En Johnny Chico no hay concesiones, ni tampoco perdón. Es solo una historia más de un chico que no cuadra en la realidad en la que vive pero que, aun así, trata de sobrevivir al mundo que le rodea, a pesar de no encajar en el mismo. Busca lo mismo que, en el fondo, buscamos todos: ser amado y aceptado.
Pero si además de los problemas existente de LGTBIQ+
fobia se une que Johnny arrastra una vida marginal en una familia
desestructurada con padre alcohólico, madre maltratada y hermano en la cárcel
ya nos dice que salvo que creamos en milagros, eso tiene pinta de drama desde
el primer minuto. Porque a veces nos olvidamos de las múltiples realidades
fuera de nuestro entorno en el que viven muchas personas.
Stephen House es el autor de este monólogo valiente y
muy realista que nos muestra, sin esconder nada, la realidad de Johnny, un
chico que trata de subsistir en una gran ciudad tras huir de su pueblo
escapando de su familia y para no desvelar el secreto que empieza a agrietarse;
le gustan los hombres.
Entre todas las preguntas que se plantea Johnny, hay
una que es el eje fundamental de la obra «¿Es posible hacer coincidir lo que
eres por fuera con lo que eres por dentro?».
A lo largo de ochenta minutos, Johnny nos desvela la
cruda realidad en un retrato tremendamente duro, en el que también se dibujan
pinceladas de humor, ternura, emoción, mucho dolor y decepción. Cualidades,
todas estas que están muy bien reflejadas en la composición del personaje y de
los múltiples personajes que Víctor Palmero plasma de manera excelente.
Porque si la temática de la obra es ya un aliciente,
Víctor lo borda. Conocido por su papel televisivo en “La que se avecina” se
enfrenta en esta ocasión a un personaje complejo lleno de claros oscuros con
una necesidad de amor y una rabia interior que hace que a veces no empaticemos
con él. Inseguridad, sensibilidad, fragilidad, miedo, risas se unen en la
composición brillante de Víctor. A la vez nos muestra otros personajes con
otros registros diferentes que se cruzan en su camino. Pocos le ayudarán y pocos
le darán nada gratis.
La escenografía es sencilla y el decorado sufre modificaciones dependiendo de los elementos que se añadan o se retiren y es un recurso eficaz, junto con el juego de luces para no perder la atención en el personaje. No podemos dejar de mencionar el gran trabajo de la mano de Eduard Costa.
El primer proyecto de la compañía Moriarty&Holmes,
adapta la obra “Go by night”, que fue escrita hace unas tres décadas por
Stephen House, autor australiano que describe realidades universales. Y aunque
como decimos, este texto tiene treinta años no deja de mostrar ciertos aspectos
que se dan en la actualidad como las agresiones homófobas. Otras situaciones
recuerdan a Chueca en los años 80 y otras describen al movimiento gay un poco
frívolo, pero que son situaciones que no son ajenas al espectador.
Porque el ser humano no puede ser libre si hay otro que no lo es.
De: Stephen House
Dirección: Eduard Costa
Con: Víctor Palmero
Diseño de iluminación: Mundi Gómez
Diseño de espacio sonoro: Juanjo Ballester
Videomapping: Lluerna Creació, Carlos Monfort, Electirk Five
Diseño de espacio escénico: Luis Crespo
Diseño de vestuario: Eli Perucha
Producción ejecutiva: Coque Serrano
Una producción de Moriarty & Holmes
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