Entramos en la sala con la expectativa de todo lo leído, con la incertidumbre de una obra que ha causado gran revuelo, para sumergirnos en la peculiar historia que se nos propone. El mundo de la religión, la vida en la dictadura franquista, la lucha por la propia identidad, muchos temas caben en este singular relato, pero sobre todo nos habla de vida, de buscar lo que nos hace feliz, de no dejar que decidan por ti y ser consciente de que debes buscar tu propio camino, luchar por él, por muchas piedras que aparezcan en el camino (no son pocas las que intentan tirar por tierra los sueños del protagonista).
Teatro: El bar que se tragó a todos los españoles. Teatro Valle-Inclán.
Fernando Muñoz Jaen
Albert Ribalta,
Alfredo Sanzol,
Camila Viyuela,
Centro Dramático Nacional,
David Lorente,
Elena González,
Fernando Muñoz,
Francesco Carril,
Jesús Noguero,
Jimmy Roca,
Natalia Huarte,
Nuria Mencía
Tres horas de una fábula maravillosa, de un cuento divertido y nostálgico, en el que personajes de lo más variopinto van tejiendo un entramado un de pequeñas anécdotas, de luminosos momentos que se cruzan con esperpénticas escenas que habría firmado el mismísimo José Luis Cuerda. Un recorrido por la vida de un personaje que nos conquista desde su bondad y humildad, y con el que vamos de la mano por toda su experiencia vital. Este viaje nos lleva a conocer otros países y personas muy peculiares, pero sólo por conocer lo que le depara el destino al bueno de Jorge Arizmendi merece la pena embarcarse en esta rocambolesca historia.
Esta producción del Centro Dramático Nacional está llamada a convertirse en una de las obras de la temporada. Alfredo Sanzol vuelve a hacer magia, delirio puro lo que crea con un texto portentoso en el que cabe de todo y que nos va acelerando conforme avanza, para meternos en una espiral de la que ya nunca querremos salir. La primera creación de Sanzol como director del CDN (tras tener que asumir la dirección de "Macbeth" por el fallecimiento de Gerardo Vera) es una poderosa historia llena de luz, con un personaje principal a mitad de camino entre la ingenuidad de un personaje de Chaplin o Keaton, con las neuras de Woody Allen y la bondad del personaje de Roberto Benigni en "La vida es bella". Para Sanzol "La historia de Jorge Arizmendi es una historia de crecimiento y transformación personal que simboliza la historia de crecimiento y transformación personal de toda una sociedad".
La historia que nos cuenta Sanzol le toca muy de cerca. "Mi padre siempre nos contó muchas historias de su vida, pero no nos contó la principal. Salirse de cura en 1963 en España suponía un seísmo personal, familiar y político. Esta obra quiere dar luz y devolver la dignidad a todos aquellos hombres y mujeres que decidieron cambiar de vida, y que se arriesgaron a hacerlo". La mágica pluma de Sanzol hace el resto, creando unos lugares mágicos, desde México y EEUU al Vaticano, pasando por el Madrid franquista. Una sucesión de increíbles momentos que marcan la vida de este entrañable Jorge Arizmendi, para hacernos un collage de lo que era el mundo en aquellos años.
Sanzol dirige (con Beatriz Jaén como ayudante) con su estilo tan característico esta obra que destila humor y amor en cada escena. El director impregna de humor todo el montaje, pero salpicándolo de reflexión sobre el periodo histórico en el que se encuadra o sobre la Iglesia y sus mecanismos de poder. El montaje cabalga a un ritmo trepidante por la vida de este cura desencantado, con una frescura que lo baña todo de optimismo, mientras le coloca pequeñas "pruebas" que le van desviando de su camino (más bien le hacen tomar caminos más largos, el destino parece claro en todo momento). Una obra portentosa, con un ritmo que nos lleva de la mano por las tres horas de montaje (que intimidan antes de entrar en el teatro y se hacen cortas al finalizar) con una agilidad y una precisión increíbles, con unos diálogos ágiles y unos personajes cincelados a la perfección para dejar su huella (por pequeña que sea su intervención).
