Teatro: La lengua en pedazos. Teatro Galileo

La vida de los religiosos siempre tiene su halo de misterio. Esa devoción que les hace dejarlo todo para obedecer y seguir los caminos por Dios, cambiar su vida y abandonarlo todo para centrarse en servir a una idea, a algo en lo que creen por encima de todo pero que difícilmente pueden explicar. El caso de Teresa de Jesús fue especialmente singular, ya que fue una gran devota que siguió sus propios métodos de relación con Dios, saltándose muchos de los preceptos instaurados por la Iglesia. Esta rebeldía no fue bien vista en una institución tan estricta y cerrada, lo que le llevó a tener grandes problemas con las grandes personalidades que por aquellos tiempos guiaban los destinos de la Iglesia.




Estamos ante una obra oscura, densa, que habla de los sentimientos y de las creencias desde diversos ángulos, desde los polos opuestos que representan Teresa de Jesús y el inquisidor que viene a pedirle explicaciones sobre lo que está haciendo al abandonar el convento en el que vivía para montar su propia casa, en la que vive junto a otras doce religiosas que han decidido seguirle. Las distintas visiones sobre la vida, sobre la fe, sobre la relación con Dios, sobre como debe cada persona hacer frente a su relación con el mundo y con sus creencias. Es esta historia un intenso diálogo entre dos posiciones antagónicas de creer, uno llevado por sus propios instintos y el otro regido por los dogmas marcados por la Iglesia. Dos formas de pensar, dos maneras de vivir, que nos deleitarán con un despiadado duelo en el que ambos saben que ninguno puede ganar.


Producida por La Loca de la Casa y Octubre Producciones, con la colaboración del Instituto Cervantes y Carlos Verneuil, el texto pone en valor la figura de esta singular mujer, que sintió la necesidad de vivir su devota existencia a su manera, siguiendo sus propios cánones, escapando de aquello que le había marcado la Iglesia, en su incansable búsqueda de la verdad y en su convicción de que era la forma correcta de relacionarse con Dios. Una rebelde que consiguió crear sus propias bases sobre las que asentar sus pensamientos, sin importarle lo que sus coetáneos pensasen de ella.


Escrita y dirigida por Juan Mayorga (con Viviana Porras como ayudante de dirección), Premio Nacional de Literatura Dramática 2013, el texto tiene su inconfundible sello, basado en la precisión extrema de cada uno de los instantes de la obra. La obra de Mayorga siempre nos da que pensar, estimula al espectador a hacerse preguntas sobre lo que ve, poniendo en lugares incómodos, en los que el espectador debe posicionarse, tomar decisiones, reflexionar sobre lo que cada uno piensa de todo que el autor propone. El autor de textos tan sublimes como "El chico de la última fila", "Reikiavik", "Intensamente azul" o "El mago" (por nombrar sólo algunas de las que se han podido ver en los últimos años), nos propone en esta ocasión un duelo entre lo racional y lo emocional, entre lo institucional y lo personal, entre lo colectivo y lo individual. Esta dualidad acaba haciéndonos partícipes del debate, nos preguntamos todo lo que hablan los personajes, consiguiendo que el texto traspase el escenario para convertirse en nuestro propio debate interior.



"La singularidad es subversiva" es la frase que, en palabras de Mayorga, recuerda cada vez que piensa en Teresa de Jesús. Para un autor tan acostumbrado a poner al espectador en continua disyuntiva, la figura de esta mujer resulta especialmente atractiva, ya que tomó su propio camino, fue contraria a las normas, se replanteó sus creencias desde los lugares que ella misma veía como apropiados. Para el autor "en Teresa la oración es acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor. Y ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en crisis instituciones y divide sociedades. Teresa se nos aparece como un personaje a contracorriente, intempestivo en su propio tiempo y en el nuestro", razón de más para ver lo necesaria que es su figura en nuestros días. En todo caso, reconoce Mayorga, "para dejarse arrastrar hacia Teresa es suficiente leerla y advertir lo mucho que le debe nuestra lengua y, por tanto, lo mucho que le adeuda nuestra experiencia del mundo".

"Me propuse arraigar palabra y personaje en una situación ficticia pero verosímil en cuyo centro estuviese la grave decisión tomada por la todavía monja de la Encarnación de abrir, con gran riesgo para si y para las que la seguían, el monasterio de San José: la primera de sus fundaciones. Entonces apareció, en mi fantasía, el inquisidor. Que fue creciendo hasta convertirse en el otro de Teresa, su doble: aquél con quien ella estaba destinada a encontrarse y a medirse. El inquisidor acorrala a la monja con incómodas preguntas, la enfrenta a momentos de su vida que acaso ella querría olvidar y prende en su corazón la duda, que, como todo en Teresa, es un incendio. Y poco a poco, en el diálogo entre ambos personajes va apareciendo un tercero: la lengua misma, que transforma vidas y hace y deshace mundos".



