Llega a Nave 10 Matadero uno de los montajes más esperados de la temporada. La versión de la siempre interesante Rakel Camacho de una de las obras cumbre del director y dramaturgo alemán Rainer Werner Fassbinder, viene de la mano de un elenco de lujo, encabezado por Ana Torrent, a la acompañan Aura Garrido, Celia Freijeiro, Julia Monje y María Luisa San José. Un espectáculo punky, cargado de color y belleza, con coreografías imposibles y personajes que se regocijan en su propio dolor. Un divertimento doloroso, un drama colorista, una propuesta diferente con momentos de gran impacto visual.
Estamos ante una obra que rompió todos los esquemas de su época y que a día de hoy sigue resultando emocionante y transgresora. Corrían los primeros años setenta del pasado siglo y la crudeza con la que contaba las relaciones de poder, el amor intergeneracional, o las ambiciones desmedidas, fueron un golpe al mentón de una sociedad que no estaba acostumbrada a que se mostraran sus vergüenzas de una forma tan explícita y directa. Es cierto que a día de hoy ciertos temas de los que trata la obra han sido superados (por suerte), pero la vehemencia del relato, todo lo que subyace en el interior de esas relaciones tóxicas, lo perjudicial de la fama mal gestionada y muchos de los conflictos que se nos cuentan, siguen de plena actualidad en estos años de inmediatez, postureo y redes sociales.
Esta producción de Nave 10 Matadero y Pentación Espectáculos es una colorista y naif propuesta de la obra de teatro escrita por el director y dramaturgo alemán Rainer Werner Fassbinder en 1971 y que llevó al cine un año después. La obra, que fue escrita febrilmente en un vuelo entre Berlín y Los Ángeles, supone uno de los trabajos más aclamados del creador alemán, por la originalidad con la que aborda temas como el desamor, el poder, la coacción emocional, todo ello en un universo puramente femenino nada explorado en aquellos tiempos. En esta versión se mezcla esa visión de Fassbinder con la esencia creadora de la directora Rakel Camacho, que sabe llevar todo al límite y salir airosa de los excesos. El dramaturgo alemán, responsable de revitalizar la herencia de Bertolt Brecht con el melodrama norteamericano, fue aplaudido por crítica y público por esta obra en la que habla de la soledad, de las relaciones tóxicas, de la dominación, del amor como búsqueda de la felicidad, de personalidades cegada por los focos de la fama.
Rakel Camacho (que acaba de estrenar "El cuarto de atrás" en el Teatro de La Abadía) se está convirtiendo en una de las creadores más interesantes y originales del panorama nacional. Tras sorprendernos con montajes tan diferentes como "Coronada y el toro", "Azul", "Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio", "Quiero colapsar contigo" o "Una novelita lumpen", vuelve a apostarlo todo en una arriesgada apuesta de una de las obras más icónicas y reconocidas de Fassbinder. Una propuesta marcada por el exceso, por las imágenes embaucadoras, por las metáforas que crea en escena, por el dinamismo de un montaje que transita por universos muy diversos que van desde un aparente realismo hasta el esperpento más gamberro. El montaje sucumbe a las imágenes, quedando el público hipnotizado ante la propuesta colorista, llena de momentos de gran belleza visual con otros que nos llevan a lugares más íntimos, quedando todo "edulcorado" por la estética de la propuesta, que no termina de ser tan desgarradora como su versión cinematográfica.
Camacho reconoce que su idea del teatro tiene muchas similitudes con Fassbinder. En primer lugar, el trabajo teatral. Fassbinder decía que montaba películas como si fueran teatro y que hacía teatro como si rodara cine. En él está muy presente la teatralidad, en todos los formatos. Es muy interesante ver cómo aquí genera algo nuevo, algo que podríamos definir como melodrama distanciado. Cómo es capaz de darle una forma estética a lo que será un descenso a los infiernos. Para Fassbinder, al final, todo está vinculado con la forma. Primero entra el cuerpo y luego la imagen. Y más tarde, se produce una explosión de los elementos escénicos y teatrales. En segundo lugar, además del distanciamiento, me reconozco en la parte musical. Él dice que se siente una “vedette” desde niño, y esto lo comparto personalmente. Él se define como romántico y barroco, y yo también podría definirme así. Me importa mucho el objeto como símbolo, tengo cierto fetichismo...