La historia se centra en la vida de Jorge Arizmendi, contada de manera retrospectiva desde los expectantes ojos de su hija, que presencia atónita cada uno de los pasajes que le cuentan. Este cura navarro, decide a sus treinta y tres años dejar el sacerdocio, al que había dedicado su vida desde una edad muy temprana. Corre el año 1963 y decide viajar a Estados Unidos para aprender inglés y marketing y huir de su vida anterior. Al cruzar el charco llega a un lugar singular, llamado Orange, en el estado de Texas. Allí comienza su aventura, cuando una congregación de padres escolapios le ayuda a encontrar trabajo como vendedor de aspiradoras. Las situaciones extrañas empiezan a solaparse para llevar la vida de Jorge por los vericuetos más insospechados.
La obra transita entre episodios reales y otros de ficción para conseguir un montaje prodigioso, lleno de fuerza, humor, sarcasmo y crítica social. Como reconoce el propio Sanzol "desde luego no he contado la realidad tal y como fue. Puede que la realidad siempre supere a la ficción, pero la ficción hace que la realidad tenga significado, y para dar significado me he apoyado en las historias de viajes y aventuras que contaba mi padre, y a partir de ellas he creado la vida de Jorge Arizmendi". Una vida marcada por los golpes de suerte (no siempre buena) que lleva a nuestro genial protagonista a situaciones de lo más desternillantes, a mitad de camino entre una peli de Peter Sellers y retazos que firmaría el propio Álex de la Iglesia (el viaje a Roma es el descomunal broche final que lo atestigua).
Es esta una pieza con dos partes bien diferenciadas, incluso en el tono de cada una de ellas. La primera tiene más tintes de comedia ligera, de película del sueño americano. En la segunda, cuando la historia ya nos tiene hipnotizados, el tono es mucho más gamberro. Desde los episodios en el Madrid de la dictadura hasta el viaje a Roma, todo sube de revoluciones, de intensidad, de "acidez". El colofón final del desesperado viaje al Vaticano quedará en nuestra retina como uno de esos momentos memorables que nos dejan las obras de Sanzol (aunque en esta obra todo deslumbra y quedará, sin duda, como uno de sus grandes montajes).
Una historia de esta envergadura necesitaba un elenco como el que ha reunido Sanzol, en el que todos ejecutan sus papeles con maestría. Francesco Carril, Natalia Huarte, Nuria Mencía, Camila Viyuela, Jesús Noguero, David Lorente, Elena González, Jimmy Roca y Albert Ribalta, forman un elenco de lujo (ya lo sabíamos de antemano) que hacen de cada pequeña intervención una joya. Francesco Carril ("Doña Rosita, anotada", "Los mariachis", "El tratamiento") vuelve a demostrar su versatilidad dando vida a Jorge Arizmendi, en un papel hecho a su medida y que sabe desarrollar de manera portentosa. Un personaje adorable, lleno de dudas sobre su vida pero con unas torrenciales ganas de vivir. Carril lo borda en cada escena, en cada diálogo, en cada gesto. Con pinceladas de ternura, dominando los tiempos de la obra a su antojo. Una interpretación soberbia.
Junto a él, la siempre impecable Natalia Huarte ("Delicuescente Eva", "La valentía", "Nise, la tragedia de Inés de Castro") en el papel de Carmen Robles. Un papel tierno, dulce, que la actriz sabe acariciar con la dulzura precisa para que no se haga empalagoso. Una interpretación cargada de energía desde que entra en escena. Su papel va creciendo a lo largo de la obra, consiguiendo una química total con Carril. La pareja que forman y sus escenas juntos son oro puro. Ellos serán los únicos que no doblan papel, el resto del elenco se transformará en infinidad de peculiares personajes.
