Siempre es un regalo tener la oportunidad de ir al Umbral de la Primavera, una de las salas con más magia y encanto a la que podemos acercarnos. Si a ello se une una obra de enorme interés se nos presenta el plan perfecto.
Camille Claudel nació en 1864 y podemos afirmar que nació escultora. Desde muy pequeña disfrutaba moldeando el barro y ya sus allegados eran conscientes del enorme talento que poseía para reflejar en ese material los rostros de sus seres queridos. Lo que empezó como un juego continuó durante su adolescencia, algo que no era del agrado de sus padres más partidarios de un papel como esposa y madre.
Con 17 años fue admitida en una Academia de Arte en París y Auguste Rodin se fijó en su enorme talento y entró de lleno en su vida. La relación empezó como alumna para posteriormente convertirse en su musa e inspiración y acabó siendo amantes.
El talento de Camille era evidente, pero la envidia y el machismo de su época hicieron que fuera objeto de comentarios desafortunados que ponían en duda su capacidad artística.
A pesar de su enorme talento Camille siempre estuvo a la sombra de su maestro y amante Auguste Rodin. Es indudable que ayudó a y mucho en la creación a Rodin. De hecho se rumoreaba que le llegó a robar alguna de sus obras.
El prestigio y la fama de Rodin eran muy grandes y eso motivó que la relación de Camille con él entró una espiral de amor y odio. Le amaba y era una relación muy pasional pero al mismo tiempo odiaba el hecho de que todo el reconocimiento público recayera en él y su papel quedaba reducido a un papel secundario de alumna y amante.
Como Rodin no pensaba dejar a su mujer, Claudel le abandonó y ahí empezó su particular infierno. Debido a maniobras y presiones de su entorno acabó ingresando en una sórdida institución mental.
Perra hambrienta es una de las obras más célebres de Camille y de ahí toma el nombre esta obra. Perra royendo hueso nos cuenta la historia de Camile en la institución mental. Fueron 30 años de injusto encierro en un sórdido lugar en el que se le negaron las visitas y en el que murió sin realizar una sola obra.
Sola, abandonada, sin posibilidad alguna de contacto con el exterior, Camille reclama justicia. No solo contra Rodin sino contra todas las voces que la humillaron y que menospreciaron su trabajo.
Camille nos cuenta como desde bien joven tuvo muy claro lo que quería en su vida. Fue una artista que ni vaciló ni tuvo miedo en hacer en todo momento lo que quiso algo poco frecuente para la época que le tocó vivir, más aún siendo mujer.
Tras un arduo proceso por parte de Laura Garmo que incluye el estudio e investigación sobre la vida y la obra de Camille, la lectura de su correspondencia e incluso una visita al hospital de Montdevergues donde estuvo ingresada vio la luz la dramaturgia de la obra.
Pero no sólo se circunscribe a esto. También ha estudiado el papel de la mujer en la época en que vivió Camile así como la situación de abandono al que eran “condenados” las personas que eran ingresadas en instituciones mentales.
El resultado es una obra íntima y personal donde conviven la narrativa y la poesía. Un texto muy duro e intenso donde a través de la propia Camille conocemos su vida, su relación con Rodin, sus sueños, sus sentimientos, sus frustraciones, su rencor y la necesidad de dar rienda suelta a su creatividad incluso en las peores situaciones.
El
estreno de Perra Royendo Hueso es el primer trabajo unipersonal de
Laura y la tercera obra estrenada escrita y dirigida por ella, junto con Inmersos
y Germen, estrenadas en el Festival Surge Madrid en 2017 y 2020
respectivamente.
En 2018
publica su obra El dulce crepitar de tus huesos en Esperpento Ediciones
Teatrales y en 2019 dirige la obra La mala herencia de Alberto de
Casso y en el 2021 realiza la dirección y dramaturgia junto a Nacho León
de la obra de Siglo de Oro El muerto disimulado de Ángela de Azevedo. Como
actriz ha interpretado la obra Las peladas de David Roldán
desde 2018.
Laura no
sólo es la autora de la dramaturgia, también se encarga de la dirección y la interpretación.
Nos muestra de una manera dura y descarnada la “tortura” a la que se vio
sometida Camille durante treinta años. Saca a la luz las terribles condiciones
y los crueles métodos que se llevaban a cabo en las instituciones psiquiátricas.
La
principal conclusión es que su ingreso en dicho centro no fue por su bien, no
fue para “curarla”, no fue pensando en su bienestar. Fue ante todo un castigo,
una forma de silenciarla, de invisibilizarla por ser una mujer libre, por tomar
sus propias decisiones, por querer tener en la vida, un papel vetado a las
mujeres. Las mujeres entonces sólo podían ser hijas y luego esposas y madres.
En aquella época una mujer no podía destacar en el plano artístico ni mucho
menos en el plano intelectual.
La
interpretación por parte de Laura Garmo es tan impecable como dura e impactante.
Con una variedad de matices desde la dulzura inicial cuando juega con objetos
cotidianos que tiene en su habitación hasta los momentos más intensos y
desgarradores donde clama contra la sociedad que le ha tocado vivir y contra el
papel que le obligan a asumir en dicha sociedad.
Maravillosa la escenografía de Lorena Rubiano recreando con la misma sencillez que perfección la habitación del psiquiátrico. El notable trabajo de Antonio Colomo con el sonido y la iluminación así como la impecable labor de Clara Echarren con el vestuario no hacen sino completar a la perfección un proyecto muy redondo.
En definitiva una obra muy original que nos acerca a la vida de una escultura injustamente poco conocida y que nos mostró que es posible algo tan complicado como esculpir las emociones.
VOLVAMOS
A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
Diseño de sonido e iluminación: Antonio Colomo.
Escenografía: Lorena Rubiano.
Vestuario: Clara Echarren.
Ojo externo: Cora Ros y Nacho León.
Texto y dirección: Laura Garmo.
Producción: Colectivo Germen.
Fotos: Kike Martos.
Agradecimientos: Juan Miguel Alcarria, Pilar Valdelvira, Benigno Moreno, Sofía Cano y
Marta Martí.
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