Para la dramaturga y directora "el teatro de Fassbinder es tremendamente actual y posdramático. En la obra pasan multitud de cosas, las escenas también están compartimentadas y el conflicto de Petra es también un conflicto de ideas. Es decir, termina encerrando una visión política. Las rupturas están muy presentes en mis obras, que tienen espacio para una mirada estética pero también para momentos musicales. Son estallidos de teatralidad que el cine no permite y que a mí me interesan especialmente. Fassbinder ha sido como volver a mis primeros montajes".
La historia transcurre en la casa de la exitosa diseñadora de moda Petra von Kant, una mujer que se acaba de separar de su segundo marido y que vive en su lujosa casa con Marlene, una figura misteriosa (uno de los puntos fuertes del montaje, sin duda) que es secretaria, asistente personal, ayudante, y que vive esclavizada por el despotismo de la diseñadora. Todo esto cambia con la visita de una vieja amiga, Sidonie, a la que acompaña una joven oportunista de orígenes humildes llamada Karin Thimm, de la que Petra se enamora perdidamente, hasta el punto de proponerle que viva con ella para poder trabajar juntas y así convertirla en una prestigiosa modelo internacional.
Las dos comienzan una tormentosa relación en la que Petra se encuentra cada vez más dominada por una Karin que se aprovecha de su dinero y de todo lo que le ofrece. La diseñadora cree tener el control con su dinero y su estatus, pero la joven cada vez se distancia más de ella conforme va medrando en su trabajo de modelo. Las dos entran en una espiral de confrontación y disputas que acaba con Petra sumida en una depresión, en el momento en que Karin la abandona por otro diseñador. La antes poderosa diseñadora se ve pisoteada por el mundo que ella misma había creado. Una historia que muestra el deseo enfermizo, una relación tóxica, en el que el egocentrismo nubla a la poderosa hasta que ya es demasiado tarde. Al final terminará solo y hasta Marlene la abandonará, rompiendo su última muestra de poder y dominación.
Uno de los puntos fuertes del montaje es la maravillosa elección del elenco. Todas ellas hacen un trabajo impecable. Para los papeles principales tenemos a dos actrices muy cinematográficas, como son Ana Torrent en el papel de Petra y Aura Garrido interpretando a la joven Karin. Ellas representan dos mujeres antagónicas con una precisión artesanal, casi de cirujano por la precisión con la que transitan la evolución de sus personajes lo largo de la obra. Torrent nos presenta a una Petra altiva y superada por su propio ego, que se cree por encima de todos y capaz de conseguir todo lo que se proponga. Pero su evolución hacia los abismos al conocer a Karin es fascinante. La sutileza con la que la actriz consigue mostrar como la altiva diseñadora se va descomponiendo es de una finura y una complejidad fascinantes. Y en el lado opuesto tenemos a Aura Garrido dando vida a una inocente y pasota Karin, que llega a los brazos de Petra más como un juego que como una relación de amor. La actriz va creciendo conforme su personaje se hace más poderoso, más empoderado, hasta que llega a revertir la situación y es ella la que mira con desprecio a su protectora. Unas interpretaciones precisas y deslumbrantes, cargadas de matices, en un enérgico y poderoso cara a cara en el que las dos salen victoriosas.
