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Teatro: Praga 1941 (jóvenes rubios no paran de gritar frente a mi casa)

Un hecho dramático desemboca en una búsqueda en el pasado, para recuperar la memoria de todo un pueblo. El navegar por el diario de un niño nos pone frente al horror de uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de esta Europa que se vuelve a tambalear ante nuestros ojos. La ingenuidad de la niñez, la inocencia ante el horror, mientras intenta seguir como si no pasase nada, aunque marcado para siempre con esa estrella amarilla colgada del pecho.



El Idiota en Teatro María Guerrero

Asistimos en el Teatro María Guerrero, a “El Idiota” una de las obras catalogadas como la mas brillante publicada por el autor ruso Fiódor Dostoyevski. Pareciera como si toda la obra estuviera impregnada de su vida y su ser, una vida convulsa y gris, siendo testigo y víctima de la represión zarista, azotado por los males de la época, transitando una vida oscura, que quizá nunca hubiera elegido, periodos oscuros, macabros que le sacudirán de por vida en forma de ataques epilépticos, un hecho que marcará por completo su obra hasta llegar a describir cada fase de la enfermedad.
En las siguientes líneas les contaremos como una obra de ochocientas páginas ha sido versionada y reducida de un modo inigualable y magistral en un libreto de dos horas, sin que increíblemente pierda un ápice de la esencia y el sentir del autor. Tantas veces vimos los análisis del Don Quijote ruso y quedamos maravillados al poder presenciarlo, verlo a tan solo unos palmos de nuestras butacas, aquel al que todos toman por loco y de loco es el mas cuerdo, el que sabe ver más allá de lo que otros ven, si bien con características del todo mas profundas y existenciales. 
Se lo contamos.
El príncipe Myshkin de Dostoievski es el último miembro de una familia noble y arruinada. Padece, como el propio autor y como el Smerdiakov de los Karamázov, ataques epilépticos. Sus pasiones son extremas, tiene una personalidad angustiada y una ardiente necesidad de amor, posee un orgullo sin límites y se deleita la mayoría de las veces en ser humillado. Infinitamente soberbio, se complace en su propia superioridad y en la manifiesta indignidad de los demás. Un personaje que en un primer momento nos situaba en una suerte de ascetismo, hasta que entendimos que la falta de prejuicios morales impuestos, hacía que el príncipe Myshkin quisiese a dos mujeres de modo completamente desigual, un ser sin maldad incapaz de sentir odio y de conquistar el corazón de la gente que le rodea.   
No alcanzamos a imaginar la labor de análisis, documentación, empatía y acercamiento que hay detrás del trabajo de José Luis Collado en el que podemos catalogar como uno de sus mejores trabajos. Mejor si cabe que Los hermanos Karamázov, inmerso en el universo Dostoyevski, Collado ha sabido  escoger los episodios mas certeros no dejando escapar ni un solo detalle que desestructure o limite la obra, ha situado perfectamente el contexto histórico, enlazando a la perfección la trama que el autor quería contar sin dejar a un lado la psicología de los personajes, sin prejuicio alguno pudiendo llegar al ser mas profundo de todos ellos, sin que nada quede en la superficie. Ingredientes y matices que hacen de esta una versión cum laude.  
A su lado, conjurando un tándem sublime Gerardo Vera dirige una puesta en escena lúcida y ecléctica al mismo tiempo, las luces y sombras de la sociedad y el alma, la negritud de una época, la crítica a una sociedad que destila hedor. El propio Gerardo Vera contaba en una entrevista que se había basado en una de las frases del personaje principal, quizá como aquellas que son un mantra en la elaboración de un trabajo bien hecho “estoy fuera del mundo, desterrado del mundo, si fuera posible desaparecer de aquí en un instante y empezar una nueva vida, desearía que todos me olvidaran. Qué maravilla si no os hubiera conocido, si todo esto no hubiera sido como un mal sueño” y pareciera efectivamente la piedra angular que persigue al protagonista durante las dos horas aproximadas de función cuando a su alrededor solo ve miseria humana, miseria en la mentes y en los corazones.
Ambos se acompañan de un elenco que nos sobrecoge y asombra a partes iguales. Fernando Gil en una interpretación magistral del príncipe Myshkin, el actor desplegará un arsenal de recursos que nos conducirán de la mano hasta lo mas profundo de su ser, transmitiendo la inocencia, la desolación, la lucidez y el hastío mas absoluto todo en un mismo personaje, todo de la mano de un solo actor, es al acercarse al patio de butacas en una decisión muy bella que en próximas líneas les contaremos, veremos su gesto, veremos verdad, debilidad y lucha al mismo tiempo. Un personaje que no es nada, pero que no se rinde, de su mano constante  aunque no se encuentre con él en escena, Marta Poveda.
                             
