidente del perro a medianoche". Esta contundente iniciativa creada por Jose Luis Arellano y David R. Peralto ha abandonado esta temporada el Conde Duque (donde volverán el próximo mes con "Gazoline" de Jordi Casanovas) para representar en los Teatros del Canal este proyecto entorno a la figura de Lorca, y la aclamada "Barro" que pudimos ver a principio de temporada.
Para del Arco "La Joven Compañía es un proyecto para jóvenes profesionales de la escena. Sólo por eso ya merece nuestro aplauso. Pero es que al mismo tiempo forma a las nuevas generaciones de espectadores a quienes ofrece un teatro que habla de ellos, con el que se sienten identificados y cómplices, una tarea que deberíamos compartir, o al menos apoyar con entusiasmo, todos los profesionales de la escena si queremos que nuestro Teatro mantenga la salud y siga siendo, como decía Lorca, uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la educación de un país".
Para esta nueva aventura sobre la vida del poeta granadino, el director se postuló para "aportar su granito de arena", convirtiéndose en el primero que toma las riendas de uno de sus proyectos sin pertenecer a la compañía (todos sus montajes los había dirigido Jose Luis Arellano). Director de éxitos como "La función por hacer", "Juicio a una zorra", "Misántropo", "Ilusiones" o "Jauría" (que está haciendo retumbar estos días los cimientos del Pavón), afronta este nuevo reto con las ganas de participar en un proyecto al que ha seguido muy de cerca desde su creación.
Miguel del Arco, sacado también de su ámbito de confort (gestor del Pavón Teatro Kamikaze, donde últimamente presenta sus proyectos), habla de este montaje como "una experiencia maravillosa", en lo que es su primera obra sobre Lorca. El director tenía, desde el primer momento, muy claro el enfoque: "Quería proponer un viaje enajenado a través de las cartas y su poesía". La dirección está cargada de fuerza, de frenesí, en una concepción muy física del trabajo del elenco, que se desenvuelve con frescura y rapidez en esta vorágine. La idea de esta visión "física" del montaje es la de mostrarnos al Lorca más terrenal, en que salen a relucir temas como su sexualidad, su amor por su tierra y su apego a la gente que le rodea, un hombre marcado por su enorme deseo de vivir y de experimentarlo todo.
Para hilvanar todas estas piezas de la personalidad del poeta se ha creado un potente y poético texto (no podía ser de otro modo) en el que se muestra al Lorca más humano. Dos autores que ya habían trabajado para la compañía, como Nando López ("La edad de la ira", "Barro") e Irma Correa ("En la Fundación"), son los encargados de crear este portentoso viaje por la vida del granadino más ilustre. Los autores plantean el texto como "un camino habitado por los paisajes andaluces de su infancia y adolescencia, por el Madrid de la Residencia de Estudiantes o por el convulso Nueva York de finales de los años 20 hasta llegar, en un vil giro del destino, a las sombras siniestras de la noche y de la bala que lo atravesó". La historia deambula por parajes oníricos y por lugares reales, en una contundente mezcla que nos hace girar al ritmo que nos marca la dramaturgia, simbolizada en un maravilloso elemento escénico circular en que puede suceder cualquier cosa.
"Perdidos y libres, como el autor a la caza de imágenes con que llenar sus páginas, atravesamos con él su vida y su obra, asomándonos al Lorca joven, vivo, y también al Lorca amigo, al excesivo, al viajero, al amante de la piel y de la palabra. Al poeta capaz de hacernos respirar en sus versos la luz y la sangre, la carne y el amor. Al hombre y, sobre todo, al joven cuya voz sigue resonando, vibrante y lúcida, más allá de la miseria de la Historia". Con estas palabras nos muestran los autores todo lo que han querido mostrar en esta obra, todas las aristas sobre la figura de uno de los poetas del pasado siglo, pero que más allá de su innegable calidad como escritor, fue una persona inquieta, viva, que gustaba de disfrutar de todo lo que le rodeaba. Esta faceta más humana es la que ha cimentado el texto, aunque en él aparezcan los versos, y las cartas del poeta.
Las celebraciones deben hacerse a lo grande, y el centenario de la llegada de Lorca a Madrid no merecía una "fiesta" menor. Esta obra, en la que se incluyen textos del poeta, narra los episodios más significativos de su vida, desde sus primeros coqueteos con la poesía en su Granada natal a su paso por la Residencia de Estudiantes y su estancia en Nueva York, una vida plagada de amor, compromiso y poesía. Los treinta y ocho años del poeta marcados por las cartas que mandaba a su familia, por su relación con sus padres, con sus amigos artistas, pero sobre todo llena de literatura y vida, hasta su muerte prematura. Una vida mostrada desde lo más íntimo, desde sus sentimientos más primarios, conociendo a la persona antes que al poeta. Un relato mucho más "terrenal", que nos narra la historia del poeta desde los tres ejes fundamentales que la marcaron: Las ganas de vivir, al amor a la literatura, y su temprana muerte.