Basada en "El libro de la vida" de Teresa de Jesús, en este prodigioso texto se nos plantea un descomunal combate entre un alto representante de la Iglesia y una rebelde y subversiva monja llamada Teresa de Jesús. Esta mujer fue una de las primeras consideradas doctoras por la Iglesia Católica. Sus textos van desde la poesía a la filosofía, y sus testimonios forman uno de los idearios más complejos y fascinantes de nuestra historia. Lo que comienza pareciendo un juicio se torna en confesión, en debate sobre dos puntos de vista sobre la vida, abordando temas como el amor, la amistad, la muerte de su padre, la fe o el dolor (tanto físico como psicológico). Pero este intenso diálogo deja muchas preguntas por resolver, muchos frentes abiertos que debe ser el propio espectador el que los valore y los resuelva.




Clara Sanchís es la encargada de dar vida a la misteriosa y poliédrica Teresa de Jesús, en este intenso y profundo diálogo con el inquisidor al que da vida un siempre soberbio Daniel Albadalejo. Sanchís nos presenta un personaje lleno de matices, que ella misma nos va mostrando a lo largo de la función. Maravillosa interpretación en la que el personaje crece en su particular duelo con el inquisidor y, por extensión, con la Iglesia. El personaje de Teresa comienza cohibida por la presencia del poderoso y agresivo hombre que le viene a cuestionar todos sus principios. Pero lejos de amilanarse, Teresa comienza a desplegar toda su fuerza, todo su pensamiento, para conseguir doblegar la efervescencia inicial del inquisidor. Clara Sanchís está imponente en su papel, con esa fragilidad inicial que se torna en compleja capacidad para el debate y la oratoria. Una interpretación maravillosa que acaba convirtiendo en un gigante ante nuestros ojos a la que, en un comienzo, veíamos como frágil mujer sobrepasada por su "adversario".



Pero si prodigiosa es la interpretación de Clara Sanchís, no le va a la zaga Daniel Albadalejo en su papel del agresivo inquisidor. Un papel cargado de fuerza y que por momentos llega a ser desagradable por su agresividad y prepotencia, pero que Albadalejo sabe tamizar para que su personaje nos atrape, nos interese lo que propone, queramos acompañarle en su búsqueda de respuestas. El actor nos embauca con su prodigiosa oratoria, nos hipnotiza con sus poderosos movimientos en escena. Albadalejo nos muestra a un hombre que simboliza el poder, con todo lo que ello significa, pero consigue que se vaya ablandando a la vez que va comprendiendo las posturas de Teresa. En un viaje opuesto al que transita Sanchís, el inquisidor se va haciendo más vulnerable, menos agresivo, más comprensivo. Daniel Albadalejo está sublime en esta interpretación en la que se apodera de la escena en todo momento, llevando al espectador a donde él quiere, intimidados como Teresa ante su presencia.


La Loca de la Casa propone una escenografía desnuda, en la que unas sillas tiradas por el escenario es lo que nos da la bienvenida. Estos elementos serán colocados por los actores para delimitar el espacio en el que va a transcurrir el diálogo. Colocadas de forma circular, recuerdan a un ring, muy acorde con el "combate dialéctico" que nos propone el texto. Especial importancia tiene en el montaje el diseño de iluminación de Miguel Ángel Camacho, creando distintos ambientes dentro de este espacio vacío. Camacho crea dos zonas bien diferenciadas, una más lineal al fondo de colores más fríos y otra más principal (la circular donde se colocan las sillas) de tonos más cálidos. Dentro de estas dos grandes zonas, Camacho matiza cada escena con una tonalidad particular, dependiendo de la intensidad de cada momento. Por último hay que destacar la música envolvente de Jesús Rueda, que transmite ese tono de solemnidad al montaje.


Estamos, en definitiva, ante una pieza descomunal, de teatro con mayúsculas. Un texto impecable que el espectador hará suyo, que le dará vueltas en la cabeza en el camino de vuelta a casa, que le obligará a responder a muchos de los temas que deja latentes la obra. La historia se sustenta en dos actores en estado de gracia, que consiguen crear un ambiente singular, en el que cada palabra cobra sentido por si misma, en el que cada escena quedará en nuestra retina. Una nueva joya del maestro Juan Mayorga, a la que Clara Sanchís y Daniel Albadalejo consiguen llevar a un nivel superior. VOLVAMOS AL TEATRO. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Galileo
Dirección: Calle Galileo 39.
Fechas: Del 16 de Enero al 07 de Febrero. De Jueves a Domingo a las 20:00.
Entradas: Desde 20€ en galileoteatro.

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