Junto a ellas tenemos a Julia Monje en el papel de Marlene, para mi la actuación más hipnótica y fascinante de la obra. Esta sirvienta se convierte en un ente inquietante, misterioso y perturbador a lo largo de toda la historia, sin decir ni una sola palabra en toda la obra. El magnetismo de Monje es abrumador, su mirada felina, su plasticidad de movimientos, su facilidad para deslizarse por la escena como un autómata mientras maneja todo el atrezzo de la función es sencillamente impecable. Una interpretación descomunal basada en la gestualidad y en la omnipresencia a lo largo de la historia, siendo pieza fundamental del montaje, tanto por el peso del personaje como por el apoyo que da en todas las escenas. Todo un descubrimiento.
Completan el reparto Celia Freijeiro interpretando a Sidonie, María Luisa San José en la piel de la madre de Petra. Freijeiro es la amiga de Petra que la intenta animar mientras ahonda en la herida de su ruptura matrimonial. Un personaje malévolo y caricaturesco que la actriz consigue manejar con destreza. La extravagancia y vehemencia de Sidonie le dan mucho juego a Celia para hacer crecer al personaje. Por último, el personaje de la madre que se va a Cuba y regresa emocionada por un nuevo amor. María Luisa se nota que disfruta, sobre todo en la escena del regreso del viaje, en un desenfreno que le permite arriesgar y apostar fuerte por un personaje muy extremo.
Como ocurre en todos los montajes de Rakel Camacho, la parte técnica forma una parte fundamental y es como lanzarnos al vacío, en un juego de formas y colores muy punki, que parece hacernos viajar en un mundo de psicotrópicos y alucinaciones varias. Al entrar en la sala ya quedamos seducidos por la propuesta escénica de Luis Crespo. Dos rampas, un gran espejo en el que nos reflejamos, una bañera con brazos saliendo de ella, varios maniquís colgados, un caballo de tiovivo azul, algunas botellas y algún objeto escultórico no identificado... todo es posible en los universos que nos propone Camacho. Pero esta locura se incrementa exponencialmente cuando comienza la obra y aparecen las actrices con los coloristas y fascinantes vestidos diseñados por Pier Paolo Álvaro y Roger Portal (AAPEE), me imagino lo bien que lo deben haber pasado para crearlos. A todo esto hay que sumar la acertada iluminación de Mariano Polo, que sabe darle a ese coctel de colores la tonalidad adecuada en cada momento. Y todo esto al ritmo que nos propone la música de Pablo Peña y Darío del Moral, con divertidas interpretaciones por parte de las actrices de temazos clásicos como "Wicked game" o "Lili Marlene". Un viaje al corazón de la locura, de un universo lleno de color y metáforas llenas de belleza, que nos dejan hipnotizados mientras aplaudimos sorprendidos la valentía de la propuesta.
En definitiva, estamos ante un montaje diferente, atrevido, fascinante visualmente. Un viaje por los universos de Rakel Camacho, una creadora muy identificable, que tiene una manera muy propia de hacer las cosas y que suele arriesgar con propuestas de lo más interesantes. Un texto demoledor, arriesgado, contundente, que las actrices saben ensalzar, bajo una dirección atrevida, apostando por lo extravagante, por ir un paso más en la creación de los personajes, en las situaciones, en el desarrollo de la historia. Una verdadera diversión, un montaje que divierte por su forma a la vez que incomodo por su fondo. Una nueva locura de esta directora tan naif como punki, tan visceral como reflexiva, tan contundente y arriesgada en todo lo que hace que solo queda animarla para que siga así.
Con motivo del estreno de esta nueva producción de "Las amargas lágrimas de Petra von Kant" en Nave 10 Matadero, Cineteca organiza el ciclo titulado Fassbinder y compañía (Episodio 1) con doce películas del cineasta alemán.
Ficha artística
AUTOR
Rainer Werner Fassbinder
VERSIÓN Y DIRECCIÓN
Rakel Camacho
CON
Celia Freijeiro, Aura Garrido, Julia Monje, María Luisa San José y Ana Torrent