Recuerdo cuando José Sanchís Sinisterra nos proponía ejercicios en su taller de dramaturgia, lo mucho que le gustaba la experimentación teatral, la exploración de nuevos territorios y posibilidades. Nada más apropiado para referirnos a su "Lector por horas”: un puro ejercicio de investigación o quizás el resultado de muchos de ellos. La obra podría evocar de salida la excelente novela de Bernhard Schlink “El lector” y su versión cinematográfica de Stephen Daldry igualmente conmovedora y brillante. Pero no es así, en la novela y su película las lecturas son la excusa para la trama, pero aquí es al revés, es la trama la excusa para la lectura.