Marta Poveda en el papel de Natasia que parece transitar como un fantasma en la cabeza de Myshkin, aparentemente fuerte, pero al albur de una sociedad y unos hombres que no la respetan y que no creen en ella, en una línea muy fina hacía el respeto a sí misma, pero que no acaba de concluir. Poveda realiza un bello trabajo de dicción y presencia escénica , tanto en los soliloquios como en los juegos dialecticos con su compañero de elenco Jorge Kent interpretando a Rogozhin, encaprichado de Natasia no dudará en dar toda su fortuna por ella, una suerte de ser delirante que nos llevará a la impotencia y la rabia en muchas de sus apariciones, a Kent le acompaña una voz y una presencia que llenará el escenario llegando a la última fila del patio de butacas, una bestia escénica que aplaudimos desde el primer al último minuto de su aparición
Vicky Luengo y Yolanda Ulloa formaran una hermosa combinación, la madurez de la Generala (Yolanda Ulloa) y los celos y desdenes de Aglaya (Vicky Luengo), parecen formar un todo que compacta y hace mas grandes a ambos personajes.
Alejandro Chaparro, Abel Vitón, Ricardo Joven, Fernando Sainz de la Maza  completan un elenco de personajes esenciales que dan sentido y dotan de rigor histórico y social a la puesta en escena. 
El artista Lucian Freud será una constante, presente a lo largo de la puesta en escena. Álvaro Luna ha conseguido poner sobre las tablas la dualidad de la que les hablábamos antes, la lucidez y la visión que tiene el protagonista debido a sus constantes ataques. Nos transmite como ve el mundo desde el juego audiovisual, un trabajo indescriptible y meritorio, junto al trabajo de Juan Gómez-Cornejo que parece que nos sitúa en una atmosfera demoníaca, extraña y superficial, generando una tensión en el espectador, una mágica simbiosis entre lo que vemos y lo que sentimos. Es maravilloso cuando los técnicos no infieren negritud a la tensión y al drama y tiñen la escena de rojizos y claro oscuros. Disculpen el modo vulgar en contárselo, a mí, me fascina, completando un equipo redondo Alejandro Andujar responsable de vestuario, de trajes que nos sitúan en la época espectaculares y manejables al mismo tiempo, dejando sobre todo a las actrices moverse con soltura en escena
Mención especial a Ana Catalina Román en movimiento escénico, que nos ha permitido ver a los personajes tan cerca, estábamos muy cerca de su interior y poderlos apreciar tan cerca físicamente, fue todo un acierto.

Como pueden ver, si el príncipe Myshkin se va con Natasia, si pierde o gana una fortuna, habrán convenido con nosotros, que es interesante descubrirlo por ustedes mismos, pero que a su vez es solo una parte mas de una de esas joyas que no se ven todos los días. Magnéticamente recomendable. 

                 
Teatro: María Guerrero
Dirección: Calle de Tamayo y Baus, 4
Fechas: Del 2 de marzo al 7 de abril.
Entradas: Desde 3 € a 25 € en Entradas inaem
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