Como narradores (además de interpretar diversos papeles) tenemos a unos deliciosos Camila Viyuela ("Solo un metro de distancia", "Top Girls", "El viaje a ninguna parte") y Jesús Noguero ("Consentimiento", "La noche de las Tríbadas", "Espejo de víctima"). Ella da vida a la hija de Jorge, a la que él, camarero del bar, comienza a contar la historia de su padre. Noguero (que además da vida a Evaristo y Clauss Sluter entre otros papeles) transita la escena con mesura, con temple, en un prodigio de sencillez y tranquilidad pese a todo lo que ocurre a su alrededor. Eficaz como siempre, da el "punto de objetividad" a todo lo que ocurre. Por su parte, Camila Viyuela (que también se mete en la piel de Nagore y Rachel Sluter) es la ternura personificada, una chica que se ve sorprendida por toda la historia y va descubriendo toda la historia de su padre al tiempo que lo va idolatrando cada vez más. Viyuela crea un personaje que, como le ocurre al público, disfruta y se sorprende con cada nuevo episodio de la historia.
En papeles más secundarios tenemos a otros cinco intérpretes maravillosos. David Lorente ("Festén", "Hedda Gabler", "Donde hay agravios no hay celos") da vida a algunos de los personajes más peculiares que aparecen en la historia, pero sobre todo destaca su portentoso Txistorro. Versatilidad, vis cómica, templanza, sus pequeños papeles son parte importante de los momentos más divertidos y singulares de la obra. También hay que destacar los dos momentos estelares que nos regala Nuria Mencía ("Contarlo para no olvidar", "La respiración", "Maridos y mujeres") en los monólogos que interpreta como Margaret Miller y como una camarera (que arranca el aplauso del público al acabarlo).
Cerrando el elenco, y no por ello menos importantes, están Jimmy Roca ("Intocables", "Hamlet", "Antígona o la felicidad"), Elena González ("Mármol", "La ternura", "Enrique VIII") y Albert Ribalta ("Jerusalén", "Delicades y aventura!", "Premios y castigos"). Roca interpreta al padre Robert, con el que Jorge se encuentra al llegar a Orange, a Pájaro, Matt La Guarda o al mismísimo Martin Luther King. González y Ribalta dan vida a los deliciosos rancheros deprimidos por la pérdida de su hijo, que ven en Jorge su viva imagen. Todos ellos, en mayor o menor medida, nos van salpicando la obra de momentos mágicos e inolvidables.
No podemos dejar de hablar de la impresionante escenografía creada por Alejandro Andújar (con Antonio Serrano como ayudante). Nada de lo que aquí podamos contaros será suficiente, ya que el despliegue técnico, la originalidad y la versatilidad de la escena les deja boquiabiertos. Una maravilla tanto técnica como visual que transforma en cada escena y ante nuestros ojos, el espacio escénico por completo. Prodigio técnico, ingeniosa originalidad, fantasía absoluta. Andújar es también el encargado del cuidado vestuario (con María Albadalejo como ayudante), sencillo pero muy eficaz. La iluminación corre a cargo de Pedro Yagüe (con Carlos Brayda como ayudante), que baña en todo momento la historia de la tonalidad precisa. Por último hay que destacar la precisa música de Fernando Vázquez y el espacio sonoro poderoso creado por Sandra Vicente.
No sabemos cuando habrá de realidad y cuanto de ficción (aunque podamos intuirlo), lo que si que podemos afirmar con rotundidad es que estamos ante un montaje maravilloso. Todo en esta obra rezuma alegría, destreza, frescura, inteligencia. Desde el genial texto de Sanzol a las maravillosas interpretaciones de un elenco portentoso, pasando por la increíble escenografía y la brillante caracterización (a cargo de Chema Noci), todo en esta pieza nos cautiva, nos divierte, nos sorprende, nos enamora. Me aventuro a decir que estamos ante uno de los montajes de la temporada, ya que lo tiene todo. Un prodigio que dejará atónito a todo el que se acerque al teatro a disfrutar de esta obra maestra. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro Valle-Inclán
Dirección: Calle de Valencia 1.
Fechas: Del 12 de Febrero al 4 de Abril. De Martes a Domingo a las 18:00.
Entradas: Desde 10€ en entradasinaem.
Nuria Mencía
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miércoles, febrero 24, 2021
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