El Rey Lear en Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa


Susurros en la campiña inglesa. Entre la niebla. Ocho rostros fijos nos miran. ¿Qué nos dirán? La sombra de Lear aparece. El trono. El miedo. La música se eleva. Todos se postran ante el anciano rey, cual cuadro tenebrista del Prado. Nos miran, nos observan. La luz lo inunda todo. Aparece Shakespeare en estado puro. Comienza la función… Así nos recibe el Rey Lear, monarca que quiere repartir toda su fortuna entre sus amadas hijas, a partes iguales. Pero con una pregunta directa y sincera: ¿ Quién de vosotras me quiere más ? ¿ Quién está dispuesta a quererme más que las demás? Con este arranque inicia una de las obras más conocidas del gran dramaturgo inglés que la Compañía Atalaya nos trae al Fernán Gómez. 
Engaños, farsas, lealtades y deslealtades , traiciones, justicia, hipocresía. Tragedia en estado puro. Luces y sombras para un anciano rey, cegado por las palabras, ligeras como el viento, y los halagos, cambiantes como la brisa del trigo verde en verano. Y la naturaleza presente en toda la obra. “ La naturaleza ha enloquecido” , ¿ el rey enloquecerá? ¿ sus hijas? ¿ los bastardos se revelarán ante sus padres? ¿ Padres e hijos se reconocerán? Alianzas , libertades y condenas en un devenir dramático , a golpe de banco y timbal. De tormentas calladas en torbellinos hilarantes ante lo que se pierde. De Cenicientas sin final feliz, ni príncipes de colores. 
La libertad está fuera, y aquí se muere el tiempo”. Pero antes de nada, permítanme referirme al montaje del rey. Este centro de investigación teatral hace honor a su nombre. Despliega ante el espectador un juego coral donde nos embauca desde antes de empezar, con ese ornamento propio de los grandes. Escenarios móviles combinados con acierto, La imagen al poder a golpe de tacón, de sonidos, de movimientos simétricos perfectamente trazados para ofrecernos escenarios desde una sencillez difícil de imaginar, que en ocasiones nos deja con la boca abierta. Transiciones dinámicas que dotan de frescura y agilidad al texto. Que lo alimentan. Que lo enloquece a medida que el rey va enloqueciendo, desordenando el mundo. Atmósferas cargadas de sentido. Ritos ancestrales transmitidos desde la sencillez de la naturaleza y las bajas pasiones. Ira y poder, mala combinación. 
Venganzas antiguas que renacen con los vagos recuerdos y una memoria difusa . El decaer de un anciano, de su estatus social, recordándonos que en cualquier momento podemos acabar en el fango, sin subir a un inesperado ring. Bufonadas sinceras que nos alimentan el alma con reflexiones certeras . Ceguera voluntaria con muros de humillación entre padres e hijas, entre padres e hijos. Entre hermanos, bastardos o no. Personajes que enloquecen en esta maraña de tretas y vejaciones en busca del poder. Del bienestar personal , donde todo vale y vale todo. Donde la naturaleza humana se alía con la naturaleza exterior, mostrándonos caos y confusión ante el desorden, ante las trabas de una relación sincera. Dioses de papel en un segundo plano, ciegos también ante tanta locura, cansados de interferir entre lamentos, entre mentiras disfrazadas de verdad.
Contemporaneidad de cientos de años que podrían ocurrir mañana en cualquier familia, en cualquier situación donde el corazón y la razón no gobiernen. Y en este torbellino aparece la compañía Atalaya, dirigida por Ricardo Iniesta. Y no paran de moverse, de acá para allá. De allá para acá. Abarcando el escenario, llenándolo como nadie. Con certera precisión de tiempos y espacios. De luces, y también de sombras. De sonidos corales e interpretaciones cuidadas, quizá en alguna ocasión algo forzadas. Nos trasladan a Shakespeare en cada movimiento, en cada gesto, en cada acción. Espíritu personal y grupal unido al espíritu natural. 

Desnudando la grandeza humana. Mostrándonos nuestras miserias , tal y como son. Sin remiendos. Sin tapujos. A ritmo de piedras. Un Stonehenge conceptual que nos envuelve en su círculo energético para no darnos un respiro. Muerte y destrucción que nos llevan al caos. Al desorden . Al huracán. Todo ello con las reflexiones del bufón, el mas cuerdo de todos. El mas honesto y leal. “Cuando en todo pleito se haga justicia, un tiempo nuevo habrá entonces-. ¿ quién lo verá? Será el momento en que nuestros pies sirvan únicamente para andar”
El Rey Lear enloquece o le enloquecen los demás. Vengan al Fernán Gómez a averiguarlo. Eso sí, traigan paraguas. Huele a tormenta, a tempestad.

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El Rey Lear
Teatro: Teatro Fernán-Gómez
Dirección: Plaza de Colón 4
Fechas: Del 13 de febrero al 1 de marzo. De miércoles a sábados a las 20:00 horas
Entradas: Desde 16€ en teatrofernangomez

      

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