Teatro Isabelino, mujeres que desaparecen para ser interpretadas por hombres. Shakespeare pululando en escena, la muerte constante en escena, sin nombrarla, escondida en la certeza del destino y de saber que mas allá de condiciones, existe una razón de Estado que puede con todo , más allá de que los actores pongan énfasis en la mujer y no en la reina, más allá de valores o el amor y el odio. El poder, la muerte, impertérritas al paso del tiempo.
Pepe Cibrian nos sumerge en un acontecimiento que nunca convulsionó al mundo, pues nunca existió. Un texto que deja la puerta abierta para saber la realidad, sobre estas dos mujeres de Estado, a las que la religión marcó su realidad y su destino. Dos mujeres nacidas para reinar. Dos mujeres que no son, sino por su destino, dos mujeres que no hubieran sido escuchadas si no para hablar de un trono el que ostentaría Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia. Dos primas y una solemne correspondencia en un juego dialéctico que las mantuvo unidas toda su vida. Ambas presas del deber, del Estado y de la religión. A ratos una célibe, a ratos la otra repudiada y promiscua. En definitiva una razón de estado que silencia su ser.
Pepe Cibrian (autor de la pieza) y Nicolás Pérez Costa (director e intérprete) vuelven a unirse tras "Juana la Loca", componen personalidades muy fuertes, que defienden un fin, hasta con su propia vida. Isabel I y María Estuardo rivalizan por el trono de Inglaterra, por su dignidad y por todas las decisiones políticas que han marcado sus vidas. Una supuesta reunión entre las dos reinas que se habría celebrado en un salón del castillo donde estaba recluida María.
Dos reinas, dos tronos y dos actores Nacho Guerreros en la piel de Isabel I de Inglaterra y María Estuardo, que llena la escena con cada movimiento, matices, detalles cuasi imperceptibles, sonrisas envueltas de ironía, miradas llenas de sarcasmo y un final que ellas saben que llegará y se escapa entre los dedos. Palabras no dichas, pero sabidas por ambas, el amor, el odio entre ellas.
El necesario interés de la una por la otra y una prisión que parece no existir. Nicolás Pérez Costa en la piel de Maria, tranquila defendiendo un trono y una condición, imperturbable sabiendo su final, una lucha de egos encarnizada. Pérez Costa transmite la tristeza del ser humano, más allá de géneros, los silencios y el vacío de la que calla su dolor. María Estuardo encarcelada en el castillo de Isabel I, firmada una sentencia de muerte acusada de traición.
Sabemos quien tiene el mando, entendemos quien no tendría reparo en hacer lo que fuera. El poder marcado a fuego como en la piel de cualquier hombre, aunque hablen de hijos, aunque simbólicamente toquen el vientre de la madre. Por encima constante, una razón de Estado que puede con todo.
Cada una defendiendo lo que aprendieron desde la cuna, dispuestas a la traición si es necesario, a la sospecha e incluso a la firma de la pena de muerte.
Nacho Guerreros dota de matices a Isabel I de Inglaterra, intentado enfatizar su papel como mujer, si bien, siempre gana el poder, que se impone por encima de todo. Perfecta dicción por parte de los actores, no hay apoyos ni artificios a lo largo de la función, únicamente silencios y pausas que se celebran para poder saborear los matices de los personajes, transmisores de mensajes y emociones.
Vulnerabilidades escondidas entre boatos, justillos ornamentados y certero verso que ambos esbozan dúctilmente, y es que aquí mas que nunca la escenografía, la iluminación, la ausencia de música, el vestuario, son elementos imprescindibles para contar la historia. De tiempos perfectos, un diálogo que se deja disfrutar, sin prisa
Destacable el trabajo de vestuario de la mano de Rubén Díaz, vestidos majestuosos, sobre todo el guarda infantes, la gigantesca gorguera de Isabel y boato y un medio de comunicar el rol, terciopelos, sedas, brocados solo al alcance de las clases altas, cada detalle matiza más si cabe el rol de mujeres distinguidas. Todos los oropeles a su disposición por encima de cortesanos. El enorme lazo que adorna el vestido de María Estuardo, habla de su feminidad y su cariz distinguido, sin caer en los excesos de Isabel. Un impacto estético que nos lleva a las representaciones teatrales de la época junto al maquillaje y peinado de Patricia Yepes, de imponente belleza.
El diseño de iluminación por parte de Nicolás Pérez Costa parece dar foco a las emociones, a la maternidad, a los amores, y a acontecimientos históricos que las separan, tintes que separan con una fina línea la realidad de la ficción.
Una pieza pequeña de fondo inmenso, que pone el foco en el trabajo de actoral, y da importancia a la palabra sin mas elemento que la música que dará paso a un trágico final.
Teatro: Teatro Bellas Artes.
Dirección: Calle del Marqués de Casa Riera 2.
Fechas: Lunes y martes a las 20:00h. Del 16 de septiembre al 1 de octubre de 2024
Duración: 75 minutos.
Entradas: Desde 11,25€
Reparto
Nacho Guerreros
Nicolás Pérez Costa
Ficha artística
Autor: Pepe Cibrián Campoy
Dirección: Nicolás Pérez Costa
Vestuario: Rubén Díaz
Maquillaje y peluquería: Patricia Yepes
Ayudante de dirección: Brian Huallamares
Fotografía: José Ángel Fernández Córdoba
Diseño de luces: Nicolás Pérez Costa
Una producción de El Tío Caracoles, IFAM, Rokamboleskas
No hay comentarios:
Publicar un comentario