El recorrido resulta sencillamente maravilloso. La belleza con la que se tratan las distintas etapas de su vida, la vitalidad que desprende en cada escena, la composición formal de cada una de las escenas, la plasticidad de cada coreografía, nos muestra un montaje tratado con mimo, con la responsabilidad de quien se sabe que está ante una obra mayor, ante la recreación de algo importante, de algo histórico. Un montaje que se convierte en un viaje por lo más íntimo del autor, que nos lleva a los paisajes andaluces de su infancia, a su agitada adolescencia en Madrid, al convulso Nueva York de los años veinte, para acabar de forma inesperada con una vida a la que le quedaba mucho por contar.
Este maravilloso devenir por la vida de Lorca, transcurre en un ingenioso tiovivo en el que parece que nos movamos dentro de su mente, con giros inesperados que nos llevan a lugares maravillosos, cargados de magia, y a otros mucho más dolorosos, en los que la realidad aplasta las ansias de soñar del poeta. Un sin fin de escenas nos bombardean, imágenes de una gran belleza, con las que vamos conociendo el interior del artista, todo ello con un "ejército" de jóvenes actores que realizan un trabajo sobresaliente, para dar empaque a este difícil montaje.
Julen Alba, Ana Bokesa, Katia Borlado, Xoán Fórneas, Álvaro Fontalba, Alberto Granados, Pascual Laborda, Jesús Lavi, Rosa Martí, Nono Mateos, Íñigo Santacana y Carmen Tur. forman el imponente elenco con el que viajamos a lo largo de la vida del poeta, un grupo de actores que nos hacen vibrar, reír y sentir todo lo que ocurrió en aquellos años, como Lorca se desarrolló con su entorno más cercano en las distintas etapas de su vida. Un maravilloso trabajo grupal, coreografiado por Andoni Larrabeiti, en que todo encaja con la más absoluta precisión, en un trabajo actoral superlativo (en lo psicológico, pero sobre todo en lo físico) en el que nada desentona y todos los actores asumen sus distintos roles y personajes con gran flexibilidad.
Es muy interesante como el papel de Lorca es asumido por varios de los actores, como Álvaro Fontalba en su época más joven, Xoán Fórneas en diversas etapas (teniendo incluso cierto parecido físico con el poeta), Nono Mateos en su etapa neoyorquina incluso Ana Bokesa en la vuelta del poeta a España tras su paso por Nueva York. La facilidad con la que el espectador asume las distintas fisionomías del personaje, para que cada uno nos aporte una de las mil caras del poeta. Y en este vaivén por las distintas facetas del actor nos cruzamos con sus compañeros de su etapa madrileña, maravillosas las escenas con Dalí, Buñuel, Alberti o Maruja Mallo, en que se ve la esencia de lo que ha sido el epicentro de una de las etapas más fructíferas de nuestra cultura, con interpretaciones muy ingeniosas de cada uno de los genios que se relacionaron con Lorca. Todos los intérpretes cambian de máscara, se desdoblan en varios personajes, para que entremos de lleno en un mundo que gira sin que nada esté, claro, ni nada sea del todo cierto, la única certeza es Lorca y su inagotable universo personal.
La escenografía de Paco Azorín es, sin lugar a dudas, uno de los mayores aciertos del montaje. El maravilloso carrusel sobre el que gira toda la obra es una absoluta genialidad. Con este elemento circular y su continuo movimiento se desarrollan majestuosamente todas las distintas etapas de la vida del poeta, con los actores trepando por la estructura para crear imágenes de lo más impactantes. Este impactante elemento que nos seduce desde el primer momento, se ve atenuada por la bella iluminación de Juan Gómez-Cornejo, que consigue darle todo tipo de texturas, como si de un lienzo se tratase. Para acompañar esta onírica propuesta tenemos la música de Arnau Villa y el espacio sonoro de Sandra Vicente (Estudio 340) que nos hacen viajar por las distintas etapas de la vida del poeta, de Granada a Nueva York, pasando por la Residencia de Estudiantes de Madrid. Por último no podemos dejar de hablar del vestuario de Guadalupe Valero, que hace de la sencillez virtud, convirtiendo cada una de las escenas en una maravillosa composición formal, con vestidos ingeniosamente diseñados para cada una de las etapas.
La obra es un cómputo de grandes elementos que forman un montaje espectacular, contundente y lleno de fuerza, la esencia de la vida del poeta. Una obra que destila belleza, poesía, lírica y frescura en cada esquina, convirtiéndose en una radiografía de la vida de Lorca. Es muy loable el intentar ir más allá del mito, indagar en todo aquello que le convirtió en lo que es, en todas esas inquietudes que le guiaron durante toda su vida. Para todos aquellos reticentes a acercarse a la figura del poeta, esta es la manera más interesante de hacerlo, descubriendo su vida sin el destello de la fama, conociendo su cara más visceral, su lado más turbio, descubriendo al ser humano que habita en el poeta.
Teatro: Teatros del Canal
Dirección: Calle Cea Brmúdez 1
Fechas: Jueves, Viernes y Sábados a las 20:30, Domingos a las 19:30.
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